El padre de Adolfo Ramos, novillero melillense, comenta con ‘El Faro’ cómo vive la familia de un torero las salidas al ruedo y las sensaciones vividas en la última corrida en la que ha participado este joven.
Adolfo Ramos se convirtió el pasado domingo en el primer novillero melillense que debuta en Las Ventas, donde se enfrentó a tres novillos. El padre de este joven, Juan Manuel Ramos, cuenta a ‘El Faro’ esta experiencia y describe cuáles son las principales dificultades a las que se enfrenta un joven que espera tomar la alternativa en un futuro cercano. La próxima cita de Adolfo Ramos en los ruedos será en Málaga el 11 de agosto, mientras que los aficionados a los toros de Melilla esperan que vuelva a la ‘Mezquita del toreo’ en la Feria de este año.
–¿Cómo comenzó Adolfo Ramos a interesarse por los toros hasta que decidió saltar al ruedo?
– Con diez años, más o menos, en la boda del torero Juan José Trujillo, que ahora va de subalterno de José María Manzanares, hubo una capea y él salió a torear una vaquilla a la que le dio unos pases acompañado del maestro. Por lo visto ahí fue cuando le entró el gusanillo. El mismo año en Melilla se presentó en otra capea y dio tres pases saliendo por los aires. Pero a partir de ese momento, todas las capeas que había en Melilla iba para participar. Y hasta ese momento parecía una afición. Pero con 16 años dijo que quería ser torero y que se tenía que ir fuera. Justo un año después toreó con picadores en la Feria de Melilla en 2008.
– ¿Cómo se sintió cuando su hijo le dijo que quería ser torero?
– No estaba en la casa cuando se lo dijo a mi mujer. Pero pensamos cómo iba a ser torero y más en Melilla, porque aquí no se puede aprender esta profesión. Es difícil ya en los sitios donde se puede tentar y donde hay maestros, pero en Melilla no había nadie que le pudiera enseñar. Pensamos que se le pasaría, pero no. Así que al año siguiente se fue a la Escuela de Málaga, donde lo cogieron y lo probaron. Lo presentaron al certamen de Canal Sur. Creíamos que sería una aficción pasajera, pero ahí sigue.
– ¿Alguien en la familia pertenece al mundo del toreo para que Adolfo se interesara por esta profesión nada habitual?
– Un bisabuelo por parte de su madre fue novillero, pero no llegó muy lejos aunque hizo sus pinitos y un hermano de mi mujer también probó suerte, pero al final es crítico taurino. Mi mujer y yo somos aficionados a los toros y desde muy pequeños hemos llevado a los tres hermanos a las corridas.
– ¿Ustedes le acompañan cuando tiene alguna novillada?
– Cuando podemos sí, pero entre el trabajo y el gasto de transporte no podemos ir a todos lados. Cuando no vamos esperamos a que nos llamen y nos digan que todo ha termiando.
– ¿Cuáles son las principales dificultades a las que se enfrenta este joven novillero?
– Las dificultades son que está a caballo entre Málaga y Madrid. En la primera ciudad no hay pegas porque puede estar con su hermano, pero en la capital está muchos días solo y está alejado de la familia, aunque está alojado con una familia muy buena de su apoderado, los hermanos Javier y David Pérez. De vez en cuando se escapa a Melilla y capea el temporal como puede.
- ¿Cómo vivió ese primer día en el que Adolfo salió al ruedo como novillero?
- Con muchos nervios y preocupación. Cuando toreó la primera vez vestido de luces fue en una capea, pero fue un becerro chiquitito y no sufrimos. Pero cuando se vistió de luces en Melilla en septiembre de 2008 fue diferente. No había toreado a penas vacas porque no estaba en ninguna escuela y lo que había aprendido lo había hecho en Melilla y sólo estuvo un par de meses con el novillero Saul, que es de Málaga. Los dos se conocieron y le ayudó porque fueron a unas fincas por Cádiz y Sevilla para que les dejaran torear una vaca y cuando no, pues se volvían. Por lo que fue a debutar sin estar preparado ni que nadie le hubiera enseñado. Ese día le salió bien dentro de lo que cabe. Hubo muchos nervios y preocupación porque ya no era un becerro lo que se ponía delante.
– ¿Ustedes esperan que deje la idea de dedicarse al toreo o le apoyan en esta elección?
– Nosotros estaríamos más tranquilos si dejara de ser torero, pero como es su elección pues le apoyamos en todo lo que haga falta. Nuestro apoyo le va a acompañar hasta donde él decida, si lo quiere dejar un día, como si sigue porque es su vida.
– ¿Han notado el apoyo de los melillenses aficionados a los toros?
– El público nos apoya, pero en el debut que hizo con caballos no hubo tantos espectadores como en la siguiente corrida, ya que hubo el doble de personas que en la novillada, a pesar de que las entradas fueron de diez euros para apoyar a los novilleros melilleses, siendo la primera vez que se hacía este debut, e incluso hubo un bono por las dos corridas. Pero tenemos que dar las gracias a un montón de gente de la ciudad que incluso algunos se han desplazado a Madrid para verle y los que no, nos llaman por teléfono.
– ¿Cómo vivió la corrida de este fin de semana en Las Ventas?
- Empezó muy bien con los primeros pases y tenía muchas ganas de hacerlo bien, pero el novillo era malo y se le cruzó por el derecho e izquierdo, sin que hubiera manera de torearlo. En una de ellas le dio una voltereta, una paliza y después cuando entró a matar le volvió a dar otra voltereta y salió conmocionado de ahí. Luego tuvo que matar el novillo de un compañero, Sergio Flores, al que cogió el toro y se lo llevaron a enfermería. También toreó a su segundo con el que empezó bastante bien, pero el novillo se apagó y no quería entrar. La faena fue de más a menos. Salió bastante maltrecho, con una rodilla fastidiada, un maretazo en la espalda que le rasgó el chaleco y la camisa. Los banderilleros pensaron que le había dando un puntazo, pero resultó ser sólo un raspón, más cinco grapas que le han puesto en la cabeza, magulladuras en la cara, pero salió bien. En peores condiciones estaba el compañero de faena.
- ¿Le tiene más miedo a una mala faena o una cogida?
- Yo le tengo más miedo a que le pegue el novillo, porque la faena puede salirle mejor o peor, no siempre se puede estar inspirado. La preocupación es que salga un novillo y que por fallo suyo o porque sea complicado se lo lleve puesto.
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