“Con un envoltorio de comedia, ‘Héroes’ tiene un punto ácido”

  • Interpreta en la obra de teatro ‘Héroes’ a un veterano de guerra muy “loco” que pasa sus últimos días en una residencia

Hace de Ernesto en la serie de televisión ‘El Ministerio del Tiempo’. Y Juan Gea (Valencia, 1953) también está ahora de gira con la obra de teatro ‘Héroes’, que pasará por el Teatro Kursaal de Melilla el viernes y el sábado, en la que interpreta a un loco muy loco. Las funciones serán a las 20:30 horas y en ellas comparte escenario con Iñaki Miramón y Luis Varela. Va a ser la primera vez que el actor visite nuestra ciudad y dice sentir una gran curiosidad, aunque está convencido de que es mucho más que una frontera.

–¿Qué ofrecerá ‘Héroes’ al público melillense?

–Es una mezcla entre los hermanos Marx y unos diálogos absurdos. Con ese envoltorio de comedia, es una reflexión sobre la gente mayor, a la que el mundo ha dado ya de lado. No cuentan ya para nadie. Se les da por inútiles. Ya solo les queda esperar hasta que llegue la hora de marcharse. Pero estos personajes destacan por sus intentos de marcarse objetivos para salir adelante. Por eso son héroes, por todo lo que hacen para mantener viva la esperanza. Son tres militares retirados que están en París en una residencia y solo se tienen a ellos tres. El personaje de Luis (Varela), Henry, es muy muy cojo. Iñaki (Miramón), que hace de Philippe, tiene un trozo de obús en la cabeza y se desmaya cada dos por tres. Y mi personaje, Gustave, es agorafóbico y solo soporta a estos dos. Y está más loco de lo que pensamos. Los tres pasan sus días en la residencia hablando de sus aventuras, inventándose cosas, criticando a una monja que piensan que los quiere matar. Hasta que mi personaje plantea escaparse de la residencia. ¿A dónde? Pues a un sitio que es imposible.

–¿Qué le ha enseñado Gustave?

–Destacaría de mi personaje el espíritu de no rendirse nunca. Es el que está más loco de todos. No puede ver a las personas pero un día decide que va a tratar con la gente, con todo su miedo y con toda su agorafobia. El estímulo, las ganas de vivir y ser capaz de inventarse algo que le dé una esperanza para salir adelante es lo que destacaría del personaje.

–¿Es difícil hacer reír a la vez que se hace pensar al público?

–El tema es grave. Mucha gente se identifica porque es un punto al que podemos llegar cualquiera de nosotros. El público se ríe mucho, muchísimo. Pero luego no dice: ‘¡Ay, qué comedia más divertida!’ No. Con un envoltorio de comedia, tiene un punto muy ácido. Yo me acuerdo de que para una función que hicimos en Valencia, nos hicieron una entrevista en una radio y la persona que nos entrevistó había ido con su madre y nos dijo: ‘Cómo nos hemos reído y cómo hemos llorado’. El público no se queda solo con la cáscara de fuera, que es una comedia muy bestia. Realmente, coge esa reflexión. A veces, durante la función, la gente está riéndose muchísimo y de repente sueltas una frase más seria y es como si se parase el tiempo...

–¿Por qué son héroes?

–No son héroes de guerra porque a unos les fue bien y a otros, mal. Son tres héroes de vida. Lo mismo da que sean tres militares que tres actores que tres fontaneros. Son tres personas que en esa situación son capaces de salir adelante.

–Trabaja con otros dos actores consagrados. ¿Cómo está siendo la experiencia con sus compañeros de reparto?

–Genial. Nunca habíamos trabajado antes. Y desde el primer día hemos congeniado muy bien. Yo me siento muy orgulloso de compartir el escenario con ellos. Nos apoyamos muchísimo en la obra y la relación que llevamos fuera es genial. Yo diría que casi nos hemos mimetizado con los personajes. Llevamos más de un año con la gira y ya tenemos contratadas actuaciones hasta mayo de 2018. Nos va a dar mucha pena cuando se acabe.

–¿Qué se ha dejado la crisis por el camino en el teatro?

–En los periodos de crisis, la gente necesita más distracción y el público ha aumentado. Lo que nos hizo mucho daño antes de la crisis fue el 21% de IVA. Las producciones son mucho más caras. Pocas compañías comerciales montan obras con siete u ocho personajes. Hemos vuelto como doce o trece años atrás en cuanto a las condiciones. Pero los espectadores han subido. En épocas de crisis, la realidad es tan cruda que la gente necesita evadirse. A veces es difícil pagar una entrada pero el público lo hace para que descanse un poco la cabeza.

–Ha trabajado en varios formatos. ¿Qué tiene el teatro frente al cine o la televisión?

–Me gusta todo. Hay series, por ejemplo, como ‘El Ministerio del Tiempo’, en el que rodamos practicamente como en el cine. Pero en las series diarias, se rueda muy rápido. Te mantiene muy activo y desconoces los guiones que te van a venir. No tienes tiempo para trabajar los personajes a fondo. La ventaja del teatro es que puedes preparar más; puedes equivocarte, acertar. La sensación del teatro al abrirse el telón, y de que tú seas el responsable de tu éxito o de tu fracaso, es maravillosa. Sentir al público también es impagable. Si tuviera que elegir, me quedaría con el teatro.

–’El Ministerio del Tiempo’ ha creado una legión de fans, los ‘ministéricos’. ¿Qué le ha aportado la serie?

–Es un orgullo estar en un producto nuevo que ha sido tan bien acogido y aceptado. Es novedoso por la idea, que no tiene fin. Apostamos todos mucho para sacarlo adelante. Estamos demostrando, tanto con ‘El Ministerio’ como con otras series, que la televisión no es la hermana pequeña del cine.

–Esta serie le permite interpretar además varios personajes. Le estoy imaginando haciendo de Torquemada...

–[Risas] Sabía que me lo iba a decir... Fue un lío monumental porque había que hacer de Torquemada, de su padre... El rodaje fue el Día de la Marmota. Fue un follón aunque para un actor es duro pero muy interesante.

–¿Qué novedades trae la serie?

–En esta segunda parte de la tercera temporada siguen las aventuras con personajes nuevos y otros que repiten. La propia entidad de El Ministerio también tendrá más protagonismo, que lo había perdido en la primera parte. Ocurren cosas muy graves y hasta está a punto de desaparecer. Viene con más potencia que la primera parte. Y parece que TVE tiene intenciones de continuar con la serie con más capítulos.

–Si tuviera la capacidad de Ernesto para viajar por el tiempo, ¿qué cambiaría de la historia?

–Cambiaría todas las situaciones de guerra. Yo no tengo ninguna necesidad de conocer a El Cid pero me gustaría volver a los años 75-78, cuando empieza la democracia, que yo esa época la he vivido. Estábamos al borde del cambio, había mucha utopía y muchos ideales. Fue una época muy interesante. Volver a esa época, sabiendo lo que sabemos ahora, daría muchas ganas de cambiar cosas. Esos años los recuerdo con mucho cariño. Hoy se vive demasiado rápido.

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