No sólo es el país que más ansiolíticos adquiere, sino que somos una población que está sobremedicada, y de ello dan muestra las cifras de venta de medicamentos con receta. Año tras año se incrementa el número de dispensaciones en farmacia, sobre todo en grupos específicos como analgésicos y antipiréticos, ansiolíticos y antidepresivos, los relacionados con los problemas gástricos, las estatinas y los opiáceos.
En 2022 se vendieron en España 111 millones de envases de ansiolíticos y antidepresivos. Un 30 por ciento más que hace una década, 25 millones más de cajas de medicamentos. Juntos, ambos preparados, suponen la cúspide de la tabla de venta de fármacos con receta. Y entre ellos, los más frecuentes son las benzodiacepinas, utilizadas para tratar problemas de ansiedad. De hecho, según el último informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes nuestro país ocupa la segunda posición, a nivel mundial, en el consumo lícito de estos medicamentos. Sólo nos supera Bosnia-Herzegovina, aunque si nos detenemos en uno de los principios activos, el diazepam, España es líder mundial de consumo, con un incremento entre 2020 y 2021 del 110 por ciento.
El COVID
Tras esas cifras, la lectura de expertos como el doctor Lorenzo Amanteros, portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia es que "estamos viviendo una intolerancia a cualquier trastorno emocional. Existe un gran temor a la perdida de salud y esto conlleva un incremento de medicación y consultas que en otro momento y en otro lugar y en otra época de la historia podrían haber sido más banales, pero ahora ese sentimiento de debilidad emocional y física hace que se consulte absolutamente todo". Atribuye el doctor Armenteros esa debilidad social el Covid, que ha provocado "un empeoramiento clarísimo de la salud mental, pero no desde el punto de vista de que haya más patologías de salud mental diagnosticada sino que hay una intolerancia muy superior a cualquier trastorno emocional. El Covid ha hecho que emocionalmente seamos mucho más débiles y nos ha dejado un gran temor a la pérdida de salud"
El consumo de analgésicos asciende un 13 por ciento
Tras los medicamentos relacionados con la salud mental, el siguiente gran grupo por recetas lo constituyen los analgésicos y antipiréticos, con un volumen de ventas de casi 92 millones de envases en 2022 y un crecimiento cercano al 13 por ciento respecto al año anterior, aunque tomados como subgrupo terapéutico, la categoría de analgésicos, en global, supuso el mayor volumen de ventas con 131 millones de cajas dispensadas. Junto a ellos, y con un incremento del 9 por ciento sobre 2021, los fármacos opiáceos. En la última década han pasado de 23 millones vendidos en un año a los 35 millones de cajas dispensados el año pasado. Estos fármacos, entre los que se sitúa el conocido Tramadol, generan un importante problema de dependencia que en Estados Unidos está adquiriendo ya tintes de epidemia.
El tercer grupo de medicamentos por volumen de ventas lo constituyen los relacionados con la acidez estomacal o el reflujo, entre ellos, el más famoso, el Omeoprazol. En conjunto se vendieron en 2022 en las farmacias españolas 74 millones de envases. Por detrás los medicamentos contra el colesterol, las estatinas, que vendieron 73 millones de cajas, un 20 por ciento más de las vendidas en 2012; 12 millones más de envases.
La estadística de consumo de recetas del Sistema Nacional de Salud, publicada por el Ministerio de Sanidad, supone una radiografía de las patologías más frecuentes de los españoles, ya que los fármacos más vendidos, con receta en farmacias, se asocian a patologías de salud mental, dolor, hipertensión arterial, colesterolemia, acidez estomacal o reflujo, diabetes y procesos inflamatorios o reumáticos.
Los antibióticos, también motivo de preocupación por el aumento de las resistencias bacterianas, quedaron en 2022 fuera de los diez grupos farmacológicos más vendidos. Aún así se dispensaron en farmacias más de 30 millones de envases, un 27 por ciento más que el año anterior.
La falta de psicólogos en atención primaria, la inestabilidad laboral, el stress en el trabajo o las nuevas tecnologías se sitúan como algunas de las causas de este ascenso en el consumo de ansiolíticos. El hecho de no poder recurrir a un psicólogo hace que muchas personas opten por solicitar esta receta al médico de familia y automedicarse. A largo plazo estos medicamentos se transforman en una adicción para el paciente, convirtiéndose en una espiral de la que es muy difícil salir sin la ayuda de una mano experta.
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