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Foto Velox captura desde el siglo XX cómo cambia la ciudad y los melillenses

Foto Velox está en el centro de la ciudad desde inicios del siglo XX y ha pasado por varias familias. Este negocio de fotografía ha visto cómo cambiaba la ciudad y los melillenses. Los fotógrafos han recogido con sus cámaras la vida de sus clientes, que han pasado a ser parte de su familia.

Antonio Sarompas, el propietario actual, explica a El Faro que hace tiempo estuvieron investigando para conocer los inicios de este negocio. Creen que comenzó su andadura en el año 1931. Explica que por aquí han pasado, que sepa, tres familias diferentes. Los primeros fueron la familia Lacalle.

Ellos estaban muy vinculados a la fotografía y aún lo están, dice Antonio. Estuvieron en Alhucemas, en Melilla y ahora en Málaga. Y uno de los trabajadores de esta familia era el padre de Antonio. Él quiso quedarse con este negocio y durante años estuvieron trabajando juntos en este pequeño estudio de fotografía de la ciudad.

Con el paso de los años, Antonio sustituyó a su padre y lleva más de 40 años en este oficio y en este local tan especial. Ahora cree que tiene relevo y que alguien seguirá sus pasos para que Foto Velox siga abierto durante mucho tiempo más.

El nombre

El nombre del negocio es muy particular. No tiene ninguna vinculación con los apellidos de las familias que lo regentaron, pero sí con una marca de fotografía que había hace muchos años. Es como si hubieran llamado a la tienda Kodak.

El papel Velox de fotografía fue inventado por Leo Baekeland en 1893 y fue el primero que se podía imprimir con luz artificial, según recoge en el Museo Arqueológico Nacional en la ficha de una de las muestras de un positivo de este papel.

Antonio asegura que nunca llegó a conocer esta forma de hacer fotografía, pero que tampoco tenía sentido cambiarle el nombre al negocio cuando todo el mundo lo conocía por éste.

Entrada al pasado

Pero si llama la atención algo, nada más ver este negocio desde la calle, es que toda la entrada es de madera. Antonio explica que tiene 90 años y han querido conservarla. Explica que hubiera sido más sencillo quitarlo todo, reformar el local y poner todo nuevo. Sin embargo, creen que tiene algo especial y optaron por conservarlo.

Y es que, aunque la entrada de Foto Velox sea del siglo pasado, las nuevas tecnologías están en el interior de este estudio. De hecho, el propietario asegura que tendrán el mejor equipamiento y más novedoso de toda la ciudad.

Cuando Antonio comenzó en el negocio con su padre, se hacían muchas fotos de carnet. Al cierre de la tienda, entraban en el cuarto oscuros y tocaba revelar todas las fotografías con los químicos. Ahora eso ya es parte del pasado, pero siguen siendo una referencia para las fotos de carnet.

Señala que el negocio para ellos está abierto a todo. De hecho, están muy enfocados en las fotografías de orlas para los alumnos de colegios, institutos y universidad. Pero también dedican parte de su tiempo a los eventos sociales.

Incluso durante la pandemia han tenido trabajo porque, al fin y al cabo, todo el mundo necesita hacerse fotos, explica Antonio. Fue duro cerrar la tienda durante el confinamiento, pero poco a poco han ido recuperando la actividad normal.

El cierre de la frontera, afirma, les afecta igual que al resto de la ciudad. Está claro que todos se han visto perjudicados por ello, pero siguen adelante luchando día a día para que Foto Velox esté abierto al público. Y una curiosidad es que están haciendo fotos a los alumnos con la mascarilla y sin ella. En sus archivos estará visible que hubo una pandemia, si algún día alguien en un futuro mira esas fotos.

Hasta hace tres años, recuerda Antonio, mantenían aún las máquinas para revelar de forma artesanal. Y es que tenían unos clientes que precisaban de fotos en blanco y negro para sus trabajos. Sin embargo, era muy costoso para ellos mantener este sistema cuando llegaban al estudio un carrete o dos cada dos o tres meses. Las máquinas de revelado más artesanales debían estar en mantenimiento constante por los químicos y ya no era rentable.

Estos fotógrafos siguen trabajando, aunque con las cámaras digitales y los ordenadores, en lugar de con películas y químicos, en capturar cómo los alumnos pasan de curso a través de las orlas de colegios, institutos y universidad. También, al dedicarse a los eventos sociales, han visto cómo crecen los melillenses porque tienen fotos de más de uno de su bautizo, de su boda y de cómo ha tenido un hijo. Han visto la vida pasar en fotografías y tienen clientes que son ya familia para ellos.

 

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