Javier Jiménez-Ugarte (Madrid, 1947) ha sido Embajador de España en Grecia antes de la entrada en vigor del Tratado de Schengen, en Suecia y en Argelia. Además, fue secretario general de Política de Defensa en el Ministerio y cónsul general en el norte de Marruecos –en Tetuán y Nador-, por lo que conoce bien la realidad de las dos ciudades autónomas. Esta semana fue el protagonista del capítulo 19 del podcast Foco Sur, del Observatorio de Ceuta y Melilla. Cuando se tiene la oportunidad de entablar una conversación con alguien tan ducho en la realidad actual de la zona, no se puede más que sentarse a escuchar lo que cuenta.
-Como dije en el podcast, yo la veo clara y constante en la historia y así debería seguir siéndolo. Por lo tanto, diría inamovible. España no quiere reivindicar nada. Marruecos reivindica algo que nosotros no podemos darle, que es la ruptura de nuestra unidad territorial. Desde ese punto de vista, España debería estar tranquila. Eso sí, debería estar alerta, porque hemos visto que a veces, a través de otras vías, la autodeterminación, se intenta doblegar ese principio de nuestra unidad territorial. Yo, por mi experiencia vivida, sé que la mayoría de los residentes allí se sienten todos muy españoles y evidentemente votarían en contra de cualquier desaparición de su españolidad.
Pero, dicho esto, no quiero ocultar, y así lo dije en el podcast, que la situación no es pacífica, porque tenemos enfrente un amigo, un país con el que colaboramos y con el que hemos tenido una muy activa política de cooperación, un país que está cogiendo cada día más fuerza económica y social, un país que está muy unido y consolidado. La monarquía, primero de Mohamed V y ahora de Mohamed VI, está desarrollando grandemente el país, pero es cierto que también está impulsando una mayor política reivindicativa que en el pasado.
Eso hace que hayamos tenido problemas, que no funcionen las aduanas, que ya no se genere un tráfico de mercancías, del cual ambos países se beneficiaban, y que las fronteras estén casi inaccesibles. Es una situación peor que la anterior para los residentes españoles en Ceuta y Melilla, pero también para los ciudadanos marroquíes en Nador y Tetuán, porque unos y otros estaban muy vinculados y cercanos. Aunque todos comprendemos la necesidad de mejorar económica y socialmente la situación en las zonas colindantes, y evitar problemas variados incluso de orden público, las medidas marroquíes, en mi opinión, no deben contribuir a deteriorar la pasada convivencia por exclusivas razones de política interior. Eso termina generando una caída de la calidad de la situación económica y social en ambas partes de la frontera desde el punto de vista español. Y, desde el punto de vista marroquí, se trataría de dar pasos adelante en favor de una reivindicación, a pesar del costo que conlleva para las respectivas poblaciones.
Todo esto sucede frente a épocas anteriores, cuando la ́reivindicación ́ no era el asunto más prioritario, porque se sabía que había grandes ventajas de que Marruecos tuviera en su territorio geográfico, que no político, dos ciudades españolas y europeas, y tuviese una frontera con la Unión Europea..
-Eso hace que hayamos tenido problemas, que no funcionen las aduanas, que ya no se genere un tráfico de mercancías del cual ambos países se beneficiaban y que la frontera esté inaccesible. Es una situación peor para los residentes españoles y también marroquíes en Nador y Tetuán, porque era gente que estaba muy vinculada a lo que sucedía en las ciudades de Ceuta y Melilla. Eso termina generando un deterioro de la calidad de la situación económica y social en ambas partes de la frontera desde el punto de vista español. Desde el punto de vista marroquí, es un paso adelante en una reivindicación que va fortaleciéndose.
Todo esto sucede frente a épocas anteriores, cuando no era el asunto más prioritario porque se sabía que había grandes ventajas de que Marruecos tuviera en su territorio geográfico, que no político, dos ciudades españolas y europeas y tuviese una frontera con la Unión Europea.
-Yo creo que España (y no estoy haciendo una defensa del Gobierno) no ha entregado el Sáhara, porque no lo tenía. Lo que sí es cierto es que ha cambiado su posición, y ha hecho un brindis en favor de los planteamientos marroquíes, esperando que los mismos puedan imponerse, pero no es España quien puede decidir si impone esos planteamientos. El asunto del Sáhara está en las Naciones Unidas e incluso el Gobierno español, a través de su hiperactivo joven Ministro de Exteriores, Albares, - que nos ha metido en este berenjenal que tanto está afectando nuestra relaciones con unos y otros países árabes amigos, especialmente con Argelia - ha venido a reconocer que el asunto sigue siendo internacional y estando en manos de la ONU.
Desde ese punto de vista, yo creo que en modo alguno la cuestión del Sahara está ya superada. Sigue habiendo un enviado especial de las Naciones Unidas para resolverla. Quizás no tiene la buena acogida que tuvieron en su momento grandes mediadores como Baker, -entonces un abogado de prestigio con uno de los despachos más importantes en Texas- , que estuvo años intentando resolver el asunto, y a punto de lograrlo.
-Las relaciones entre España y Marruecos con Ceuta y Melilla, en el fondo serán siempre ricas y complejas. España es un país con una historia centenaria, con una monarquía que gobernó el mundo. Esa España ha heredado situaciones conflictivas y entre ellas figurarán siempre nuestras ciudades en el norte de África. Y, por parte de Marruecos, está su plan de expansión geográfica y de potenciamiento de su imagen en el exterior, con una presencia creciente en muchos foros. Así, impulsa una competencia con los puertos españoles claramente decidida, como en Tánger-Med frente a Algeciras. El desarrollo turístico en el norte de Marruecos, compite cada vez más con la gran oferta turística de España.
Estamos ante la vida misma, podría dar otros muchos ejemplos. Frente a ello, no procede ceder. He aprendido, después de 45 años de gestión diplomática y consular, que no hay que asustarse de los problemas que tengamos en el exterior de nuestras fronteras. Hay que hacerles frente y seguir defendiéndonos por medios justos, y, a veces, contratacar.
-Una crítica que a veces hago a la posición del Gobierno es cuando parece olvidar que Ceuta y Melilla tienen importante vertiente que afecta a la soberanía española. Por lo tanto, procede llevsarlo con el mayor interés y dedicación, y siempre al máximo nivel como hace Marruecos. A veces siento que nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores no está tan presente en el asunto de Ceuta y Melilla como debería estar, cediendo protagonismo a otros como Departamentos como Interior, o Administraciones Púbicas. He visto que hay asuntos delegados en las Autonomías concernidas, o incluso autoridades locales, y eso no me parece bien. Me parece un riesgo. Tiene que estar siempre presente el Ministerio de Exteriores en esta cuestión. Creo que es la mejor defensa que podemos hacer, porque, si dejamos un asunto que afecta a la soberanía y a la historia en manos de quienes pueden tener otras prioridades, no tenemos el mismo dominio del asunto que tendríamos si lo analizan junto con otros profesionales como los diplomáticos, conocedores y defensores desde siempre del Derecho Internacional y de nuestras realidades históricas y, por lo tanto, garantes de que Ceuta y Melilla seguirán siempre siendo españolas..
-Yo no debería de verlo. Hay gente que cree que sí. Igual encontramos a otras personas que no hayan estado en Ceuta y Melilla, incluso españoles, que digan “qué más nos dan Ceuta y Melilla”. Sin embargo, tenemos al presidente de Ceuta, que viene continuamente a la península, y al presidente de la Ciudad Autónoma de Melilla, - uno y otro democráticamente elegidos -, que afortunadamente está siempre dispuestos a combatir esas ambigüedades. Ellos saben que hay riesgos y, por eso, seguirán defendiendo una realidad muchos siglos centenaria, lo que yo mucho valoro y elogio. Sigo creyendo, como ellos, que no procede cerrar los ojos ante la terminología que aparece en los periódicos oficiales marroquíes como 'ciudades ocupadas', o 'colonias', o 'enclaves ', totalmente contraria a la realidad. No cabe negar, pues, que hay peligros y que la situación exige continua atención, pero yo sigo creyendo que la posición de España es más sólida que la posición de Marruecos y que, por lo tanto, no podemos dejarnos intimidar..
-El problema de la inmigración no es un problema de soberanía, sino que es un asunto que a veces se maneja para presionar en cuestiones soberanas cuando una cosa no puede influir en la otra. El asunto de la inmigración habrá que resolverlo, pero para nada habrá que ceder en la soberanía. Y en las relaciones bilaterales, para que mejoren, tendrá que haber por parte marroquí actitudes que no incrementen el problema histórico existente, sino que lo controlen, como ha sucedido en el pasado, en beneficio de los dos países y, sobre todo, de sus ciudadanos.
Es evidente que el norte de Marruecos se está convirtiendo en un polo de desarrollo de las manos del joven Rey, y eso está siendo también gracias a lo que ha sido la historia de esa zona, que se ha forjado siempre en contacto con las ciudades de Ceuta y Melilla.
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