Opinión

La estrategia asimétrica de Ucrania más allá del frente

En los últimos meses la industria petrolera de Rusia ha tenido que ofrecer aclaraciones puntuales sobre el escenario imperante. Y no es para menos, porque desde comienzos de año se han multiplicado las imágenes y vídeos de columnas de fuego en depósitos de petróleo por los ataques que Ucrania materializa contra sus infraestructuras. Póngase como ejemplo la petrolera Rosneft, emplazada en la demarcación de Bryansk, donde el rastro devastador de los drones produjo que la planta tuviese que interrumpir transitoriamente su producción y labores de procesamiento.
Igualmente, LUKoil, la compañía petrolera más grande, detuvo una unidad en Norsi, la cuarta refinería más importante de Rusia ubicada junto a la ciudad de Nizhny Novgorod. En suma, las fuerzas de Kiev han tratado de boicotear las instalaciones rusas en varios momentos. No es una quimera que Ucrania continúe percutiendo medios que no sólo son primordiales para la economía de Rusia, sino que del mismo modo aportan combustible a las tropas adversarias.
La destreza de obstaculizar las exportaciones, aunque forma parte de un modus operandi más vasto, procura atajar el avance de las tropas rusas en el frente. Obviamente, es evidente que la industria petrolera se encuentre en el punto de mira. A día de hoy, los productos refinados no sólo sostienen los tanques rusos, sino que surten ingresos suculentos para financiar la guerra. La parada en la actividad de las infraestructuras de refinado dislocará la logística militar, ya que las fuerzas armadas se hallan entre los mayores consumidores de combustibles para motores y aviones.
Por lo demás, la contraofensiva ucraniana no ha logrado los frutos deseados y en frentes abiertos como el de Avdiivka, la incertidumbre se acrecienta. Las fuerzas rusas han obtenido algunos avances en torno a la ciudad, consiguiendo realizar una penetración en la zona sur, con túneles de drenaje y atravesar los bastiones ucranianos y tenderles una emboscada.
Entretanto, las tropas de Kiev tratan de dificultar cualquier avance de las tropas del Kremlin e impedir que alcancen la ciudad, donde aún residen cerca de 1.000 individuos. Hasta ahora no se han abatido las líneas de suministro que llegan al centro de Avdiivka, pero en este intervalo de la conflagración Rusia ha convertido el frente en una de sus prioridades. En mitad de las intervenciones ofensivas de Rusia, es escabroso que los ataques contra la industria petrolera adquieran una consecuencia significativa. No obstante, es uno de los métodos manejados por las tropas de Ucrania, como las tentativas de hacer volar los depósitos de municiones y oleoductos.

"El jaque mate perpetrado magistralmente por Ucrania a las refinerías rusas, coloca al mercado del petróleo al borde del síncope, agrietando un apartado de la guerra asimétrica con un golpe maestro para neutralizar la supremacía en personal y material"

En las postrimerías del año 2023, un grupo de soldados depositaron explosivos en un tren de carga ruso que trasladaba diésel y combustible para los aviones. La agresión contra la línea férrea en Siberia fue reivindicada por Ucrania y más allá de los alcances logísticos, se consideró trascendente porque se produjo a miles de kilómetros del frente ucraniano.
Todo ello, en una coyuntura en la que Kiev padece una escasez marcada de munición y tropas para reconquistar la vivacidad sobre el terreno, ha optado por este tipo de táctica de guerrilla, ambicionando aislar y ralentizar los movimientos militares rusos.
A pesar de las estampas de columnas de fuego en las instalaciones petrolíferas, sus edificaciones son vigorosas y resistentes a los bombardeos aéreos por sus equipos contra incendios. A groso modo, es complicado que un dron logre desmantelar toda una instalación petrolífera, aunque es viable causar daños en alguna unidad y sea inevitable limitar provisionalmente las operaciones por cuestiones de seguridad.
En el caso de los ataques perpetrados en los centros de Ust-Luga y Tuapse, se restablecieron los trabajos inmediatamente a la acometida con dron, pero con un rendimiento menor. Más allá de los quebrantos suscitados, esta fuerza de gravedad pone de manifiesto los riesgos que corren otras refinerías. Si lo drones, no con más de cinco kilogramos de explosivo, llegaron hasta el espacio ruso que se encuentra a más de 950 kilómetros de la frontera con Ucrania, en ese trecho existen más de dieciocho instalaciones que son dianas potenciales.
Estas operaciones en territorio ruso han mostrado claramente uno de los principales propósitos de Ucrania. Según los expertos, los acometimientos con aviones no tripulados contra depósitos de petróleo en los mares Báltico y Negro, de ningún modo serán atajados. Todavía podrá exportar petróleo y gas por tierra a través de Asia y del Océano Ártico, pero los días de exportación de Rusia en los que se vale de estos mares están a punto de acabar.
Los ataques con drones son esenciales para disminuir y agravar las capacidades económicas del Kremlin. Desde febrero de 2022, el Gobierno de Vladímir Vladímirovich Putin (1952-71 años) ha ganado casi 600.000 millones de euros por las exportaciones de recursos energéticos y el 68% es petróleo. En otras palabras: el resultado de los ataques con aviones no tripulados son capaces no sólo de perturbar parte de la logística militar en menoscabo de las reservas de combustible, sino igualmente de comprimir los ingresos del presupuesto ruso, en el que la correspondencia de costes militares comprenden más del 50% y cerca del 21% del PIB.
Mientras Ucrania quiere apuntalar su estrategia contra Rusia más allá del frente, el Ejército del Kremlin ha logrado más proyectiles, misiles, vehículos blindados y aviación. En contraste, Kiev raciona el empleo de fuego de artillería conforme las ayudas occidentales penden de un hilo. Tal vez, en uno de los pocos recintos en los que Ucrania tiene una mínima ventaja es precisamente la fabricación de drones.
Por ende, en el margen operativo los ataques con drones han forzado a las tropas a transportar una parte de la defensa aérea para salvaguardar las localidades contiguas a la frontera con Ucrania. Para ser más preciso en lo fundamentado, en un informe elaborado por el Institute for the Study of War, éste sostiene que el Kremlin se encuentra reestableciendo diversos matices de sus defensas aéreas en sectores distantes de los límites fronterizos.
Los ataques de Ucrania contra la infraestructura en Rusia, traen a la memoria los que llevó a cabo Moscú en varias ciudades ucranianas contra el sistema eléctrico. Por aquel entonces, con la premisa de amilanar a la urbe y echar mano de las condiciones climatológicas adversas del invierno, miles de individuos quedaron sin luz y calefacción a últimos de 2022. Pero Ucrania extrajo lo mejor de sí haciéndose con los repuestos indispensables para reparar una parte de la infraestructura y proporcionar transformadores, así como la protección con los sistemas de defensa aérea surtidos por Occidente. Curiosamente, en este momento es la infraestructura energética de Rusia la que está al acecho enemigo y precisa de una vigilancia exclusiva.

"Ucrania da con la tecla del punto más frágil de Rusia, porque la producción de refinados comienza a resentirse junto con las exportaciones. De modo, que le asesta un puñetazo donde más le duele"

Dicho esto, Ucrania parece haber dado con la tecla del punto más frágil de Rusia, aunque este no sea justamente el petróleo, pero sí que está fuertemente vinculado con él. Un sinnúmero de drones ucranianos están inhabilitando la voluminosa malla de refinerías rusas en un empeño por desbaratar las remesas de refinados. Hasta la fecha, los derivaciones son alentadoras para Kiev, aunque la amplia mayoría de la industria rusa continúa el engranaje de su actividad.
Como advierten algunos rotativos especializados, la cadena de ataques con aviones no tripulados ucranianos sobre refinerías de petróleo rusas en las últimas jornadas, han comenzado a sugerir recelos sobre durante cuánto tiempo podrá seguir exportando productos petroquímicos, lo que a su vez ha comenzado a ocasionar algún desasosiego en Moscú.
Varias de las principales refinerías de petróleo de Rusia han sido atacadas como parte del pulso de Ucrania para embotellar la capacidad de producción de petroquímicos, y así escindir los ingresos favorables de las exportaciones y aminorar el flujo de petróleo a su inmenso motor armamentístico. Aunque no se constatan reseñas oficiales, se estima que la productividad de diésel y refinados podría haberse desplomado entre el 6 y el 14%, respectivamente.
Indudablemente, este entramado comprende agravios colaterales para los usuarios europeos. Los cracks spread del diésel, o lo que es lo mismo, la diferenciación entre un barril de petróleo y otro de diésel, vuelve a incrementarse con ímpetu, puesto que Rusia es uno de los mayores productores de diésel del planeta. Aunque los estados miembros de la Unión Europea (UE) no adquieran efectos refinados rusos, en un mercado integral e interrelacionado, el alud de la producción en una esfera específica acaba en su conjunto inquietando al mercado.
Si bien, este contexto no ha tenido aún un efecto dominó en las exportaciones de productos, nos topamos ante un embate exitoso de que los cracks spread se lancen y los importadores exploren otras fuentes alternas. Actualmente, lo que se ha divisado es que las remesas de diésel desde los puertos rusos se han visto reducidas desde las acometidas con drones contra las refinerías de petróleo.
Aunque existen pruebas de que las huelgas internas producidas en Rusia están perjudicando el pleno rendimiento de las plantas y otros elementos, como el mal tiempo, igualmente pueden atañer a los flujos. Hasta el punto, que se opina que los ataques podrían estar acariciando el enflaquecimiento de la economía de Rusia. Simultáneamente, para ensuciar todavía más las aguas, Moscú debía detener las remisiones de combustible dentro de su alianza de suministro de petróleo con la OPET+. Este pacto constituye dos eslabones: el descenso en las exportaciones de petróleo y menos partidas de refinados, entre las que sobresale el diésel.
A resultas de todo ello, ya se refiere parte del incremento del petróleo a los ataques ucranianos. Daría la impresión de que Ucrania está logrando con su accionar selectivo en territorio ruso, lo que Occidente no ha conseguido hasta ahora con las sanciones. Mientras que Rusia ha hallado la fórmula para sortear las sanciones impuestas por Estados Unidos y sus aliados, estos ataques están siendo infalibles para contraer los portes de refinados y los ingresos por su venta.
El mercado del petróleo sigue escalando con el ICE Brent situándose con un alza de más, que ha llevado al barril a franquear los 87 dólares por unidad de manera puntal, obteniendo las cotas más elevadas. El catalizador de esta magnitud parece estar en los ataques ucranianos a la capacidad de las refinerías rusas. Y como no podía ser de otra manera, los analistas evalúan los permisibles efectos a gran escala. Podría estar hablándose de que el encontronazo en el suministro de petróleo no está claro, pero sí que ha de observase sus dificultades. Ha de recordarse que la principal exportación de productos refinados de Rusia es el diésel. Desde que se inició la guerra, los principales destinatarios son Brasil, Arabia Saudí y Turquía. Sin inmiscuir, estados africanos como Libia, Túnez, Marruecos y Ghana.
Es sabido que Rusia es el segundo exportador mundial de gasóleo, por lo que si las refinerías dejan de operar a pleno rendimiento, lo razonable es intensificar las exportaciones de crudo. Además, estos hechos se originan en un momento en que en apoyo con la OPEP+, Rusia se ha comprometido a disminuir la producción de crudo en 400.000 barriles diarios. Igualmente se provoca en una situación en el que la India, uno de los mayores importadores de crudo ruso, se presenta reticente a vulnerar las sanciones norteamericanas.
En consecuencia, Ucrania da con la tecla del punto más frágil de Rusia, porque la producción de refinados comienza a resentirse junto con las exportaciones. De modo, que le asesta un puñetazo donde más le duele.
Han tenido que transcurrir más de dos años para que las tropas de Volodímir Zelensky (1978-46 años) averigüen el foco quebradizo de Moscú. Las embestidas demoledoras con drones a las refinerías están sometiendo cuantitativamente la capacidad del Kremlin para generar ganancias por la comercialización de refinados como el diésel o el queroseno. Esta es una excelente aclaración para los intereses geopolíticos de Occidente pero, sobre todo, para la propia Ucrania.
Pese a todo, esta pericia envuelta en sutileza por parte ucraniana, esconde un peligro para el mercado de materias primas: el petróleo y los refinados rusos podrían comenzar a experimentar un baquetazo, imponiendo al alza el importe de los hidrocarburos en las empresas. Las sanciones en el crudo y los refinados habían avivado una reconfiguración general de los flujos de hidrocarburos, pero la oferta y, por tanto, el precio, no se habían dados tan empicados.
En un mercado interconectado no es sencillo enclaustrar a un estado por completo y menos aún, si este es Rusia, que además dispone de aliados con un peso definido como China. Pero los últimos ataques de Ucrania fustigan de manera directa en el núcleo petrolero de Rusia. Por vez primera, los hidrocarburos digieren un naufragio de su producción y exportaciones. La señal es perceptible: Rusia va a tener que aguantar mecha, al igual que los consumidores.
Se considera que los ataques con aviones no tripulados han descartado entre los 600.000 barriles diarios y los 900.000 de la capacidad de refino. Producto de la disminución de su capacidad y el supeditado ascenso de los costes internos de los destilados, posiblemente Rusia acortará las exportaciones de manera comparable a la prohibición de gasolina de seis meses que efectuó para eludir que los precios internos del combustible se ampliasen. Mismamente, en apreciaciones apuntadas, al menos nueve refinerías rusas han sido abordadas en 2024 con desenlaces perjudiciales, lo que ha dejado en agua de borrajas el 11% de la capacidad del país.
Estos ataques pueden encender la mecha de un mercado de petróleo que se ha ido conviniendo gradualmente contra toda predicción. Si los ataques ucranianos se prolongan, el crudo podría encaramarse por encima de los 100 dólares. En cambio, si éstos ceden, habrá que aguardar algunos meses hasta que Rusia subsane los daños de las refinerías y retorne a la regularidad.
Los expertos insisten en que las reparaciones de las refinerías implican uno o dos meses para que las unidades vuelvan a su actividad. Aunque no se ha conformado de lleno la producción de petróleo programado en las cuentas más cercanas, persistiendo que la ganancia nacional de crudo se reduzca, debido a la demanda interna menor de las refinerías y al restrictivo stock interno de unos 250 millones de barriles. Evidentemente, Rusia no puede acumular crudo perennemente, ya que arrastra límites en las exportaciones por las sanciones impuestas y las cuotas de la OPET+.
El cóctel de las incesantes arremetidas contra las refinerías rusas, más el incremento de las cuantías tanto de la gasolina como del diésel y las aspiraciones iraquíes de achicar las exportaciones de petróleo en los próximos meses para enmendar la reciente sobreproducción en paralelismo con los fines de la OPET+, nuevamente está estimulando el petróleo.

"Esta pericia envuelta en sutileza por parte ucraniana, esconde un peligro para el mercado de materias primas: el petróleo y los refinados rusos podrían comenzar a experimentar un baquetazo, imponiendo al alza el importe de los hidrocarburos en las empresas"

Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), las indisposiciones que los ataques ucranianos están ocasionando, es una amenaza para el coste del crudo y los refinados en un mercado que en este momento soporta un ligero déficit, porque existe más demanda que oferta de crudo.
En tanto, los representantes de Ucrania parecen apreciar que si aguantan a la defensiva, necesitan continuar castigando a Rusia. Lo que se emprendió como un esfuerzo en medida alegórico, particularmente el ataque con drones contra el Kremlin, se ha erigido en una campaña decidida contra un objetivo estratégico. De momento, el mercado no ha flaqueado y los analistas tasan los vaivenes que están por venir.
Uno de los mayores escollos que se encuentra sobre la mesa es que los drones ucranianos consigan dejar fuera de combate a la refinería de Kirishi, prescindiendo latentemente en torno a 150.000 barriles diarios de producción diésel consignado esencialmente a la exportación. De la misma forma, los mercados del crudo podrían notar alguna exacerbación, si Kiev apuntase a las principales terminales de exportación de petróleo en el Mar Báltico o Negro.
Si Ucrania deseara agigantar su influencia sobre los ingresos del refinado de petróleo ruso, señalaría a la infraestructura terminal de exportación de productos en los puertos de Novorossiysk o Primorsk. Amén, que esto forzaría todavía más los nexos con sus aliados occidentales, ya que el impacto en los precios del petróleo y los productos refinados sería trascendente.
El último repecho de ataques ucranianos ha instado a un alza en los precios de la gasolina y el gasóleo en la Bolsa Mercantil Internacional de San Petersburgo, aunque la valía del combustible en el surtidor dentro de Rusia sintió escasamente alguna diferenciación. Es creíble que a Rusia no le quede otra que desviar más crudo a la exportación por la repercusión en su tasas de refinado.
Llegados a este punto, el jaque mate perpetrado magistralmente por Ucrania a las refinerías rusas, coloca al mercado del petróleo al borde del síncope, agrietando un apartado de la guerra asimétrica con un golpe maestro para neutralizar la supremacía en personal y material, con una sucesión de ataques que, por activa y pasiva, he mencionado en estas líneas, buscando ante todo restar las exportaciones de crudo y cercenar el abasto de combustible a las tropas del Kremlin.
Finalmente, en atención a la divulgación experta en cuestiones militares ‘Defense Express’, Ucrania ha acometido en lo que va de año hasta trece refinerías rusas ubicadas en varias zonas. Como antes he señalado, varias apreciaciones de técnicos del sector encajan estas pérdidas en unos 600.000 barriles.
Claro, que ello podría conjeturar un bajón importante en los ingresos de Rusia por exportaciones de petróleo, que a su vez, son crucial para capitalizar su mecanismo de guerra. La inteligencia militar ucraniana es una de las agencias que está detrás de este tipo de ataques. Sin ir más lejos, los impactos han influido tanto en las instalaciones de procesamiento como de almacenamiento. Cada una de estas incidencias que ha dejado en suspenso la marcha de algunas infraestructuras, igualmente ha entrecortado el compás del suministro de combustible y lubricantes de las fuerzas de ocupación rusas en Ucrania.
No ha de soslayarse, que las explosiones en infraestructuras petroleras de Rusia forman parte de todo un procedimiento en pleno auge y se prolongará en el tiempo. Renegar a los blindados rusos a quedar sin combustible, es lo mismo que fundamentar que Ucrania ha de combatir contra un instrumento de guerra que se nutre de petróleo. Con lo cual, la dependencia del carburante de las unidades mecanizadas de cualquier ejército del siglo XXI es incuestionable.
Sin capacidades aéreas semejantes a las rusas y con una cantidad de lanzacohetes móviles americanos incapaces para golpear las líneas enemigas de suministro, Ucrania ha apelado a un modo más eficaz de combatir al adversario. El acierto con este tipo de maniobra y en la campaña de acoso y derribo que le ha hecho retomar el control de sus aguas del Mar Negro con drones y misiles a la Flota rusa, pese a estar falta de una armada militar propia.
En definitiva, estrechar el potencial de producción de combustible ruso puede echar un capote a Ucrania para resistir y equilibrar las demoras en la remesa de ayuda militar. A día de hoy, los resultados de los ataques a objetivos militares en Rusia y otros puntos estratégicos de su economía, son la conquista más ostensible de las aspiraciones de Ucrania para agrandar la producción de armamento y simplificar la dependencia del exterior.

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