Me he quedado tranquila al escuchar al presidente Eduardo de Castro asegurar que en Melilla no nos falta material para hacer frente al COVID 19. Menos tranquila me he quedado al escuchar cómo el consejero de Salud, Moha Mohamed, le contradijo, por decir algo, al asegurar que en nuestra ciudad no nos sobra nada. Me temo que, más que un fallo de coordinación, aquí tenemos a uno de los tres socios de Gobierno con demasiados frentes abiertos.
Al enfrentamiento Aberchán-Sabrina Moh-Gloria Rojas, a razón del viaje en avioneta a la península del cepemista, en pleno estado de alarma y sin autorización del Ingesa ni de la Delegación del Gobierno, se suma ahora el conflicto Moha-De Castro. Digamos que el PSOE ha entrado en erupción y su espíritu volcánico está poniendo a prueba la coalición de la Asamblea.
Pero tengo que reconocer que a mí, personalmente, me parecer raro-raro que en Melilla vayamos sobrados. Nunca, si apelamos a nuestros datos históricos, hemos ido sobrados de recursos y por eso me extraña (y me estriñe) que mientras todas las comunidades autónomas están reclamando más medios al Gobierno central, aquí digamos que Houston no tiene un problema.
Entiendo que las declaraciones de De Castro, que han revolucionado las redes sociales, especialmente entre los militantes y afines al PP, van más en la línea de la lealtad institucional con el Ejecutivo de Pedro Sánchez y, por ende, con uno de sus socios de Gobierno, que con la realidad. Entiendo que ha querido transmitir un mensaje de tranquilidad, que en Melilla hace más falta que nunca, pero se ha pasado de frenada.
Pero mira por dónde, el consejero Moha Mohamed ha salido rebelde y no sé si por despiste o con mala uva ha dejado claro que en ninguna parte sobra nada y que todo el material que llegue a nuestra ciudad será recibido con los brazos abiertos.
Ya me gusta menos que el propio consejero de Salud no sepa cuándo llegará a Melilla el buque hospital, que ojalá no necesitemos. Si no lo sabe él, que debería saberlo, dígame usted quién va a saberlo en esta ciudad. Pues, mira por dónde no es un secreto. Casi a la vez que el consejero hacía estas declaraciones, el diario digital puentedemando.com publicaba que el Galicia había salido ya de Rota y que está previsto que llegue hoy al puerto de Melilla. Pues nada, a ver si aciertan, por el bien de los melillenses, porque al consejero no lo deja muy bien parado.
Tampoco me hace mucha gracia que Melilla haya apostado por tests rápidos, que en otras comunidades han demostrado que fallan más que una escopeta de feria, que por los PCR (de laboratorio, con reactivos), que son certeros, pero más caros. Ya estamos de nuevo con la rebajita. Entre los 21 euros que cuestan los PCR y los 6,50 de los tests rápidos, hemos apostado por tecnología barata. Cuidado, que lo barato sale caro. Y que conste que ese refrán no lo he inventado yo.
Otra cosa que me chirría, y bastante, es que el consejero Moha Mohamed diga que hemos comprado 10.000 test por una parte y que, por otra, confirme que sólo se están haciendo 40 pruebas diarias, de media. Eso significa que, a este ritmo, necesitaremos 250 días, casi un año, para gastarlas… cuando lleguen. No quiero ser ave de mal agüero, pero a mí me parece que o aceleramos el ritmo o tendremos que reservarnos esos tests para el coronavirus del año que viene. Nunca se sabe.
Y un último punto preocupante. El consejero admite que hay sanitarios contagiados de coronavirus en la ciudad, pero prefiere no dar la cifra. Sólo hay dos motivos por los que alguien oculta un número: el primero, porque es muy alto y el segundo, porque no lo sabe. No sé cuál de las dos opciones debe preocuparnos más. Tan terrible es que se nos hayan disparado las bajas entre el personal médico como que desconozcamos la cifra exacta de esa barbaridad que responde, en parte, a la falta de protección derivada de la escasez de materiales en los hospitales.
Alguien deberá pagar por esto, no os quepa la menor duda. Los médicos que han sido enviados a la guerra sin fusil no se van a quedar de brazos cruzados así que es mejor que las autoridades muevan cielo y tierra para frenar esta irresponsabilidad o terminarán rindiendo cuentas ante un juez cuando todo esto pase y volvamos a abrazarnos con más fuerzas que antes.
No ha sido hasta ahora, que muchos hemos entendido el valor de un abrazo, de dar un paseo, de sacar el perro a la calle. Son pequeños detalles que nos dan vida y que de tan cotidianos habíamos dejado de disfrutarlos. Resistiremos y en el futuro valoraremos muchísimo esa bici estática que nunca usamos o esa cinta de correr que lleva años estorbando en nuestras casas. Hoy nos hacen muy afortunados. Algo aprenderemos de esta desgracia. Especialmente, que la falta de previsión se cobra vidas.