Opinión

¿Esta vez sí habla en serio Imbroda?

El ex presidente del Gobierno de la Ciudad Autónoma, Juan José Imbroda, aseguró ayer en una entrevista concedida a Onda Cero que no tiene intención de presentarse como cabeza de lista a las elecciones municipales en Melilla porque sus aspiraciones no pasan de presidir el Partido Popular.

No hay novedad en sus declaraciones por mucho que él, que es un comunicador excelente, intente vendernos el mensaje envuelto en papel de regalo. En marzo de 2016, Imbroda dijo que no se presentaría a la reelección como presidente del PP local y como todos sabemos, hace unos días ha vuelto postularse.

En 2016 Imbroda dijo (y consiguió titulares en la prensa nacional) que la decisión anunciada era algo “seguro” y, además, se posicionó a favor de las primarias en su partido cuando aún no estaba claro que el PP iba a democratizar la elección de candidatos para terminar con el sambenito del dedazo.

En esa ocasión Imbroda no adelantó quién iba a sucederle en el cargo, pero se mostró partidario de darle paso a gente que llevara muchos años en el PP de Melilla. “El banquillo hay que moverlo y ya está, quiero relajarme y descansar”, remató y así lo recoge la hemeroteca.

¿Hablaba en serio o se estaba haciendo el muerto para ver el entierro que le hacíamos? Eso sólo podrá contestarlo él porque en ese momento también dijo que quería dejar la política aunque no por falta de fuerzas o de ganas sino porque ya tocaba.

Eso se lo escuchamos decir también después de ser desbancado de la Presidencia de la Ciudad Autónoma por Eduardo de Castro. Dijo que se iba, pero se quedó.

Y ahora nos vuelve a vender el titular como cuando nos vendía, campaña electoral tras campaña electoral la ampliación del puerto y hoy todos sabemos en qué quedó eso. Pues bien, voy a hacer caso a un amigo historiador que me machaca muchísimo con los contextos. No podemos juzgar el camino que ha hecho alguien si no somos capaces de ponernos sus zapatos. Vamos, al menos, a intentarlo.

¿Qué ha cambiado entre 2016 y 2021 para que Imbroda donde dijo digo, diga Diego? Mucho. Empezando por el terreno que ha perdido en todo este tiempo el propio Partido Popular que él aspira a presidir en Melilla. Corren tiempos difíciles y es normal que quien preside la formación desde 2008 haga al menos el intento por reconducir la situación y devolver el barco a puerto seguro.

No es una empresa fácil. Vox le pisa los talones y las encuestas no le favorecen. Por tanto, que dé el paso al frente en estas circunstancias es cuanto menos de agradecer. Busca la estabilidad de su formación y está en todo su derecho a luchar por ella.

Visto así, hasta lo podemos entender. Pero entender, creer y aplaudir no son sinónimos. Entre 2016, cuando anunció que no iba a repetir como presidente del PP, y 2019, cuando perdió la Presidencia de la Ciudad, Imbroda dejó pasar una oportunidad de oro para hacer un traspaso tranquilo de poder que evitara que Vox le ganara un terreno que en su momento le ganó el extinto PPL.

Él dice que no quiere presidir la Ciudad, pero no hay que olvidar que como presidente del partido es él quien decide quién va en la lista electoral y en qué posición. Por más que Génova diga esto o aquello, su voz cuenta.

Tampoco podemos olvidar que no ha cumplido su palabra de dejar la política ni en 2016 ni en 2019, ¿por qué iba a ser verdad lo que nos dice ahora?

Imbroda tiene todo el derecho del mundo a aspirar a presidir su partido. Los militantes tienen la palabra porque Génova puede querer esto o aquello, pero si aquí en Melilla los rebeldes terminan siendo cuatro gatos, no hay nada que cambiar. Evidentemente, si él tiene el apoyo de las bases, y él está convencido de que lo tiene, aquí da igual quién dé el paso. No será la primera vez que le salen competidores entre los suyos y ya sabemos en qué quedó la valentía: en la pérdida de los cargos que ostentaban.

Oiga, y esto no es que lo haga Imbroda: lo hacen todos los políticos que saben lo difícil que es trabajar cuando se escucha de fondo la banda sonora del fuego amigo.

La militancia del PP debe barajar todas las opciones. Si el cambio es para bien, deber ser bueno para ellos, pero sobre todo para Melilla. También debe meditar si ese cambio implica el resquebrajamiento del partido en los tiempos que vive (o sobrevive) esta ciudad.

No hay que ser un analista avezado para saber que el PP no puede permitirse un nuevo resbalón en Melilla y lo más fácil es apelar a la unidad interna para poder parar las balas. El problema es que la solvencia en las urnas no está garantizada. Las elecciones catalanas que se celebran este domingo nos mostrarán el camino a seguir. Los pronósticos no son buenos y el juicio de los papeles de Bárcenas no invita a pensar que la gente ignorará que ese señor no es un loco que pasaba por Génova. Era un alto cargo del Partido Popular. Era el tesorero de la formación.

Casado ya ha dicho que las cosas van a cambiar en el partido. Ahora hay que sentarse a esperar. El show ha comenzado.

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