Opinión

Un escándalo de proporciones incalculables

LO que ha sucedido en Melilla es un verdadero escándalo. Lo cuenten como lo cuenten. Lo miren como lo miren. Celebren las ruedas de prensa que quieran dar. Pero tengamos claro que la culpa no es del consejero de Salud Pública, Mohamed Mohamed Mohand, sino del Ingesa, simplemente y llanamente del Ingesa.

Pero pongámonos en situación. El pasado sábado nos enteramos que Melilla ya no estaba rondando los 2.000 contagiados de coronavirus, cifra que se ha estado a punto de traspasar, sino que contamos con quinientos curados nuevos. Vamos, que el 25% de los positivos estaban curados. Y la explicación que se da por parte del Ingesa es que los médicos de Atención Primaria habían estado dando altas desde el pasado mes de julio y que los mismos, por las razones, que nadie puede ofrecer, porque es difícil por no decir imposible, resulta que no se comunicaron.

Y de pronto, tras las primeras críticas por parte del consejero de Salud Pública, resulta que todo el mundo se le echa encima. De manera principal, los profesionales sanitarios. En sus declaraciones de ayer quiso ser muy específico y dejó sentado que la culpa no era de los profesionales, que bastante tienen encima y nos estamos refiriendo a los médicos de Atención Primaria.

Aquí no estamos hablando de la culpa de unos profesionales. Aquí estamos hablando de un fallo administrativo, de un fallo de la organización. Desconozco, por supuesto, como es el sistema de recuento de las personas contagiadas y de qué manera se realizan las estadísticas. Son cuestiones internas de la Dirección Provincial del Instituto Nacional de Gestión Sanitaria en la ciudad. Repito que es un fallo administrativo, no un fallo de los médicos de Atención Primaria, quienes bastante tienen con la presión que sufrían antes de la pandemia y que ahora se ha multiplicado.

Aquí, para no encontrar a los verdaderos culpables, resulta que se quiere despistar hablando de las palabras de Mohand y ese supuesto ataque a los profesionales sanitarios que nunca se ha producido. Aquí, para no encontrar a los verdaderos culpables, se habla de que son fallos que también se han cometido en otras autonomías (no recuerdo, por supuesto, que en otros comunidades se haya mencionado, de pronto, que el número de contagiados había bajado un 25%). Imagínense el escándalo que hubiera supuesto en Asturias, en Madrid o en Extremadura, si de pronto, el consejero de Salud correspondiente, que tiene tanto las competencias sanitarias como las competencias de Salud Pública sale y dice que se ha reducido el número de contagiados en un 25%. El consejero ya no estaría en el puesto porque se hubiera tenido que ir muerto de vergüenza. Así que, por tanto, veamos quien es el que se tendría que ir en Melilla y no es, desde luego, Mohamed Mohamed Mohand.

Sin embargo, como hay políticos que toman por tontos a los ciudadanos, resulta que todavía anuncian y no se esconden debajo de una alfombra, que es muy probable que en los próximos días anunciarán todavía muchas más altas. El Ingesa en Melilla tiene muchas deficiencias y la mayor parte de las mismas no son por culpa de sus dirigentes locales, sino por la desidia demostrada por parte de sus responsables en Madrid. Pero este caso es puro y exclusivamente de responsabilidad local.

La obligación que tiene la delegada del Gobierno, como representante del Gobierno central en Melilla y máxima responsable de Administración General del Estado en la ciudad, es abrir una investigación y exigir responsabilidades porque lo que no es normal no lo es. Las equivocaciones pueden existir y en política esas equivocaciones se pagan y nada más que existe una manera: decir adiós u obligar a decir adiós. Y no pasa nada porque resulta que nadie es imprescindible. Es la única manera de responder no solamente ante la oposición sino, de manera principal, ante los ciudadanos de Melilla.

Porque es un insulto hacia los ciudadanos, los verdaderos paganos de esta pandemia del coronavirus, con sus graves consecuencias tanto de salud, como económicas y sociales, que hayan tenido que comprobar día tras día el incremento exponencial del número de contagiados, cuando resulta que todo era una mentira, una verdadera mentira. Una pandemia que produce unos efectos psicológicos devastadores para la población que ha observado, impávida, como nadie se fía ya de acercarse a nadie y más cuando ves que la situación va de mal en peor. Es que no nos podemos olvidar que con las cifras que se barajaban, casi el 2,5% de la población de Melilla, era positiva. Una cifra que trasladada, por ejemplo, a la Comunidad de Madrid, con siete millones de habitantes, casi 200.000 personas están contagiadas ahora mismo.

El PSOE tiene en su mano, porque el Ingesa está en sus manos, el dar una aclaración completa a la oposición y no ponérsela a la oposición como se las ponían a Fernando VII. Y vuelvo a repetir al final que la culpa no es del consejero, sino que miren al otro lado.

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