La selección española se reencontró con el triunfo en Albania, donde derribó el muro defensivo local con tantos de Diego Costa y Nolito, para arrebatar el liderato a su rival tras un ejercicio de paciencia con premio (0-2) y que pudo ser mayor si Italia no hubiese ganado al final.
El dominio sin pegada de Turín dejó aspectos a pulir en una nueva salida dura a Shkoder. Julen Lopetegui es uno de esos técnicos de la nueva hornada estudiosos del fútbol hasta casi la obsesión. Ensaya variantes tácticas para modificar sobre la marcha. El control fue total pero tras perdonar las pocas ocasiones que concedió el rival en el primer acto, hacía falta acierto para no entrar en un bucle. Albania no tuvo complejos para encerrarse con defensa de cinco en su terreno. Si lo había hecho Italia de local, con empate final, su idea se reforzaba aún más. España necesitaba velocidad y verticalidad para conectar con Diego Costa, atrapado en una telaraña de centrales.
Para España, el partido era un ejercicio de paciencia. Cuando no derriba el muro rival pronto, se ve obligado a insistir intentando no perder su estilo cayendo en balones largos a la nada.
Albania se asfixiaba ante la presión, sin salida de balón y se jugaba todo a un exceso de confianza español. Un error de Busquets en la salida de balón levantaba el ánimo a la fiel afición local, que disfruta del momento de su selección tras jugar la Eurocopa. Cuando pasaban el centro del campo explotaba la fiesta. Koke caía a la izquierda y Vitolo a la derecha. Cambiaban de banda buscando mayor protagonismo mientras Iniesta intentaba trazar espacios con paredes. Su tarea era complicada y Thiago acabó mostrando su calidad en balones picados a la espalda de la defensa rival con el exterior de su pie.
Costa perdonó un cabezazo a pase de Ramos y la única llegada de Albania, que no tiró a la puerta de De Gea en todo el partido, llegó en un contragolpe que culminó Roshi con un disparo al lateral de la red. Fueron los únicos momentos, en el final del primer acto, cuando España se precipitó con balones en largo y disparos desviados tras rechaces. Era un asedio con los albaneses despejando como podían cada ataque encerrados en su área.
El guión se repetiría en la segunda mitad con la diferencia del acierto en el remate español. Piqué volvió a tener la primera, pero remató a las manos de Berisha, antes de que España pasase factura al único error grave de su rival. De un mal saque de puerta salió el pase de Vitolo a Silva y la generosidad del isleño para regalar el tanto a Diego Costa. Premio a su lucha incansable. Fin a un nuevo debate en torno a su figura. En diez minutos la Roja encontraba el premio tan buscado y con el marcador a favor no cambió su idea. Fue a por más y lo consiguió con rapidez. Nolito, recién entrado al partido, porfió un balón y con calidad puso su disparo cruzado ajustado al poste. Era la sentencia. El fin de un partido durísimo precedido de diluvio y que tuvo su fin tras un aguacero, un susto con lesión de Ramos y el paseo final con la bonita ovación de la afición albanesa al maestro Iniesta.
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