Opinión

Esos cafres, vándalos y delincuentes

Se les podría denominar de muchas maneras más a esa lacra de la sociedad, que sin obtener apenas beneficio, hacen mucho daño a otros vecinos de Melilla ‘jodiéndoles’ (perdón por la expresión, pero es así) el coche, ahora rompiendo lunas del mismo para acceder dentro y arrasar con tres o cuatro cosas que a los propietarios les fastidiará mucho, por si fuese diferente documentación a la hora de renovarla, además del trasiego de acudir al taller, al seguro y en la mayoría de los casos si no es a todo riesgo, posiblemente toca rascarse el bolsillo, y está la cosa como para esos gastos extraordinarios.

Lo dicho, son ‘sanguijuelas’, gente despreciable que al parecer disfruta haciendo daño al prójimo. Creo haber leído hoy en El Faro, que ha afectado a unos doce vehículos, qué ‘alegría’ para sus propietarios al ir a coger su coche por el motivo que sea en esa zona cercana al aeropuerto y creo que a la frontera. Animaladas, salvajismo y vandalismo, pero es lo que hay, con un código penal muy blando, la Policía los va cogiendo aún con el riesgo de ser agredidos en muchas ocasiones, pero, pronto están otra vez en la calle para continuar delinquiendo.

Yo recuerdo, que con ocasión de mi último viaje a Melilla, embarqué mi vehículo Ford Orión, de esto hará unos 32 años aproximadamente ya que lo fue para acudir al bautizo de mi sobrino Juan Antonio. Un sábado, o bien domingo por la tarde acudo con mi hermano Manolo a ver un partido de la U.D. Melilla al Álvarez Claro, allí dentro, en zona de sol saludé a varios amigos de los años 60, y entre ellos, a mi vecino del Monte María Cristina Pepe Alonso, salíamos muchas veces juntos. Un rato antes de que acabase el partido nos dice que se marchaba, pero al rato regresa y me dice: “Antonio, ¿un Ford matrícula de CS (Castellón) es tuyo?”, le contesto que sí y me dice que me habían roto el cristal delantero derecho. Salimos corriendo y serían pues las 8 o 9 de tarde, era verano y aún lucía el sol. Efectivamente, era mi coche y me fastidió bastante, por suerte alguien los vería y no les daría tiempo de registrar el coche, todo lleno de cristalillos, eso sí. Además, como era sábado o domingo a esa hora señalada, no lo podía llevar a un taller directamente, y qué hacía, me daba miedo y reparo dejar el coche así en la calle, no teníamos garaje, entonces a mi hermano se le ocurrió hablar con su cuñado Nani (Mariano Albadalejo, Q.E.P.D.), yo también lo conocía, gran persona, ahora hará unos 15 años que desgraciadamente falleció. Él nos ofreció guardar el coche dentro del recinto de la COA para recogerlo el lunes y llevarlo al taller cercano por el Industrial, ese lunes por la noche embarcaba de regreso a la Península, todo precipitado. Lo más curioso del viaje que hacía de noche desde Castellón, por la mañana volaban hacia Melilla desde Almería, mi esposa y mis tres hijos. Cerca de Totana, en Murcia, algo golpea estruendosamente en el parabrisas del coche, quedando bastante resquebrajado. Cerca de un restaurante paro el coche y encima del capó había quedado una pieza de hierro de otro vehículo y estaba casi ardiendo, acababa de pasar un camión no muy grande de sondeos en dirección contraria. Me bajo y otro conductor que paró allí mismo, me dijo que un poco más adelante estaba parado por avería dicho camión. Me acerco con la pieza que era casi como el puño y reconoció que era suya, a ese camión lo acompañaba una furgoneta más pequeña. El camión sin papeles del seguro, el de la furgoneta decía que los tenían en Cartagena, vaya tela.

Me tocó esperar como un par de horas a que trajese el seguro. Tomamos los datos y me dijo que si iba a Almería, que en tal dirección la empresa de sondeos me atendería y que les llamaría para dar cuenta del hecho. Total, que toda la noche conduciendo con el cristal en mal estado con el miedo de que se rompiese todo.

Cuando llegué a Almería, esa empresa estaba muy céntrica, pero aún no habían abierto. Desayunamos allí cerca y cuando abrieron, sin ningún problema me indicaron el taller donde me cambiarían el cristal o luna frontal, mientras llevaba a mi familia al aeropuerto. El dueño llamó al taller dando la descripción de mi vehículo para tener lo antes posible la luna de repuesto. Menos mal que yo embarcaba por la noche, me lo arreglaron a eso de las 13:00 horas. Ya todo el día para soslayo mío, llevaba bañador y toallas a mano, así que bañito por el Zapillo y buena comida en un bar de madera y cañas en la playa del Alquián, muy buena comida y bien de precio. Allí, otro baño y descanso en una sombra. La tarde se me hizo larga por Almería hasta mi embarque, era agosto y mucho calor.

Es la segunda o primera anécdota dos cristales rotos durante el viaje y estancia, uno accidentalmente y el otro por capricho de unos cafres desalmados, como el caso ocurrido hace dos días en Melilla. Siempre han existido estos animales, con perdón de los auténticos animales, antes ahora y siempre y se les debe aplicar el castigo que se merecen según sus hechos delictivos, pero no entrar por una puerta y salir por la otra.

Salud paisanos y muy buen verano.

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