Opinión

Estos son los resultados y ahí quedaron las previsiones

Estas líneas se escribieron en la jornada de reflexión de las Elecciones Europeas, cuando aún quedaban 36 horas para que se conocieran los escrutinios de unos comicios llamados a ser decisivos para el clima de convivencia que vivimos en España tras un convulso año electoral. Atrás quedaron el 28M, el 23J, las gallegas, las vascas y las catalanas, sin que haya disminuido un ápice la sensación de crispación permanente mientras ha seguido creciendo el lodazal en el que se ha convertido la política en este país.

La guerra ideológica y cultural ha trazado la línea de batalla de otros escenarios que no dejan de ser una prolongación de la polarización política llevada a su máximo extremo. Los medios de comunicación y los jueces ya eran, en parte, esenciales de este belicismo, pero la guerra demoscópica se ha mostrado como uno de los tableros más combativos precisamente este año.

A nadie se le escapa que el esfuerzo por desprestigiar al CIS por parte de la derecha política y mediática ha tenido su impacto en buena parte de la opinión pública. Se podría decir que no hay encuesta del instituto público que no haya provocado en el orbe reaccionario algún tipo de respuesta airada cuyo objetivo principal no fuera otro que desacreditarlo.

En el fondo, la motivación es económica, la proliferación de agencias demoscópicas a la sombra del poder mediático que, ya sabemos, ideológicamente se inclina del lado de quien tiene el poder económico en este país y en todas partes. Y el CIS se presenta como un obstáculo en el distinguido objetivo de que la verdad sea contada por quienes están al servicio de esos poderes que, como siempre, representan a una minoría privilegiada, además de una merma en la credibilidad de unas agencias demoscópicas más preocupadas por sus dividendos que por contarnos la realidad.

La campaña de las europeas, como cualquier campaña estos últimos años, ha estado bombardeada por sondeos demoscópicos que establecen una estimación de votos y escaños. La encuesta del CIS casi siempre ha sido la nota disonante en las supuestas predicciones de resultados. Y digo bien con el término “supuestas” porque ninguna encuesta tiene la capacidad adivinatoria de dar con los resultados precisos de las elecciones y eso lo saben tanto los que las hacen, como los que quieren conformarnos la veracidad sobre la base de sus estimaciones.

En un espacio electoral cada vez más convulso y volátil, con una pluralidad de opciones cada vez más asentada, los expertos pronostican que aproximadamente un 40% de los ciudadanos se decanta por uno u otro partido a los largo de las dos semanas previas a los comicios, un 15% en la última semana de campaña y un 10% el mismo día de los comicios. Con estos porcentajes de incertidumbre cualquier predicción electoral está abocada a fallar en sus resultados, incluso estableciendo horquillas.

Cuando ustedes leen este artículo ya sabremos los resultados en urnas de las Elecciones Europeas. Si es el CIS quien más acierta en su estimación (recalco “estimación”, que no predicción) les pronostico un clamoroso silencio mediático y demoscópico. Nadie les recordará si hace una o dos semana alguna de las tropecientas encuestas encargadas por los medios de comunicación se aproximaban más o menos en sus estimaciones a los resultados finales. Si es el CIS el que menos se aproxima verán a la derecha mediática cargando tintas contra su director y la única agencia demoscópica obligada a hacer pública sus fichas técnicas y microdatos. La única, por otro lado, que lo hace, junto a la honrosa excepción de las encuestas encargadas por El País y Cadena Ser. Este no deja de ser un ejemplo más del ataque a las instituciones públicas a la que nos tiene acostumbrada a la derecha de este país.

Si las urnas ofrecen el resultado estimado por el CIS desde antes empezar la campaña, el PSOE habrá remontado las elecciones. Remontada para algunos, capacidad predictiva para otros. En mi humilde opinión, un espaldarazo a la ciencia sociológica y las instituciones públicas que el poder mediático de la derecha pretende socavar elección tras elección denigrando a su máximo responsable, J.F. Tezanos.

Y si remonta el PSOE, lo mínimo que se le puede exigir a la derecha es que asuma de una puñetera vez la decisión de la mayoría de ciudadanos de este país, deje de deslegitimar al Gobierno del Presidente Pedro Sánchez y encare el futuro de todos poniendo el foco en los problemas reales de la gente.

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