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Entre la calidad de vida y la falta de privacidad, así es vivir en Melilla

Victoria es una melillense que cuenta que un día se fue en coche a los pinos de Rostrogordo. “Le dijeron a mi marido ‘va tu mujer con un chico rubio’ en el coche para los pinos”, explica y se preguntó “¡Dios mío! ¿Qué chico rubio?”.

Al final, pensando en ello, cayó en que se trataba de su sobrino, al que vio en una parada de autobús y se ofreció a llevarlo en coche. “O sea que tú imagínate aquí lo que hay”, señala esta melillense.

Y es que vivir en una ciudad pequeña, además de las características insulares que hay, tiene sus ventajas y desventajas.

Hay quienes ponen en valor la calidad de vida que hay y otros a los que les gustaría que hubiese más privacidad u oferta de ocio.

Martín, por ejemplo, cree que la desventaja es que “no hay privacidad, todo el mundo te conoce” y la ventaja es que “es como una familia. Algo parecido piensa Abdelkader. “Lo bueno es que nos conocemos todo, lo malo es que si quieres hacer alguna fechoría te tienes que esconder”.

La queja de Mustafa, por ejemplo, es sobre el funcionamiento de la Administración. Dice que la Seguridad Social ha dado de baja a su hijo del sistema y no le saben decir por qué. Sobre que la gente controle o no, cree que es algo que ocurre en todas las ciudades.

Por su lado, Mónica está encantada en Melilla. “Melilla es pequeña, pero tiene su encanto. Yo llevo toda mi vida aquí y he vivido siempre de maravilla con una calidad de vida que no hay en muchas otras ciudades de la península”.

Lo que sí mejoraría, apunta Mónica, es la conectividad con la península porque cree que el funcionamiento actual limita. “El tema del barco y el avión, eso sí que podía mejorar un poco y bueno, sí que le faltan algunas cosilla, que aquí no tenemos que la península sí, pero yo confío y creo y quiero pues que, bueno, nuestros políticos, sea quien sea, cada vez se impliquen un poquito más en mejorar la ciudad”.

Un primo de Mónica, Ataúlfo, ha venido de visita a la ciudad aprovechando los bonos turísticos, aunque el resto de familiares que también han venido no pudieron conseguirlos. Cree que la ciudad tiene potencial turístico, pero que no se ha planteado la organización urbanística para ellos, pues piensa que Melilla La Vieja está descuidada.

La juventud opina

Los jóvenes de Melilla también tienen su punto de vista. Farida, que ha querido mantener el anonimato, explica que trabaja en una farmacia y un problema que suele tener es que si necesita que venga un electricista o hacer una pequeña reforma reforma o algo por el estilo, “ese tipo de servicios cuesta mucho que venga y te lo hagan el día que te dicen y el tiempo que tardan en hacértelo. Podría decirse que son poco profesionales y que hay pocos”.

"Y para contratar farmacéuticos aquí cuesta. Yo creo que aquí si hay demanda de empleo pero encuentras empleados al final del boca a boca", apunta.

Para Carlos, "a diferencia de otras ciudades pequeñas, Melilla es una ciudad pequeña y transfronteriza, por lo que ya de por si es complicado identificar que ventajas y desventajas provienen de ser pequeña o de ser transfronteriza y quizás sea el primer problema".

"Algunas de las desventajas que relacionaría con ser pequeña es la falta de competencia y en muchos casos se relaciona con la falta de calidad de servicios. Al no estar 'presionados' por la competencia (ya que en la mayoría de casos no llega a existir) no se ofrecen servicios de la suficiente calidad", explica Carlos.

El más típico que todo el mundo conoce a todo el mundo, tanto en el sentido de falta de privacidad, como de exceso de confianza. Lo cual muchas veces conlleva que los problemas no se solucionen, que no se sancionen, que se arreglen entre amigos etc.

Como ventajas, señala, al ser pequeña se convierte en una ciudad muy cómoda y en dónde todo está a "10 min". Curioso como en Melilla la gente no valora el poder comer en casa todos los días, en que no existan comedores en los colegios y poder comer siempre con sus hijos (aunque tampoco sé si eso es una ventaja). Al igual que en una mañana te da tiempo de ir a comprar, a ir al banco, a ir al gimnasio, a ir a la gasolinera... Y se sobra tiempo. La gente siempre valora el dinero extra de Melilla pero actualmente el tiempo vale más que el dinero.

Añade que otra ventaja de ser pequeña es que la solución de problemas dentro de la ciudad es más personalizada, más individual. Aunque bueno eso es una ventaja que se tendría que aprovechar más.

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