La profesora Marisa Escámez presentó el pasado sábado su nuevo libro, 'Juegos y tradiciones de la Melilla de ayer', en la sede de la Asociación de Estudios Melillenses.
El Faro ha hablado con esta melillense sobre su nueva obra y también acerca de cómo ha cambiado la educación entre los más pequeños.
- ¿Qué le motivó a escribir este libro?
- Yo estaba de lleno en mi doctorado, que es un proceso bastante complicado y angustioso; cuando de repente mi madre empezó a canturrear mucho por la casa canciones que yo no había oído nunca. A partir de ahí empiezo a preguntarle a qué jugaba ella de pequeña y me contó una gran variedad de anécdotas.
Esa misma tarde fui a la Comunidad de Mayores de San Agustín a visitar a sus amigas, que me contaron muchas anécdotas más y de ahí surgió esta idea tan bonita de conocer cómo jugaba la gente antes, pero comparando con como juega ahora.
Una cosa llevó a la otra y surgió esta idea maravillosa que aglutina juegos y tradiciones de la Melilla de ayer de personas mayores pero también de personas jóvenes.
- Coméntenos como se desarrolla el libro
- Este libro se editó en el año 2017, pero el trabajo de campo se hizo en el 2015. Es muy hermoso, con edición de Antonio Tello, tiene una patina antigua y también contiene partituras musicales transcritas por Isaac Tello, para que quien quiera pueda interpretarlas.
- ¿Cuáles son los juegos de los que habla en su libro?
- Son juegos tradicionales de Melilla. Los he dividido en el libro por estaciones, hay 40 juegos en total así que son 10 por estación. No son lo mismo los juegos de verano que los de invierno.
La lista es interminable, tenemos el pincho, las canicas, las chapas, la lata, las mariquitinas, los cromos, el elástico la comba; son muchos.
- Ha llevado a cabo un arduo trabajo de investigación ...
- Pero el proceso ha sido muy hermoso, porque cuando empezaba a preguntar a la gente, lo primero que pasaba es que les surgía una sonrisa. Era la alegría de revivir momentos pasados y también la alegría de disfrutar recordándolos.
- ¿Existen diferencias en Melilla respecto a los juegos en otras ciudades?
- Fundamentalmente los juegos son los mismos, pero sí que es verdad que cambian los nombres y en algunas ocasiones, las reglas.
En el libro hay una ficha técnica donde se habla del nombre de un determinado juego en Melilla y su equivalente en otras provincias de España, además de las reglas, el número de jugadores o el material si se necesita.
- Melilla es una ciudad multiconfesional, ¿había diferentes juegos en cada cultura?
- Aquí los niños siempre hemos jugado juntos a todo, sin diferencias.
- Una pregunta más personal, ¿jugaba a alguno de estos juegos?
- Yo he jugado a todos los 40 juegos que aparecen en el libro, raro es que no haya jugado a alguno.
- ¿Ha fomentado estos juegos entre sus hijos?
- He procurado que mis hijos se diviertan con estos juegos.
También en el libro, cuando hablo en las dedicatorias, les pido perdón a mis hijos. La vida adulta es bastante complicada y el tránsito de lograr tu trabajo, tu estabilidad económica y demás hace que dejemos de lado la estabilidad familiar. Yo les he robado a mis hijos muchas horas de juego en común y eso lastima un poco.
- Hoy en día los más jóvenes abusan de las pantallas, ¿no cree que habría que inculcarles los juegos de ayer?
- Estoy segura que hay que fomentar estos juegos y de hecho desde la Ciudad se establecen muchas actividades de este tipo. Es verdad que primero hay que enseñar a los niños un básico para que puedan jugar.
Hay que fomentar a los más pequeños para que tengan iniciativa propia; pero sí que es verdad que las casas de ahora no tienen el tamaño que tenían antes, la cantidad de hermanos que nosotros teníamos ahora tampoco existe, no se juega en la calle porque no es seguro. Si sumas estos factores, la situación se vuelve un poco complicada. Al final el resultado es que los niños se entretienen con una pantalla y los padres lo prefieren.
- Su libro también habla de tradiciones, ¿cuáles trata?
- Las tradiciones también las divido en las cuatro estaciones, porque no son lo mismo las tradiciones de primavera que las de otoño.
En primavera, por ejemplo, era muy habitual en los colegios hacer la excursión a los pinos, adonde subíamos con una COA y para nosotros ese era el viaje de estudios.
Luego en el Día de Todos Los Santos, los niños pequeños íbamos a llevar flores a nuestros muertos en el cementerio. Esa es una tradición que está bastante en desuso, sobre todo entre los niños, porque queremos evitarles el dolor y la muerte. Cada padre puede hacer lo que quiera, pero a mí me parece que las tradiciones hay que vivirlas.
En Melilla había ferias en todos los barrios a lo largo del verano. Estas iban rotando hasta terminar con la del Centro en septiembre.
Oír la radio durante la siesta en verano o ponernos en la sombra mientras mi madre cosía y nosotras jugábamos al elástico. También veíamos los eclipses con una radiografía, eso hoy a nadie se le ocurre porque es muy peligroso y los rayos pueden dañar los ojos.
Otro caso son los gusanos de seda, no se me ocurre a mí ahora que una madre guarde encima de un armario los huevos de un gusano para que eclosionasen.
Aquí también era muy habitual salir a chatear, que es tomar un vinito en los bares. Entonces yo me acuerdo que iba con mi padre, quien me daba cinco pesetas para que yo eligiera la música en la máquina del bar y allí pasábamos las horas muertas. Eso ha cambiado porque ya parece que no se puede beber alcohol delante de los niños.
- Se habla de una "generación de cristal" en la infancia, ¿cree que es cierto?
- Absolutamente y los padres tenemos mucha culpa de eso. Hemos metido a los niños en una "urna" de manera que no sufran y que no se estresen. Cada padre puede hacer lo que considere, pero eso convierte a los niños en futuros adultos débiles, que no aceptan el fracaso ni la crítica.
- Acaba de publicar su libro, ¿algún futuro proyecto en mente?
- Ahora estoy centrada en mi doctorado, que lo tenía algo abandonado. La verdad que no me reconozco como escritora, a pesar de que este es el cuarto libro que publico.
No sería una escritora de método; si se me ocurre una idea la escribo, la presento y me la publican. No me levanto pensando en escribir 10 páginas, cuando se me ocurra una idea, la publicaré.
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