Política

Eduardo de Castro (Cs): "La de Melilla no es una frontera cualquiera, sino europea, aunque parece tercermundista"

–¿Cómo valora el cambio que impuso la Junta Electoral en las listas de Ciudadanos por Melilla para las elecciones generales del 28 de abril?

–Nuestra intención era muy simple: entendíamos que la paridad era sobre el total de las listas, es decir, titulares y suplentes. ¿Y por qué hicimos aquella lista? Pues porque, teniendo en cuenta que de la población de este país al menos la mitad son mujeres, y como lo que nos importa a nosotros es la valía de la persona, apostábamos por las personas que la integraban y pensábamos que eran buenas candidatas. Luego nos dijo la Junta Electoral que el criterio no era ese y, sencillamente, tuvimos que cambiar para cumplir: hay que acatar las normas.

–¿Qué ofrece como candidato?

–Voy a decirlo de una manera muy simple: todo lo contrario de lo que se le ha ofrecido hasta ahora por parte de los senadores del PP, es decir, hacer el trabajo que me corresponda en el Senado, y no hacer como Juan José Imbroda, que ha ido una o dos veces, o Sofía Acedo, que ha tenido cinco o seis intervenciones, de la que solo una es oral, de unos 30 segundos. Me parece que es una falta de respeto al Senado, teniendo en cuenta, además, que Ciudadanos apuesta por que esta Cámara se reforme. ¿Cómo es posible que una persona que gana un dineral por ese puesto lo use de esa manera? Si salgo elegido, me esforzaré por conseguir cosas para esta tierra.

–¿Es Melilla una de las grandes olvidadas?

–Por supuesto. Junto con Ceuta, Melilla es de las olvidadas. Y yo creo que Melilla más que Ceuta por la cuestión geopolítica, pues estamos más lejos todavía del continente. Somos una ciudad europea en el norte de África con una población de origen bereber. No se nos puede olvidar que llevamos aquí más de 500 años y que podría tener mucho futuro si se hacen las cosas de otra forma.

"Si ser veleta es pretender llegar a acuerdos con quien sea posible, pues sí, somos veletas"

–¿Qué es lo que más le preocupa del estado actual de la ciudad?

–Que continúe en la situación actual, es decir, que sigamos viendo la misma forma de hacer política. No se puede estar 20 años haciendo lo mismo porque, entonces, tendremos los mismos resultados. Si queremos cambiar las cosas, habrá que cambiar tanto los protagonistas como las políticas. No podemos olvidarnos de dónde estamos, pero tenemos que mirar a África en general, y no solo a Marruecos; hay más países. Tenemos que ponernos las pilas: esto debe ser un escaparate de una ciudad europea que vende sus servicios y su imagen más allá de la frontera. Por ejemplo, habría que plantearse la entrada de Melilla en la Unión Aduanera. Es algo que tiene sus pros y sus contras, y que hay que hacer desde Madrid, pero pensamos que puede ser muy favorable, pues, entre otras cuestiones, nos aportaría una frontera internacional y posiblemente Frontex estaría aquí de verdad. No nos olvidemos que la de Melilla no es una frontera cualquiera, sino europea, aunque parece tercermundista por los medios técnicos y humanos que hay.

–¿Ha faltado, por parte de los dirigentes que ha habido hasta ahora, confianza en la ciudad?

–Sí, y para mí esa falta de creer en la ciudad tiene una razón: cuando uno viene a servirse de la política para tener un puesto de trabajo, una economía boyante y una serie de privilegios, su objetivo deja de ser el que debería, el del servicio a nuestra ciudad, y se convierte en otra cosa: perdurar en el tiempo. Por eso nosotros apostamos por la limitación a dos legislaturas, ya que así se evitarían muchas cosas. El objetivo de Imbroda y los suyos es perdurar; el nuestro, llegar y darle la vuelta al calcetín, abrir ventanas, levantar alfombras y que corra el aire. Con respecto a la corrupción, que hay mucha, tolerancia cero. El día que acabemos con eso, empezarán a cambiar las cosas. Si no lo hacemos nosotros por nuestra ciudad, no va a venir nadie de fuera a resolverlo.

"Es evidente que en esta ciudad se ha creado una red clientelar, que es la que mantiene al poder actual"

–¿Considera que hay clientelismo en Melilla?

–Por supuesto. No lo considero; es. Y es totalmente evidente que se ha creado una red clientelar, que es la que mantiene al poder actual. Algunas veces, cuando me llama gente de fuera, comparo la situación de Andalucía con la de Melilla: allí fue el PSOE; aquí, el PP. Cuando llevas mucho tiempo, ya sabemos lo que pasa. Y aquí más todavía porque no hay industrias ni puestos de trabajo. Recordemos que la empresa más grande de Melilla es el ayuntamiento, que contrata directamente cuando puede y, cuando no puede, hace subcontratas con empresas determinadas, ya sean grandes o pequeñas, de amigos. Eso, junto con cómo se maneja la contratación menor, que es realmente escandaloso, genera la red clientelar.

–¿Y cómo se soluciona?

–Aplicando la ley de contratos menores a rajatabla.

"Cuando me llaman desde fuera, comparo la situación de Andalucía con la de Melilla: allí fue el PSOE; aquí, el PP"

–Descartadas las mayorías absolutas, ¿qué papel juega Cs en estas elecciones generales?

–Primero habrá que ver los resultados. A partir de ahí, Ciudadanos es el único partido que puede cambiar las cosas porque no tiene mochila, porque tiene las ideas claras y una facilidad, que es estar en el centro, que te permite ese juego político del consenso y la negociación tanto a tu derecha como a tu izquierda, sobre todo con las partes más centradas; ese es nuestro espacio. Hasta ahora, eso ha permitido pactar en Andalucía primero con el PSOE y después con el PP, o en Madrid con los populares y mañana ya veremos. Hacer política de verdad es sentarse en una mesa personas que piensan diferente y que son capaces de llegar a un acuerdo, para lo que todos han de bajar sus expectativas para llegar a algo que realmente beneficie al ciudadano.

"Está muy claro que el PP, a nivel nacional, está en bajada; y en el ámbito local se va a estrellar"

–Hay quien, precisamente por eso, se refiere a Cs como ‘la veleta naranja’...

–Bien... que nos llamen como quieran. También dicen unos que somos de derechas; otros, de izquierdas. Si ser veleta es pretender llegar a acuerdos con quien sea posible, pues sí, somos veletas.

–¿Cómo se convence a los muchísimos indecisos que se supone que hay para las próximas elecciones?

–El voto indeciso está en el 42%, un dato en el que es necesario tener en cuenta los debates que hay. Un 12% de ese 42% está entre el PP y Cs; un 3%, entre el PP y Vox; un 9% duda entre el PSOE y Podemos; y otro 9% dice que elegirá entre el PSOE y Cs. Es decir, hay porcentajes de todo tipo y mucha indecisión. Y no solo por decidir a qué partido se vota, sino también a qué bloque, que es aún más importante. Lo que va a determinar la balanza es, el día de las votaciones, la decisión de los bloques. Por partidos, más o menos se va a mantener lo que hay. Eso va a ser muy determinante, sobre todo, en sitios pequeños. Y esa decisión mucha gente la tomará el día antes de que termine la campaña e, incluso, el mismo día de las elecciones si lo permiten los partidos mayoritarios, y me estoy refiriendo a que no caigan en lo que han caído anteriormente, que es la barbaridad del voto por correo.

–El voto por correo ha marcado la precampaña en Melilla...

–El señor Imbroda decía hace unos días que hay que respetar la ley. ¡Faltaría más, claro que hay que respetar la ley! Lo correcto sería que el voto por correo, al igual que tengo que presentar la documentación para que me envíen las papeletas para luego votar, habría que estar obligado a entregar ese sobre identificándose con el DNI y acreditar que, efectivamente, es el votante. En caso contrario, nadie me asegura que no haya un cambio de sobre. Me parece que es un agujero en la Ley Electoral. ¿Cómo es posible que en una ciudad de 12 kilómetros cuadrados, donde está todo cerquísima, haya un porcentaje tan alto de voto por correo? Alguien está manejando eso porque no tiene sentido normal. Y los que no lo hemos manejado somos los que no estamos. PSOE y CpM ya han sido condenados; y el PP está a la espera de que la Justicia aborde su caso. Ciudadanos nunca jamás estará en esa historia; ni en el voto por correo ni en la compra de votos. Eso es lo que hay que cambiar en esta ciudad.

"¿Cómo es posible que en una ciudad de 12 km cuadrados haya un porcentaje tan alto de voto por correo?"

–¿Cómo analizaría la campaña que se acaba de abrir en la carrera hacia el 28-A?

–Creo que estamos ante una campaña mucho más crispada que las anteriores. Y la razón es bien sencilla: está muy claro que el PP, a nivel nacional, está en bajada; y en el ámbito local se va a estrellar, y ya lo saben. La mayoría absoluta se les ha acabado, perderán aún más diputados que en las anteriores elecciones y eso genera muchos problemas porque los que están quieren seguir estando y ahí va a haber bronca de verdad. Mire usted: si se sienta en un Pleno y ve la bancada del PP, todos menos tres o cuatro como mucho, si no tienen una puerta giratoria, se van a ir directamente al paro. Venían del paro y llegaron a la política a vivir del cuento, con los impuestos de todos los melillenses. Y claro, cuando uno está en el paro, no gana nada y de repente ve 4.000 euros de sueldo, pues hace lo que sea por mantener ese estatus social y económico. Hay que acabar con eso.

–Camino de las elecciones generales, ¿cómo resumiría hoy su mensaje a los melillenses?

–Simplemente, decir al pueblo de Melilla que por lo menos reflexione y piense si quiere acabar con esta situación porque, como dice Albert Einstein, “si busca resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Si ustedes quieren que esto cambie, no hagan lo mismo, es decir, cambien su voto. Habrá que hacer cosas distintas. A veces, cuando me paran por la calle, me animan y me dicen que hay que cambiar esto. Yo siempre digo lo mismo: no lo es, pero imagínese que esto fuera una guerra. Los soldados, necesarios, están; pero, además, hacen falta balas porque, si no, no pueden disparar. Los soldados estamos; las balas en este caso son los votos. Yo me expongo, yo voy, me la juego, no me importa, úsame, pero dame las balas; las balas son los votos. Pero en esta ciudad, desgraciadamente, hay mucho miedo. Aquí hay gente que se va a tomar un café conmigo y busca una cafetería donde no le vea nadie para evitar tener problemas.

"El objetivo de Imbroda y los suyos es perdurar; el nuestro, llegar, darle la vuelta al calcetín y abrir ventanas"

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