Con motivo de la celebración este año del 150 Aniversario del ingreso en el Ejército de Santiago Ramón y Cajal, Premio Nobel de Medicina en 1906, el Centro de Historia y Cultura Militar de Melilla ha realizado una serie de actividades para conmemorar este acontecimiento, entre ellas una exposición sobre la Historia de la Sanidad Militar de Melilla a través de sus hospitales y una conferencia sobre la Asistencia Sanitaria en la Campaña de 1921.
Para completar esta efeméride se ha elegido, como fondo museístico del mes de noviembre, un artículo relacionado con la Sanidad Militar, concretamente un Autoclave, como el que se guarda en la sala permanente del Museo Histórico Militar de Melilla.
Un autoclave es un aparato de esterilización que utiliza vapor de agua a muy alta presión para eliminar microorganismos por efecto del calor. El funcionamiento básico es similar al de una olla a presión.
Su nombre procede del latín “auto” y “clavis” (llave), lo que viene a significar “autobloqueo”. Se trata de un recipiente metálico de paredes gruesas cerrado herméticamente, que le permite soportar elevadas presiones y muy altas temperaturas.
Sirve para esterilizar todo tipo de material médico o de laboratorio, aunque en el ámbito industrial también se utiliza para desinfectar alimentos o materiales como el caucho, telas o madera.
Aumentando la presión en el interior del recipiente se consigue exponer los artículos introducidos a temperaturas superiores a la de ebullición del agua, suficientes para matar a cualquier microorganismo.
El proceso consiste en extraer el aire de la cámara del autoclave e introducir vapor de agua hasta crear el vacío. Con la válvula de escape cerrada, la presión va aumentando, así como la temperatura, mientras se sigue agregando vapor de agua. Se continúa así hasta alcanzar la temperatura necesaria para una completa esterilización, que es de 121 a 134 ºC con una presión de 20-32 psi (libras por pulgadas); el proceso puede durar entre 3 y 20 minutos, dependiendo del tamaño o contenido de la carga. Finalizado el proceso, se abre la válvula para dejar escapar el vapor y reducir la presión. Posteriormente se deja enfriar la carga para su posterior manipulación.
Los autoclaves suelen estar provistos de manómetros y termómetros, que permiten verificar el funcionamiento del aparato, y requieren un cuidadoso manejo por los riesgos que entraña trabajar con altas presiones y temperaturas.
Para conocer el origen del autoclave hay que remontarse a 1879, cuando el médico y bacteriólogo francés Charles Chamberland (1851-1908), colaborador de Pasteur, empezó a desarrollar un tubo esterilizador con el que conseguir temperaturas superiores a los 100 ºC, capaces de destruir cualquier forma de vida. Aunque el autoclave “Chamberland” tenía bastantes limitaciones, se puede considerar el precursor de los autoclaves modernos.
Los primeros autoclaves adquiridos para el ejército español eran los diseñados por Chamberland. En el Nomenclátor de material sanitario para enfermerías y hospitales militares de 1902 figuraba el Autoclave “Chamberland” de 25 centímetros, que fue adquirido para el Hospital Central.
En 1912 se aumentaba la dotación de autoclaves en todos los hospitales militares con autoclaves de “Chamberland” de 40, 30 y 20 centímetros.
En España hay que resaltar la labor del farmacéutico militar Saturnino Cambronero González (1867-1927), que dedicó grandes esfuerzos a mejorar las condiciones sanitarias del Ejército. En 1912 adquiere el empleo de Farmacéutico Mayor de Sanidad Militar y, en 1919, el de Subinspector Farmacéutico de Segunda Clase.
Estudioso de los medios de esterilización, Cambronero ideó y construyó, en 1915, un aparato esterilizador, corrigiendo defectos de los aparatos existentes. Su invento se incorporó al Nomenclátor de material sanitario de hospitales y enfermerías militares de 1916. El Autoclave “Cambronero” de 30 centímetros (similar al expuesto en la sala permanente del Museo Militar) sustituía al “Chamberland” de 40 centímetros.
En 1920 Cambronero modificó y perfeccionó el autoclave, cambiándole el nombre por el de “Ideal sistema C.G.S.” (siglas que se corresponden con su nombre), aprobándose su empleo por Real Orden de 7 de julio de 1920. Estaba indicado para esterilización de agua, líquidos de cultivo, colirios o inyectables, contenidos tanto en vasijas como en ampollas herméticas, así como para esterilización de materiales de curación.
En el Museo Militar se dispone de varios modelos de autoclaves, todos ellos procedentes del antiguo Hospital Militar “Capitán Médico Fidel Pagés”. Uno de ellos se encuentra expuesto en la sala permanente del Museo, en el Baluarte de la Concepción de Melilla la Vieja, donde puede ser contemplado por todos aquellos que lo deseen, de martes a domingo, de 10 a 14 horas.
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