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Thierry Feuteu: “Cuando llegué a Melilla, pensé que ya era libre”

Thierry Feuteu es un joven de Camerún que un día se despidió de su padre asegurándole se iba a un torneo de rugby cuando en realidad comenzaba un camino de migración que le llevaría a cruzar África hasta llegar a Marruecos. Saltó la valla de Melilla un 24 de mayo de 2014. Junto a él otros jóvenes cruzaron esas tres alambradas y la sirga tridimensional, que ya no se encontrarán los que tomen la decisión de intentar llegar a Melilla ahora por ahí. Aunque sí que tendrán concertinas y fosos en la zona de Marruecos. Feuteu pasó de ser un ‘ilegal’ en España a formar parte de su selección de rugby con la que debutó el 17 de marzo del pasado año contra Alemania. Tiene un recuerdo bueno de Melilla. Aquí pudo comer y dormir bajo techo, afirma, e incluso jugar al rugby en la playa con el equipo de la ciudad. Subraya que jamás volvería a optar por este camino migratorio y asegura intenta disuadir a todos aquellos que le piden consejo de que tomen esta ruta porque se juegan la vida.

–¿Por qué tomó la decisión de salir de Camerún e iniciar este camino de migración?

–Yo no sabía que iba a iniciar este camino. Mi idea era ir a jugar al rugby a Marruecos. Un amigo me dijo que estaba jugando en este país y tomamos la decisión con otros de ir a Marruecos para jugar allí a este deporte. En Camerún las cosas iban mal y no había nada.

Nos fuimos dos compañeros del equipo y según llegamos a Marruecos mi amigo me dijo que no era cierto, que no estaba jugando a rugby, sino que estaba intentando entrar en Europa.

Le preguntamos cómo iba a entrar, si era algo imposible. No había ningún camino para ello.

Al día siguiente, nos llevó a Nador y hasta el Monte Gurugú. Por la noche, subimos hasta arriba del monte y nos dijo: “¡Mirad ahí enfrente! ¿Veis donde hay muchas luces? Allí está Melilla, España. Hay que cruzar y estamos en Europa.

Al escucharlo parecía una cosa fácil, pero no. “¿Si es tan fácil llegar allí que hace toda esta gente aquí?”, preguntaba. Y me dijo que había policía y que no era fácil entrar. Estuvimos ahí intentándolo. Lo hice dos veces, pero no llegué ni a tocar la valla. Nos paraba la policía Marroquí. Lo conseguí el 24 de mayo de 2014.

–¿A quién dejó en Camerún?

–Pues a mi familia. A mis padres y mi hermana. Yo le dije a mi padre que me iba a jugar al rugby a otra ciudad para que no se diera cuenta de dónde iba. Si se lo hubiera comentado a mi familia nunca me habrían dejado ir.

–¿No hubo una despedida?

–No. Solo le dije a mi padre que iba a jugar un torneo en otra ciudad. Y me dijo que vale. Yo cogí mi mochila y me fui.

–¿Cómo fue el camino hasta llegar a Marruecos? Cuando hemos conocido otras historias de migrantes que pasan por la ciudad afirman que sufren mucha violencia.

–Es así porque hay muchos ladrones. En el camino hay trampas y cogen el dinero y lo que tienes. Es complicado. También hay mucha policía en las fronteras y hay que desviarse, por ejemplo, por bosques. Es un camino complicado. Y si se te acaba el dinero, hay que buscar un trabajo para poder ganar dinero y poder seguir.

–¿Dónde tuvo que trabajar?

–Trabajé en Argelia primero y luego en Marruecos. A veces nos contrataban para sacar las cosas de las casas o para recoger aceitunas. Luego en Marruecos conseguí a una familia que me acogió en su casa y trabajaba con ellos en su tienda.

–¿Cómo conoció a esa familia?

–A veces nos metíamos en las carreteras donde había semáforos para pedir dinero a la gente. Esa familia me vio y me preguntó si podría hacer algunos trabajos en su casa. Yo les dije que sí y me llevaron con ellos. Me preguntaron y yo les dije nuestra situación. Me dijeron que si me portaba bien que me podrían ayudar. Me preguntaron dónde dormía y yo les dije que en la calle. Y ellos me dijeron que tenían una habitación libre y que podía dormir con ellos y acepté encantado.

–¿Se separó del resto de los amigos con los que hizo el viaje?

–Sí nos dividimos cuando llegamos a Nador. Hubo un momento en el que la cosa empezó a ponerse fea porque cuando íbamos a la frontera la policía marroquí nos pegaba. A mí me entró miedo y me volví a la ciudad para buscar algo de dinero y poder sobrevivir. Aunque luego volvería a la frontera. Fue ahí cuando conocí a esa familia que me acogió. En algún momento se me pasó por la cabeza no volver a intentar entrar en Europa. Ellos me dijeron que me iban a ayudar a conseguir un equipo de rugby en Marruecos para poder jugar.

Justo la semana que íbamos a ir para que me enseñaran el equipo que me habían encontrado, hubo un grupo que entró en Melilla por la valla. Me puse triste y pensé que si hubiera estado con ellos me habría asegurado entrar.

Esta familia se dio cuenta de la tristeza. Les di lástima y me preguntaron si quería volver a intentar entrar. Les dije que sí. Me dieron dinero y volví a la frontera.

–¿Recuerda cómo fue la noche que saltó la valla?

–Fue el 24 de mayo de 2014 a las 5:00 horas de la mañana. Éramos muchos y nos tiramos de cabeza. La policía marroquí recuerdo que vino en coche para dividir al grupo. Y también golpeaba con el coche para dividir al grupo.

Me acuerdo que un amigo me dijo: “coge mi mano,sígueme y te llevo”. Así fue. Cuando tocó la valla y subió (silencio) y me llevó.

–¿Conocía a la gente que intentaba llegar a Melilla?

–Nos conocimos todos en Marruecos y en la frontera. Y finalmente entramos.

–¿Coincidió con alguna mujer o joven en el camino a Melilla?

–La verdad es que no. No me encontré con ninguna chica. Pero hay muchas que lo hacen. De lo que he oído, sé que ellas lo pasan peor porque sufren violaciones.

–¿Qué sintió cuando pisó Melilla? ¿Creyó que se había acabado todo o bien que le quedaba un camino largo por recorrer?

–Cuando llegué a Melilla pensé: “Ya soy libre”. Sabía que te tenían que sacar a la península, pero allí en el CETI (Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes) tienes una vida mucho mejor que cuando estaba trabajando en Marruecos. Allí te dan de todo. Tienes comida y te dan medicación si necesitas.

–¿Su experiencia fue buena en el CETI?

–Sí. Conocí al equipo de rugbi de Melilla. Se estaba montando y estaban entrenando en la playa. También entrené con ellos allí.

Aunque luego empecé a molestarme cuando comenzaron a trasladar a la gente. Vi que había llegado con ellos y recibían la salida pero yo no. Me empecé a preocupar de cuándo me darían a mí la salida para irme de Melilla.

–¿Tardaron mucho?

–Sí. Unos tres meses creo.

–¿Se llevó un buen recuerdo de Melilla?

–Tengo buen recuerdo de la playa, de la plaza donde íbamos a pasear y también visitamos un palacio que me gustó.

–¿Y de la gente?

–En el CETI conocí al jefe de los vigilantes del centro que le llamábamos ‘Chemó’ y se portó muy bien conmigo. Me daba muy buenos consejos. En el CETI había a veces tensión entre los chicos y actitudes de violencia porque todos querían irse a la península. Pero él me decía que estuviera tranquilo porque me iban a dar la salida. Me dijo que no me metiera en líos con aquella gente.

–¿Volvería a hacer esta ruta de migración?

–No. Ni jamás aconsejaré a nadie que lo haga. Con todo lo que he vivido y todo lo que he visto no aconsejo a nadie hacerlo.

–El Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo ha avalado esta semana que se puedan hacer devoluciones en caliente. ¿Cómo ve este tema?

–Yo no conozco la ley. Lo que sé es lo que dice la gente. Nos decían que cuando pisabas suelo español ya no te podían echar fuera.

Por eso a muchos chicos que entran en Melilla les encanta que les coja la Policía Nacional, porque con ellos tienes un 80% de ir al CETI. Pero cuando los cogen la Guardia Civil o la Policía Local te pueden echar fuera. Por eso, muchos chicos buscan incluso la Policía Nacional porque creen que les va a llevar al CETI porque nos decían que ellos sí cumplen la ley cuando cruzas y pisas el territorio Español. Pero eso es lo que nos decían. No conozco la ley. No sé cómo es.

–¿Cómo se puede evitar que otros jóvenes de Camerún tengan que salir de su país?

–Lo único que se puede hacer es montar negocios allí para que la gente consiga un trabajo. Y la gente deportista que encuentre dónde hacer el deporte. Muchos de los chicos que se van son deportistas. Hay que conseguir que se puedan ganar su vida haciendo deportes en Camerún porque, sino escogen cualquier camino para ir a cualquier país para hacer su deporte. Yo creo que si en Camerún se crea trabajo, la gente no se arriesgará a coger ese camino.

–¿Qué ha significado para el rugby para usted?

–Lo que me hizo salir de Camerún fue el rugby. No más cosas. Yo quería ir a Marruecos para ganarme la vida y ayudar a mi familia. Fue la única razón por la que salí de Camerún. No hubo otra.

Me encantan los deportes. Antes de jugar al rugby, jugaba al fútbol. Siempre me han gustado los deportes. Y cuando mi amigo me contó que en Marruecos se jugaba mejor al rugby y que se podía ganar uno la vida, pues decidí irme. Si no hubiera sido por esto, yo seguiría en Camerún a día de hoy.

–¿Pensar en jugar al rugby fue lo que evitó que tirara la toalla y volver a su país de origen?

–Sí. Yo sabía que lo que quería era jugar al rugby. Es mi deporte. Es la única cosa que se me da bien y que sé hacer. No sé hacer otra cosa. Por eso, cuando llegué a Europa no buscaba un trabajo. Lo primero que hice fue buscar un equipo de rugby para empezar a jugar. El único sitio donde me siento feliz, alegre y contento es en el campo cuando juego al rugby.

–¿Cuáles son sus objetivos ahora?

–Mi meta para el futuro es ser uno de los mejores jugadores de la liga francesa (donde ahora tiene su equipo) y clasificarnos con la selección española para el próximo mundial. Luego quiero volver a Camerún para montar una escuela de rugby y ayudar a los niños que no tienen familia y que duermen en la calle.

A los niños de Camerún les encanta el deporte. Pero no tienen posibilidad ni oportunidad de practicarlo. Muchos son niños sin familia y otros, aunque la tengan, no tienen dinero. Me gustaría que tuvieran escuelas de futbol u otros deportes. Yo quiero que los niños realicen sus sueños. Para mí será un honor y me encantaría poder hacer eso. De niño yo tuve ese problema y sé lo que es. Por eso quiero hacer este proyecto. Me encantaría realizarlo.

–¿La idea de montar una escuela empezaría ya?

–Ahora mismo estoy intentando recopilar ropa antigua, balones viejos de rugby y zapatillas que ya no usen entre los compañeros. Quiero llevarlo a Camerún este verano para los equipos de allí.

La escuela por la hora no sé si podré hacerla. Quiero volver y ver cómo están las cosas. Y si logro conseguir a una persona que sea de confianza quizás se pueda hacer algo este verano. Pero lo primero es volver y hacer un plan para empezar el próximo año.

Mi objetivo primero es ir a Camerún y llevar material al equipo.

–Si algún chico en Camerún le dijera que quiere hacer el mismo camino de migración que hizo, ¿qué le diría?

–Muchos chicos ya me han preguntado. Y yo les digo la verdad aunque puedan pensar que yo no quiero que vengan más jugadores a Europa. Yo les aseguro que no les engaño porque es un camino muy duro. Y les aconsejo que guarden la fe y que sigan entrenando. Ahora hay mucha gente que se está fijando en que hay mucho talento en Camerún. Y les digo que si se pueden grabar un entrenamiento o un partido porque yo lo que puedo hacer es enseñar esto a los equipos de aquí y quizás por ahí le puedan coger para que pueda venir legalmente a Europa.

–¿Volverá a Melilla algún día?

–Pues es que ahora he estado muy liado, pero quiero volver a Melilla. El presidente del equipo de Melilla me ha invitado muchas veces y me ha dicho que cuando vaya tengo su casa. Hace un par de meses también hice un vídeo para dar ánimos a los chicos de Melilla para que siguieran entrenando y a ver si el equipo sale adelante. Me haría ilusión volver allí.

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