Marina García y su hermana llevan seis años llevando flores a su madre Francisca Gutiérrez, fallecida en julio del 2014 en el Hospital Comarcal. En noviembre de ese año, la familia interpuso una denuncia por negligencia médica. Defienden que su madre murió al inyectarle los médicos contraste para un TAC, a pesar de que en su historial constase que es alérgica.
Desde entonces, la vida de esta familia ha girado en torno a los juzgados y al cementerio. Marina ha establecido un ritual cada vez que va al cementerio, compra el ramo de flores siempre en el mismo lugar y cuando llega hasta la lápida, comparte con sus padres sus pasatiempos preferidos. Su padre murió de cáncer terminal tanto solo dos años antes que su madre. Después de que el caso fuera archivado el pasado enero, la familia ha recurrido a la Audiencia Provincial de Málaga. Marina explicó que están esperando a que llegue la tramitación a Málaga y aún está abierto el plazo para alegaciones.
“Necesitamos confiar”, dijo, pues entiende que al igual que no todos los médicos “son malos”, tampoco son todos los jueces. Asegura que no pide que se crea en sus palabras, sino que se tire simplemente de la documentación que han aportado el caso y subrayó que los informes forenses del juzgado relacionan la administración de contraste a su madre y el empeoramiento de su salud.
“Mi familia está hundida”, expresó, siendo ella la que está llevando la mayor carga del caso hacia delante. “A mí me está costando la salud, se me agotan las fuerzas y mi miedo es perderlas antes de acabar la batalla”, asegurando que ha sido un proceso muy duro, ya que las pruebas las han tenido que ir consiguiendo a cuentagotas y este hecho también está en los juzgados por encubrimiento. También ha elevado al Consejo General del Poder Judicial la forma en la que se archivó la causa. “La jueza está denunciada” y espera que el CGPJ “haga justicia y le dé lo que le corresponda”, pues según Marina, la jueza hizo valoraciones sobre las pruebas que no le correspondía o desvirtuó algunas de ellas, un hecho que calificó de “inhumano”. Y es que, según Marina, la jueza señaló a Francisca y a sus hijas como responsables del fallecimiento.
Cargar con la responsabilidad de la muerte de Francisca ha sido lo más duro para sus hijas. En el archivo, la jueza señala que no alertaron de la alergia de la fallecida pero las hijas dicen que no fueron avisadas de que le iban a hacer un TAC a su madre. Marina relata que durante todos estos años se sintió culpable por lo que pasó a su madre, ya que ella fue quien insistió en llevarla a urgencias al sentirse mal. “A mí me ha reventado porque seis años luchando, sintiéndote culpable por llevar a tu madre a urgencias, que no quería ir, y la llevas con la intención de que te la curen y te encuentras que donde tenían que atenderla, te la han arrebatado de por vida”, expresó. Además, son numerosas las personas de su entorno que le estuvieron dando ánimos y convenciéndola que no fue culpa suya, pero la jueza, en la que buscaba amparo, la señala como responsable.
Ahora el objetivo es llegar a juicio, ni siquiera han pedido una compensación económica. En las pruebas que han recogido, con dificultades, defienden que desde los años 90 está anotado en el historial médico de su madre que es alérgica al contraste. Subraya que no quieren que se haga lo que ella quiera, sino que se llegue a juicio “porque mi madre se lo merece”. Narró que Francisca estuvo 35 días “agonizando en la UCI sabiendo que se moría”, pues según detalló, había días en los que se despertaba, lloraba e incluso una de las veces Marina le preguntó si quería saber lo que le había pasado. Su madre le dijo que sí con los ojos y cuando su hija le explicó todo, Francisca se puso a llorar. “Yo le dije, no te preocupes que vas a salir de aquí, y vamos a denunciar, y vamos a hacer justicia, mamá”, relató Marina.
“Mi madre era una persona muy humilde, noble, muy sacrificada, mi madre era un pedacito de ángel en la tierra”, dijo Marina García sobre su madre, Francisca Gutiérrez, fallecida en el Hospital Comarcal en julio de 2014.
Llevaron a su madre a Urgencias por vómitos y fiebre debido a una infección de orina y poco más de un mes después falleció con 59 años recién cumplidos.
En el primer sumario del tomo de la sentencia se puede seguir el relato de los hechos y en uno de ellos, en boca de Marina, se lee “una vez que llegué a urgencias entré a ver a mi madre, mi abuela estaba muy nerviosa, hacía un rato que habían traído a mi madre del TAC y desde entonces a mi madre le costaba mucho respirar, me dirigí al médico para que me explicase lo referente al alta de mi madre y solicitar que la dejaran ingresada, éste me dijo que lo iba a mirar, mi madre cada vez respiraba peor, no conseguían estabilizarla ni con el oxígeno, y tras varias súplicas mías para que controlarse su respiración ella sólo alcanzó a sujetar mi mano y con mucha dificultad decirme que no podía, me vuelvo a dirigir al médico, muy nerviosa, pidiendo por favor que la ingresaran e hicieran algo ya, su respuesta fue que la iban a ingresar en la UCI porque no conseguían estabilizarla y tras esto, nos echaron fuera a mi abuela y a mí. Falleció más de un mes después y en el hospital les dijeron que no serviría de nada hacerle una autopsia, por lo que deciden no hacérsela”. Ahora tienen las esperanzas puestas en la Audiencia Nacional y en tres documentos que atestiguan que la alergia de su madre figuraba desde hacía años en su historial médico.
El sumario son casi 1.500 folios en los que se suceden las reclamaciones al hospital, las escuetas respuestas de que se está investigando, las solicitudes de información sobre el historial de Francisca, las declaraciones y así hasta el archivo de la causa.
La causa es por homicidio imprudente. En un escrito del abogado de la familia se pide la imputación de cuatro personas: al médico que emitió el parte médico de urgencias en el que en apartado ‘Anamnesis’ hizo constar la indicación ‘NORAM’ (no reacciones alérgicas), a un segundo médico de urgencia por ordenar una prueba médica de ‘TAC’ de abdomen a la paciente Sra. Gutiérrez Ruiz; no indicando la situación de alergia al contraste yodado, ni la calificación de paciente de riesgo (por alteración de la función renal, al sufrir diabetes, nefropatía, insuficiencia hepática, etc), al radiólogo por no comprobar los antecedentes de reacciones alérgicas, no recabó el consentimiento escrito de la paciente, no realizó actuación de premeditación o tratamiento preventivo y, en general, obvió el protocolo médico en el procedimiento general de uso de contrastes; y al enfermero del servicio de radiología por no revisar la historia clínica de la paciente ni evaluar la situación de la paciente, obviando, igualmente, el procedimiento general de uso de contrastes. Uno de los investigados argumenta que las alergias están escritas en papel y que no pueden leer cada tomo “si les vienen 200 pacientes al día”.
Se archivó la causa, se volvió a abrir y ahora se ha archivado de nuevo. En el recurso, el abogado de Marina se subraya todos los documentos que no se han tenido en cuenta y señala con ironía que “de forma prodigiosa” el Auto cree las versiones exculpatorias de los investigados relatadas con numerosos detalles a pesar de haber pasado seis años. Marina está dispuesta a llegar hasta el final, hasta el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ¿Cómo se imagina su vida si ganase el caso? Echando en falta a su madre, pero habiendo cerrado un capítulo en el que “no es lo mismo vivir la pena, que vivir la pena con rabia, dolor e impotencia”.
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