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ESPECIAL 8M | “Respeto, igualdad y ayudarnos, somos todas un equipo”

Las cuatro crecieron con el inicio del nuevo siglo y su adolescencia coincidió con el inicio, en la segunda década del siglo XXI, de la cuarta ola del feminismo: Safa, Lili, Andrea y Lola charlan con El Faro sobre su experiencias personales como mujeres y sobre cómo ven la situación de la mujer en la actualidad.

Comenzando por la infancia, Lola explicó que a ella le gustaba mucho jugar al fútbol y su padre no quería “porque decía que era un deporte para niños y que si jugaba me iba a volver como un niño”, por lo que no la dejaron apuntarse al deporte. “Yo creo que sí que tuvimos ciertas diferencias, es verdad que las generaciones anteriores las notaron más, pero en la nuestra todavía quedaban restos, que ahora mismo se están intentado quitar”.

Por su lado, Lili contó que no lo notó porque la mayoría de los familiares de su edad son chicos y cuando eran pequeños se iba con ellos a todos lados: al campo de fútbol, Aguadú, a jugar a la calle... Safa también relató que su hermano pequeño tiene tres años y que el resto son chicas de su edad, por lo que tampoco notó tanto al diferenciación. En otro sentido, Andrea opinó que ve más que se hacen más diferencias por edad que por sexo, ya que su hermano tiene menos cuatro años menos que ella y ve que hace lo mismo que ella hacía con su edad. Además, tiene muchas primas y por eso tampoco no ha notado.

Ahora mismo, las cuatro están estudiando el Grado de Enfermería en el Campus de Melilla. Las cuatro aseguraron que eligieron qué estudiar con total libertad y tienen el apoyo de su familia. Sin embargo, dentro de las aulas, Andrea manifestó que hay profesores que a la hora de explicar sueltan frases machistas, sobre todo en el primer curso de la carrera. Lili, Safa y Lola lo confirmaron. Estos profesores “tratan mejor a los hombres” y Lola contó que algunos de los comentarios que les han soltado es que “las mujeres se orientan mejor en un centro comercial” y Lili añadió “por naturaleza” y Lola continuó que sobre dicen que los hombres tienen mejor orientación en la calle. “El problema de estar en clase es que es tu profesor”, explicó Andrea, por lo que temen protestar y ser suspendidas o que le cojan manía. Lili opinó que “hay aguantar” porque están de paso en esa asignatura , por lo que “se callan y siguen”.

En el ámbito del hogar, Lola contó que en su familia, los que rondan los 20 años, los varones no hacen nada y son ellas las que tienen que poner la mesa, recogerla, ayudan a dar de comer a los primos pequeños. Esta continuó contando que además de no hacer nada, no se les exige que lo hagan lo mismo que las mujeres. Lili está de acuerdo y expresó que por su lado, si hay un varón que está con el teléfono móvil sin hacer nada, no se les exige que lo dejen. En cambio, si es una joven la que está con un móvil en las manos, si que se les da una reprimenda diciéndoles “está todo el día con el móvil”. Por el lado contrario, Andrea aseguró que no ha notado nada, pues su familia “es de mente muy abierta”. Safa explicó que en su casa no se ve la diferencia porque son todas chicas, pero que cuando van a casa de su abuela sí que lo ven. “Nunca he visto que mis primos hagan algo; ni poner la mesa, ni quitarla... nada”, contó.

Lili siguió el hilo relatando que las abuelas solo se quejan cuando están cansadas, pero no de las tareas que tienen que hacer. “Lo hacen todo y si no quieren, no tienen el derecho. Tienen que hacerlo”, expresó. Andrea contó que su abuelo es cocinero, porque ha crecido viendo a su abuelo entre los fogones y que su padre, al tener su madre un horario laboral menos flexible, este se ocupa de tareas del hogar como cocinar o limpiar. “Se lo van repartiendo según quien tenga menos trabajo o más”, declaró.

Saliendo del ámbito del hogar a espacio público, todas coinciden en que han sufrido acoso callejero y en que en Melilla “se nota mucho”. Andrea empezó contando que ella, en su ciudad natal, Córdoba, le han “tirado algún piropo”, pero que lo primero que le dijeron de Melilla mujeres de la propia ciudad fue que no saliese sola por la noche y que tuviese mucho cuidado. Andrea ha podido comprobar por ella misma que, cada vez que va sola por la calle, le hacen algún comentario, por lo que tiene el temor de que algún día le pueda pasar algo. Lili siguió explicando que no es solo que les digan piropos, sino que también las persiguen y Lola habló también sobre “las miradas lascivas” con la sensación desagradable que estas transmiten. “En Málaga me ha pasado también, pero aquí es horrible”, aseguró ¿Y qué se puede hacer frente a ello? Todas lo tienen claro: la educación en casa.

En referencia a la educación sexual, Andrea contó que en el colegio la tuvo y que en su familia ha tenido siempre el apoyo y la guía de sus primas mayores. Safa relató que ella tuvo charlas en el colegio por parte de policías que les hablaron de educación sexual, de cómo prevenir las Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS). También fueron a dar charlas contra el maltrato a la mujer, charlas que Safa manifestó que “le vinieron muy bien”.

¿Entonces ha cambiado todo? ¿Ha mejorado la situación? ¿En su generación está todo hecho? Ellas aseguraron que no, que aún quedaba mucho por hacer. Lili cree que lo que hacen ahora es como ocultar el machismo, pues según contó, existen “los falsos amigos”, pues dicen lo que a una le gustaría oír, pero que no es realmente lo que piensan. Andrea añadió que por su lado, ha visto a más mujeres machistas que hombres. “Me duele que una mujer sea machista o que consideren que el feminismo es igual que el hembrismo porque no tiene nada que ver”, aseguró. Lola opinó que actualmente no hay hembrismo porque en ninguna sociedad se da que la mujer esté por encima del hombre y coincide en que duele muchísimo más ver a mujeres machistas porque “somos peores”, pues han sido testigo de cómo muchas chicas de su edad juzgan a sus iguales por cómo van vestidas o por con quien salen o si salen de fiesta.

Aún así, ven que tienen mucha más libertad de elección sobre qué hacer con su futuro, a diferencia de las generaciones anteriores. Safa piensa que antes, el rol de la mujer era crecer, aprender las labores del hogar, casarse y tener hijos; pero ella ve que, hoy en día y dependiendo de donde se viva, las mujeres tienen hoy más derecho a decidir, po ejemplo, si quieren tener hijos o no. Aún así matiza que depende mucho de la familia, la cultura y otros detalles. Lili quiso añadir que aunque las mujeres sean libres para elegir, siempre va a estar la pregunta de si tienen novio o que cuándo se van a casar “y así sucesivamente”. Lola cree que aún sí que “hay de presión”, pues relató que lo primero que dio su madre cuando se enteró de que esta tenía novia fue “¿Y los niños?” y ella le respondió “Mamá, ¿te crees que estoy yo pensando ahora en los niños?”. Lola detalló que le dijo esto cuando tenía 18 años tan solo, pero que su madre ya estaba pensando en la descendencia.

Su generación

Para Andrea, las jóvenes de su generación tiene un rol de mujeres “independientes, que pueda hacer lo que quiera, que pueda estar soltera, que pueda tener hijos soltera, que pueda estudiar lo que quiera, que no tenga que depender de nadie”, en resumen, se trata de “tener una libertad que antes no se tenía”.

Lola cree que ahora se piensa más en “trabaja para poder mantenerte y no en cásate para poder mantenerte”.

Posiblemente, en unos años, las cuatro estarán trabajando de enfermeras y sobre el ámbito laboral creen que aún queda mucho por hacer, por lo que ahora mismo no ven que haya igualdad en todo esto. “El machismo está muy arraigado en la sociedad y no se puede quitar de un día para otro, hay que hacerlo gradualmente”, opinó Safa. Ella explicó que ahora se está cambiando la mentalidad en los centros educativos y en el día a día, pero que en el ámbito labora queda mucho por hacer porque “siempre se tiene preferencia por los hombres por temor a que las mujeres se queden embarazadas”. Lili piensa que en otras profesiones esto no están tan arraigado porque aún se ve la enfermería como algo de mujeres, pero Lola matizó que aunque eso sea así, “un señor mayor siempre va a respetar mucho más al enfermero que a la enfermera, entonces aún tiene que cambiar nuestra profesión”.

Si ellas tuvieran la posibilidad de cambiar algo, Lola apostó por la educación como lo más importante, porque explicó que si cambia la mentalidad de los niños pequeños, luego no se tendrá que incidir en el mensaje contra el machismo.

Safa cree que el machismo no se debe curar, sino prevenirlo desde la educación desde que somos pequeños para adquieran unos valores de igualdad y dejarán de ver cosas que ven y se siguen haciendo.

¿Y en Melilla qué cambiarían? Todas se ríen. Lola tomó el primer turno de palabra y expresó “que nos respeten, que no somos de su propiedad y que dejen de mirarnos así” pues afirmó que “se puede poner lo que le dé la gana y que no está provocando a nadie”. “¡Eso sobre todo!”, se sumó Lili, quien aseguró que la forma en la que le gusta es porque quiere y le gusta, no por impresionar a nadie, ”que lo entiendan”, expresó. Las cuatro coinciden en que se siguen viendo a las mujeres como objetos y que “están hipersexualizadas”. Andrea añadió que también ha visto que Melilla es muy homófoba, pues ha sido testigo de comentarios malintencionados sobre mujeres que se están besando, como que “nunca han encontrado un buen tío”. Lola contó que vino su novia a visitarla a Melilla y le dijo “no soy capaz de darte un beso en la calle porque me da muchísimo miedo” a que les dijeran algo o viniesen a molestarla .

Para concluir, Andrea expresó que “hay que hacer muchos cambios en España, porque aunque se esté luchando hacia delante, hay algunos partidos políticos que van hacia atrás y que hay que tener muchísimo cuidado con lo que dicen. Safa cree que “tanto hombres como mujeres deberíamos pensar que el mundo es nuestro y que no se tendría que tratar a la mujer de forma diferente” y habrían de luchar los dos por igual y ayudarse.

“Respeto, igualdad y ayudarnos entre nosotras, somos todas un equipo”, expresó Lola. Lili pidió “mucha educación, que se cambien todas las formas de educar y también en nuestra religión islámica, que tiene que progresar mucho más, que ya lo ha hecho, pero que aún le queda”.

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