El 17 de septiembre es un día grande para los melillenses. Conmemoramos la españolidad de Melilla, ocupada en 1497 para la Corona de Castilla por D. Pedro de Estopiñán y Virués, contable de la Casa Ducal de Medina Sidonia.
Por ello, en este 526 aniversario, el Centro de Historia y Cultura Militar se quiere unir a esta celebración, eligiendo como Fondo Museístico del Mes un diorama de la Ocupación de Melilla que se encuentra expuesto en la sala permanente del Museo Militar.
Este fondo, obra de Juan José Llorens Rodríguez, representa una idealización del momento del desembarco de los españoles en las playas de Melilla, tomando posesión de la antigua medina musulmana en nombre de los Reyes Católicos.
De la ocupación de Melilla tenemos bastante información. Varias crónicas contemporáneas relatan con detalle el acontecimiento. Todas coinciden en que la ciudad estaba deshabitada, por lo que no fue necesario el empleo de la fuerza. El motivo es que los melillenses se habían ofrecido a los Reyes Católicos como vasallos a cambio de protección, algo que no podía permitir el rey de Fez; enterado de ello envió sus tropas a Melilla, obligó a sus habitantes a abandonar la ciudad y derribó sus murallas para que no fueran utilizadas por los españoles.
En estas condiciones, la Corona castellana se decide finalmente a ocuparla. Será la primera de una serie de posiciones estratégicas en el norte de África, conocidas como presidios, en referencia a plazas fuertes de frontera, avanzadas en el despliegue.
La expedición salió de Sanlúcar de Barrameda con 5.000 hombres y una numerosa flota, en la que destacaba una nao y siete carabelas de las que estaban preparadas para el tercer viaje a América de Cristóbal Colón.
El desembarco se produjo, con toda probabilidad, en las playas próximas a las murallas, donde hoy se encuentra la plaza de las Culturas.
La prioridad de los españoles se centra en reparar las murallas y ponerlas en las mejores condiciones de defensa. Emplean para ello un ingenioso dispositivo, invento del ingeniero Ramiro López, conocido como 'cava e barrera', consistente en un entramado de tablas que simulan un lienzo de muralla con su foso y le dan apariencia de solidez.
La crónica más completa que nos relata la ocupación de Melilla es la de Pedro de Medina, cronista de la Casa de Medina Sidonia, escrita hacia 1561. Pero otra fuente de gran importancia es la de Pedro Barrantes, autor de Ilustraciones de la Casa de Niebla, de 1540, que nos hace también un relato del suceso pero lo más importante es que nos deja una imagen del momento, un grabado donde se representa el desembarco y la reconstrucción de las murallas por las tropas del Duque de Medina Sidonia. Se puede observar también parte de la flota, con una carabela, una galera y varias embarcaciones menores, como una tafurca, empleada para el desembarco de caballos. Se trata sin duda de un magnífico legado histórico, la primera imagen que tenemos de Melilla.
Todo ello queda representado en el diorama de la ocupación de Melilla que se encuentra en el Museo Militar. Se pueden apreciar los elementos del sistema de “cava e barrera” y a D. Pedro de Estopiñán junto a algunos de sus hombres en lo alto de la antigua ciudadela haciendo ondear los pendones de la Casa de Medina Sidonia, junto a un religioso que porta una cruz, como símbolo de los deseos de evangelización de Ia reina Isabel. Una imagen que recuerda el cuadro de Vicente Maeso que se encuentra en el Palacio de la Asamblea.
La composición está diseñada para verla en profundidad, con una perspectiva descendente, desde lo alto de la ciudad hasta el mar, donde figuras de menor tamaño despliegan en formación militar y se empeñan en el desembarco de armas y suministros. Junto a la playa fondean tres embarcaciones, magníficas maquetas navales realizadas con todo lujo de detalle.
El desembarco y ocupación de la ciudad se hace con diligencia y presteza, y la operación supone todo un éxito.
Los españoles se establecen inicialmente en la actual Plaza de Armas y aprovechan para su defensa la antigua fortaleza musulmana, que comprendía los actuales tres primeros recintos fortificados, hasta el foso de los Carneros que rodeaba la ciudadela.
Una vez la ciudad está asegurada, Pedro de Estopiñán regresa a España para informar al Duque de los detalles de la operación. Deja al mando al capitán Gómez Suárez, primer gobernador de la ciudad, con una guarnición aproximada de 700 hombres.
D. Pedro de Estopiñán y Virués falleció en 1505, en el transcurso de una visita al Monasterio de Guadalupe, en Cáceres, siendo enterrado en el monasterio. Una placa en su tumba, con un sencillo texto, recuerda al ilustre personaje: “Aquí yace D. Pedro Estopiñán, Caballero y Contador del Duque de Medina Sidonia”.
El Centro de Historia y Cultura Militar de Melilla invita a los melillenses y a todo aquél que visite la ciudad a contemplar este magnífico fondo, que se encuentra expuesto en el Museo Histórico Militar situado en el baluarte de la Concepción de Melilla la Vieja, y que representa un acontecimiento trascendental de nuestra historia ocurrido el 17 de septiembre de 1497.
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