EL consejero de Infraestructuras, Urbanismo y Deportes, Rachid Busian (CpM), ha abierto el melón y ha anunciado que el Plan General de Ordenación Urbana de Melilla va a regularizar todas las viviendas sin papeles que llevan años levantadas por todas partes de la ciudad, pero especialmente en los Distritos IV y V. Esta decisión, en mi opinión, será acertada siempre que se respete el derecho a la propiedad privada de los legítimos dueños de los solares donde se han levantado las casas. Si resulta que ha sido en terrenos del Ministerio de Defensa, o sea, de todos los españoles, habrá que compaginar el derecho a una vivienda digna con el derecho a la propiedad del Estado. Esto no puede convertirse en un festival con barra libre. Los vecinos beneficiados de la regularización masiva deberán pagar por ello, de la misma manera que todos hemos pagado y estamos pagando por nuestras casas. Incluso si el Gobierno de España da muestras de su generosidad y cede esas parcelas libres de cargo, la gente debe tener claro que la nuestra no será la primera regularización que se hace en España. Por tanto, hay precedentes. No es gratis y lo que es más importante, hay que hacer pedagogía. Detrás de la regularización vendrán todas las ventajas que se les han negado a esos vecinos durante años, pero también el pago del IBI, de la tasa de basuras etc. Lo dicho, no es gratis. Pero estoy de acuerdo con el consejero en que ya es hora de dar solución a un problema del que se ha huido durante 20 años. Lo único que me preocupa de su propuesta es que se plantee la reforma del Plan General de Ordenación Urbana para principios del año que viene. Cuando uno forma parte de un gobierno acatarrado, como es el tripartito, mientras más rápido se aseguren las victorias y se ratifiquen las promesas electorales, más fácil será sacar pecho de ellas en campaña electoral. El anuncio de Rachid Bussian es un golpe de efecto que demuestra que CpM ha reaccionado pronto a la inhabilitación de Mustafa Aberchán por el caso ‘Voto por Correo’. Demuestra que el partido estaba preparado para el revés del jefe y ha sacado ahora la artillería pesada. Contra esto, señores, no hay quien compita. Sólo con que todos los vecinos de los Distritos IV y V acudan a las urnas a apoyar a CpM, el partido que les legalizó sus casas, aquí, como dicen los reguetoneros: “No hay pa’ nadie, Pa”. Y justo esta advertencia periférica es la que deberían asimilar partidos como el PP, del que sólo nos llega a Melilla el ruido de tambores de guerra, como los que suenan en vísperas del Congreso provincial de Sevilla, donde la candidata de Génova se ha encontrado con una candidatura alternativa del agrado del presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno. Sevilla ha sentado precedente. No ha buscado una candidatura de consenso y ha metido al Partido Popular en un cuerpo a cuerpo, que puede abrir en canal la formación (más de lo que está), si de estas primarias en Sevilla, no sale un liderazgo fuerte, que arrincone los egos revueltos e integre la candidatura perdedora. Ojo, no todo el mundo vale para la integración. Hay que elegir con tino porque siempre hay una aguja en un pajar. ¿Se acuerdan de cuando Esperanza Aguirre puso a Rajoy contra las cuerdas en el Congreso de Valencia de 2008? Ese año, Mariano estaba más solo que la una, como hoy lo está Pablo Casado. Pero los populares valencianos le dieron la presidencia que le permitió arrinconar a los aznaristas y colocar de número dos a María Dolores de Cospedal, que venía del entorno de Aguirre. El resto de la historia ya la conocemos. Cospedal se hizo más papista que el Papa y Rajoy salió fortalecido de lo que parecía que iba a ser su final. En Melilla, los rebeldes del PP ven con esperanza el pulso de Sevilla porque entienden que les abre la puerta a presentar una candidatura alternativa a Imbroda, siempre que consigan los avales, claro está. De momento, nadie ha dado el paso. Siguen a la espera de que algún valiente se pronuncie. Les gustaría que de esa valentía saliera el nombre de una persona, preferiblemente mujer, que les ayude a cambiar los estatutos para que, por norma, en el PP de Melilla sólo se pueda ostentar un cargo por persona y se puedan vetar las designaciones a dedo de familiares de dirigentes del partido. Vamos, que todos sabemos a quién o quiénes quieren arrinconar. Hay un sector del PP que no quiere la perpetuación de un clan. Quieren una formación política en la que todos sus militantes puedan aspirar a llegar a la cima en igualdad de condiciones. Para lo otro siempre está la opción de crear una empresa familiar.
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