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“A las entrenadoras se nos respeta mucho más ahora”

Trinidad Botello, más conocida como Trini, es entrenadora de baloncesto en el colegio la Salle. Comenzó su trayectoria en el mundo del baloncesto con 10 años en el colegio Reyes Católicos y de ahí pasó al instituto Leopoldo Queipo. Con 14 años debutó en categoría nacional en segunda división, consiguiendo ascender a primera. Por aquel entonces, Botello fue la máxima anotadora del campeonato, llegando a interesar a un equipo de Madrid, pero se quedó en su ciudad con motivo de este ascenso.

–¿Cuándo empezó a ser entrenadora de baloncesto?

–Durante un tiempo estuve compaginando, siendo jugadora y entrenadora. Con 17 años me saqué el título de primer nivel de baloncesto, estuve dos años de prácticas en los Reyes Católicos, que es donde empecé a jugar, compaginándolo con mi trabajo en la Federación. Después de esos dos años ya me saqué el título de entrenadora, o nivel dos, que es como se le llama ahora. Estuve unos cuantos años en los Reyes Católicos y después vine a la Salle.

–¿Todas las chicas a las que entrena son alumnas de la Salle?

–La mayoría son de la Salle, aunque también hay jugadoras que están con nosotras desde que empiezan a jugar al baloncesto, pero no están estudiando en este centro. Entreno a cadetes de primero y segundo año. Tienen 14 y 15 años. Por otro lado, también entreno a la categoría infantil con niñas de 12 y 13.

–¿Qué es lo que más le gusta de este trabajo?

–Como entrenadora, lo que más me gusta es la satisfacción de ver crecer deportivamente a estas niñas, porque normalmente empiezo a entrenarlas cuando tienen entre 9 y 10 años, y las voy formando hasta que son cadetes. A nivel personal la satisfacción es la misma.

–¿Son cada vez más las niñas o adolescentes que se interesan por el baloncesto?

–La verdad es que sí. En lo que se refiere a este club y a este centro escolar, en cada categoría tenemos, como mínimo, dos equipos. En otras tenemos hasta tres.

–¿Cree que el baloncesto todavía está muy masculinizado en un ámbito genérico?

–Cuando yo jugaba en primera división, mi equipo desapareció por cuestiones económicas, ya que la Ciudad Autónoma, por aquel entonces, nos denegó la subvención para empezar el siguiente campeonato. Era el único equipo femenino en cualquier disciplina en categoría nacional. Nuestra subvención fue a parar al equipo masculino del equipo Melilla Baloncesto para reforzar este. Fue la mejor temporada para nosotras porque nos clasificamos para jugar la fase de ascenso y nos denegaron esa subvención y el club no pudo seguir adelante. Fue ese momento cuando desapareció el baloncesto femenino en categoría nacional hasta hace tres años, en el que en la Salle sacamos un equipo en esta categoría.

–¿Sigue existiendo esas desventajas en los equipos femeninos para tener el mismo reconocimiento que los masculinos?

–Sí, aún hay diferencia. Por suerte, existen otros deportes, como el fútbol sala, donde hay equipos en categoría nacional. Lo mío es el baloncesto, pero me alegro muchísimo cada vez que sale un equipo femenino que juega a nivel nacional.

–¿Ve diferencias en la educación que recibió cuando era pequeña y la que hay ahora con respecto a las niñas y el deporte?

–Se ha avanzado mucho. Por ejemplo, en mi época todo estaba fomentado para el deporte masculino. Hoy en día, no solo en el baloncesto, cada vez hay más niñas que practican deporte, ya sea fútbol, balonmano o voleibol, y el tener en categoría nacional equipos, tanto femeninos como masculinos, es bueno para la ciudad. A nivel de entrenadora también se ha evolucionado porque ahora se nos respeta mucho más. Yo fui una de las primeras entrenadoras en sacarme el título y recibía todo tipo de comentarios, tales como ‘¿por qué no te vas a casa a fregar los platos?’. En mis primeros años de entrenadora noté ese machismo, sobre todo cuando entrenaba a categorías masculinas. Muchos de estos jugadores se preguntaban por qué les tocaba una entrenadora y no un entrenador. Decían que no tenía ni idea de baloncesto, pero conforme iba avanzando la liga y veían que ganábamos partidos, y que la entrenadora sabía de mucho más que fregar los platos (risas), quedaban campeones y la cosa iba cambiando. Es gracioso, porque pasaban de una actitud a la otra.

–¿Cuál cree que es la situación actual de la mujer en la sociedad?

–En general, hemos avanzado en muchas cosas, pero la igualdad no la hemos alcanzado aún.

–¿Se ve como un referente para otras niñas y mujeres?

–No sé si seré un referente o no. Lo único que sé es que llevo muchos años dedicándome al baloncesto y donde han pasado muchas generaciones por mis manos, y sobre todo de chicas, porque hubo un momento en mi vida en el que decidí entrenarlas solo a ellas, ya que me sentía con más fuerza. Para mí es una alegría ir por la calle y encontrarme con alguna de esas niñas que ya son mujeres. Algunas de ellas me dicen que van a apuntar a sus hijos a la Salle para que les entrene yo. En estos casos, puedo llegar a pensar que sí soy un referente porque siguen pensando en mí como entrenadora.

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