El juez decano de Melilla, Fernando Portillo Rodrigo está este sábado firmando libros en la Feria de Madrid. Acaba de publicar "Destripando el Derecho", un volumen que firma su alter ego Judge The Zipper, que tiene nada menos que 90.000 seguidores en una cuenta de Twitter que desde 2016 se dedica a explicar términos como la prisión provisional; la demanda, las denuncias o los antecedentes penales. El Faro lo ha entrevistado el mismo día de su puesta de largo en el Retiro, en la caseta de la Editorial La Esfera de los Libros.
Usted da por hecho que sabíamos que Fernando Portillo y Judge The Zipper son la misma persona, pero me temo que no todos los sabíamos. ¿Cómo surgió la idea de hacer pedagogía desde Twitter? ¿Por qué con un alias y no con su nombre?
La idea surgió tras comprobar que la gente, por lo general, no conoce nada o casi nada del trabajo de los jueces y de las herramientas de las que nos valemos, las normas. A pesar de estar rodeados de leyes y obedecerlas constantemente, la gente no suele tener un conocimiento, ni siquiera básico, de las mismas. Quería, sobre todo, acercar mi trabajo al ciudadano común. Divulgar, en definitiva. Lo de hacerlo bajo alias fue por recomendación de otros jueces twitteros, una especie de medida de protección. Aunque con el paso del tiempo, he descubierto que ha sido muy útil para salvaguardar mi apariencia de imparcialidad frente a posibles justiciables que fuesen a mi juzgado y evitar que estuviesen condicionados por lo que he dicho en Twitter, en la creencia, siempre equivocada, de que yo juzgo según opino o escribo en redes sociales. Al final he salido de mi anonimato, pero bueno, creo que el precio a pagar merece la pena por la causa por la que lo he hecho.
¿Cómo llegó el juez Fernando Portillo hasta Melilla? ¿Ha venido para quedarse? ¿Por qué Melilla?
Llegué a Melilla como mucha gente, pensando que sería un destino provisional, máximo tres o cuatro años. Fue un poco por imposición de la carrera profesional, buscar un destino en el que ascender sin tener que sufrir una congelación de tres años, que es lo que nos ocurría si ascendías en un destino de categoría inferior. Luego encontré en Melilla una ciudad acogedora, hospitalaria, muy mediterránea, y, sobre todo, buena gente con la que sentirse muy a gusto.
También me gusta mucho el trabajo que desarrollo en la ciudad, así que vaticino que me tendréis aun por aquí durante muchos años más.
Ha hecho un libro de Derecho, analizando casos judiciales concretos, pero a la vez no es un libro de Derecho. ¿Está pensado solo para periodistas? ¿Qué objetivo se planteó con el libro? ¿Dónde podemos comprarlo? ¿Estará a la venta en alguna librería de Melilla?
Aunque no está pensado específicamente para periodistas, entiendo que puede ser muy útil para la profesión y así me lo han referido algunos periodistas que ya se lo han leído y que me han dicho, seguro que desde el cariño, que debiera ser obligatorio para todos los que comunican noticias judiciales o legales.
En verdad, está dirigido a cualquier ciudadano que tenga curiosidad sobre este mundo, sin tener conocimientos de ello, pues el libro está escrito o así lo he pretendido, de forma amena, sencilla, sin legalismos, ni palabras raras, para que todo el mundo lo entienda.
No hay referencias a sentencias, ni a leyes, ni notas a pie de página. Incluso hay unos estupendos dibujos que aligeran la lectura. Como dice el subtítulo, es un libro de Derecho y jueces, para quienes no saben de Derecho ni de jueces.
Se podrá comprar en cualquier plataforma online o librería, y espero que pronto esté también en los establecimientos melillenses.
Usted ha saltado del anonimato a las televisiones nacionales. ¿Le animó el éxito de Twitter? ¿Cómo se digiere tener 90.000 seguidores? Los aplausos suenan muy alto, pero es mucha responsabilidad porque un resbalón se nota mucho. ¿Cómo hace para no meterse en berenjenales?
Bueno, lo de la televisión nacional sólo es en parte por mi actividad en Twitter. Mi condición de juez decano de Melilla y de presidente de Foro Judicial Independiente también han tenido mucho que ver y esos son atributos que son circunstanciales, ajenos al mérito propio.
Lo de los 90.000 seguidores se lleva bien, una vez uno ha aprendido a moverse por la selva de Twitter, claro. En resumen, lo importante es salir a escena con un buen impermeable para que resbalen los haters y los trolls, pero también digo que eso se aprende. Lo he pasado mal a ratos, sí, por meterme en algunos charcos.
Siempre pienso que voy a salir casi seco, pero a veces no es tan fácil. Eso sí, los berenjenales se evitan en gran medida, no dejando de pisar los charcos que son necesarios pisar, sino evitando enredarse en debates con quien no quiere debatir o con quienes insultan, aunque sea a otros. Y teniendo claro los límites de uno. Los míos son, básicamente, tratar de evitar hablar de cosas ajenas al Derecho. Nada de confrontación política, por ejemplo.
La justicia es lenta y ahora con las huelgas habrá que armarse de más paciencia. ¿Qué reformas considera necesarias para agilizar que se imparta justicia?
La principal reforma pendiente, a corto plazo, es conseguir que haya muchos más jueces resolviendo los miles de pleitos que cada día colapsan la justicia. Estamos muy por debajo de la media europea en número de jueces pero muy por encima en litigiosidad. Y si hay muchos pleitos y pocos jueces, el resultado es el que vemos: sobrecarga y retraso. Pero para eso, claro, hay que gastar dinero. Hay que invertir bien en Justicia, cosa que ningún Gobierno ha hecho hasta ahora. Se parchea, se cambian nombres, se mueven oficinas, pero seguimos igual de mal que siempre. A medio o largo plazo también sería necesario reformar las leyes procesales con cabeza, para agilizar trámites. Y apostar decididamente por mecanismos alternativos de solución de conflictos, como la mediación.
Como periodistas tenemos la sensación de que Melilla es una ciudad en la que se judicializan temas que no pasarían de una discusión de barra de bar en otra parte de España. ¿Eso es así realmente o la justicia está colapsada en toda España por este tipo de situaciones? ¿Qué tenemos que mejorar en Melilla?
Como he dicho antes, se trata esta de una situación generalizada en todo el país. La profesora Virginia Rosales, de la Universidad de Granada, publicó en "Papeles de Economía Española" (Funcas, 2017) un informe donde aseguraba que España era la tercera economía más litigiosa de la OCDE, solo por debajo de Rusia y de la República Checa, estudio coincidente con uno anterior de 2013 realizado por el Banco de España. Aquí tiramos mucho de ir al juzgado. Entre otras cosas porque, como decía, no hay mecanismos alternativos reales para solucionar conflictos.
En Melilla, según la última memoria estadística publicada en mayo de 2023 por el TSJ de Andalucía, la plantilla de jueces está equilibrada en relación al volumen de asuntos que hay. Claro, lo está si la comparamos con el resto de Andalucía, donde los retrasos son mucho mayores. Como siempre digo, Melilla es el tuerto en el país de los ciegos. Pero eso no quiere decir que no haya margen de mejora, en absoluto.
Los juzgados mixtos sobre todo deberían poder contar con, al menos, un refuerzo permanente, dado que, por número, están bastante arriba en comparación con otros mixtos andaluces en lo que se refiere a la instrucción de delitos. El Social, aunque por otras circunstancias, también es una plaza difícil, al menos últimamente.
Su artículo sobre el aumento de las peticiones de asilo fue un bombazo. ¿Por qué cree que es el único juez que se atreve a hablar de estas cosas? ¿No teme que le pongan el sambenito ideológico y lo sitúen a un lado concreto del tablero político?
Muchas gracias. Bueno, no creo que sea un problema de valentía, en absoluto. Mis compañeros lo son tanto o más que yo. Más bien lo que ocurre, en mi opinión, es que yo tengo cierta inquietud pedagógica y ya está. Me gusta explicar lo que conozco y trato de hacerlo de forma que se entienda. También busco hacerlo de la forma más objetiva posible, por eso de que no se me encasille ideológicamente.
De hecho, según el que lea, y según lo que lea de lo que yo he escrito, para algunos soy de derechas y para otros de izquierdas. Más bien, el problema suele estar en el sesgo de quien lee. En todo caso, deberíamos superar ya de una vez esa necesidad de calificar ideológicamente a los jueces. Porque los jueces no decidimos según nuestras opiniones políticas, gustos o creencias, en absoluto. Los jueces somos profesionales de la imparcialidad, da igual a quien votemos o qué pensemos sobre este o aquel tema. No decidimos por gustos personales, sino de acuerdo con los hechos que se nos dan (prueba) y el derecho aplicable. Por eso hay que estudiar tanto para ser juez. Si resolviésemos conforme las creencias de cada uno, cualquiera podría ser juez sin necesidad de formarse para ello.
Al primer libro casi siempre le sigue el segundo. ¿Está trabajando en alguno?
No, no. La editorial ya me ha dicho que están muy contentos conmigo y que me anime a por el siguiente. Pero ahora mismo no me da la vida. Y, sobre todo, no sé de qué escribiría. Este libro estaba ahí antes de ser una realidad, sólo tenía que pasarlo al folio. Tal vez más adelante, pero ahora no siento que dentro de mí tenga otro libro esperando. Seguiré escribiendo, porque me gusta mucho, pero como siempre he hecho, con artículos por aquí y por allá.
Hoy estará firmando libros en la Feria de Madrid, en la caseta de La Esfera de los Libros, una editorial de las buenas. ¿Cómo está yendo?
La firma ha ido muy bien, la verdad, sobre todo teniendo en cuenta que no es una novela, sino un libro de divulgación sobre una materia muy específica. Al final, es necesario tener cierta curiosidad inicial por esto del Derecho y los jueces y no todo el mundo la tiene. Aunque, como explico en el libro, en verdad es una materia que debería interesar a todo el mundo, porque todos estamos rodeados de Derecho y porque saber cómo trabajan los jueces es conocer un poco mejor cómo funciona tu país. Algo esencial, en mi opinión.
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