Enrique Crespillo, cardiólogo: "Los médicos nunca nos acostumbramos a la muerte de un paciente"

Se denomina “melillense de tercera generación” y es que su tatarabuelo, por parte de madre, fue el primero de la familia del doctor Enrique Crespillo que se instaló en la ciudad.

Desde 1979, Enrique Crespillo ejerce la medicina aunque no fue hasta 1983 cuando se especializó en Cardiología. Aunque trabajó en diversos hospitales de la península, Crespillo optó por regresar a su tierra, una decisión de la cual nunca se arrepintió: “en Melilla estoy muy a gusto. He llegado a hacer todo lo que he querido. He sido jefe de sección de Cardiología, jefe de servicio de Medicina Interna, he puesto en marcha la unidad de Cardiología. Es cierto que me dieron todas las posibilidades, pero eran otros tiempos”.

Aunque se jubiló en el año 2021, Enrique Crespillo continúa ejerciendo activamente su gran pasión, la medicina, a la cual ha dedicado toda una vida y lo que resta.

La Medicina se ha convertido en su pasión, aunque reconoce que llegó de rebote a esta profesión: “yo quería estudiar otra cosa, pero mi padre me dijo que no y un profesor que tuve en COU, Jacob Chocrón, una de las personas que más me han marcado en mi vida, me dijo: “Enrique tú puedes estudiar lo que te dé la gana, pero te veo más en la rama sanitaria”. Me apunté, a ver si me gustaba, y siempre he dicho lo mismo. He sido afortunado porque he cobrado por hacer lo que me gusta”.

Tantos años no pasan en balde y este médico ha tenido que adaptarse a los cambios que ha sufrido la cardiología: “cuando empecé había que ver la ecocardiografía a través de un monitor, más tarde en 2D, posteriormente en Doppler y ahora tenemos ecografías tridimensionales. Contamos con todas las técnicas radiológicas, hacemos resonancias. En definitiva, las técnicas han cambiado totalmente".

Pese a los avances médicos, cada año, cerca de 18 millones de personas mueren a causa de un fallo cardíaco, lo cual nos lleva a preguntarnos, ¿por qué estos datos, si la ciencia ha avanzado tanto?: “el ritmo de vida ha cambiado muchísimo. Antes teníamos una dieta totalmente mediterránea y el estrés no era un problema. Hemos copiado lo malo de los americanos, y no hemos copiado determinadas cosas buenas que también las tienen. Hemos cambiado la mentalidad a peor. Podemos evitar problemas cardiovasculares y eso es lo que no se suele hacer porque tenemos una vida muy competitiva, en la que hay que ser mejor que el otro. Hemos creado un sistema de vida que, para mí, es nefasto”.

Ante este escenario, preguntamos al doctor Crespillo por cuáles son los hábitos saludables que deberíamos seguir. Les adelantamos que no son tan exigentes como los que impone la sociedad.

“Hay un trabajo de la Sociedad Española de Cardiología que recomienda caminar media hora al día a un ritmo de paseo porque tampoco hace falta entrenarse para unas olimpiadas. Hay otros estudios que aconsejan tres cuartos de hora. Creo que con cinco mil pasos, o diez mil pasos al día y llevando una dieta equilibrada es suficiente para no engordar y mantener una buena salud cardiovascular. En cuanto a los alimentos, soy de la opinión de que hay que comer de todo en su justa medida. La sal, por ejemplo, ya la llevan los propios alimentos, aunque se puede echar una pizquita para dar sabor. El azúcar hay que mantenerlo a distancia. No te digo que un día no puedas comer un pastel, pero no diez pasteles todos los días. Con estas pautas se puede vivir mucho tiempo, sin problemas y con los factores de riesgo controlados”.

En la sociedad actual donde el culto al cuerpo está al orden del día, el cardiólogo melillense no está de acuerdo con llevar el cuerpo al límite: “es tan malo enero como febrero. Es decir, es tan malo rendir culto al cuerpo que, en principio no es necesario, es simplemente cuidarte un poco. No se necesitan grandes horas de gimnasio, ni una mala dieta. Si no se quiere engordar basta con quemar lo que se ha comido y ya está”.

Respecto a las enfermedades cardiovasculares más comunes en la actualidad, el doctor Crespillo destaca las “cardiopatías hipertensivas, isquémicas y dentro de éstas, la cardiopatía isquémica por la obstrucción de la coronaria en cualquiera de sus variantes, así como la cardiopatía hipertensiva, debido a la hipertensión no controlada. A medida que pasa la edad se incrementan los problemas cardíacos al aumentar la masa muscular. Esta causa puede derivar en problemas de arritmia, sobre todo en las líneas auriculares, la fibrilación auricular o el aleteo (flutter) auricular. Cualquiera de ellas tiene fácil tratamiento si se trata a tiempo”.

En ocasiones, encontramos casos de personas que mueren por un infarto fulminante y nos sorprendemos por la edad o los hábitos saludables del fallecido. El cardiólogo Enrique Crespillo incide en que “esas situaciones se pueden dar en cualquier persona porque hay muchas cardiopatías que pasan desapercibidas. Lo habitual es que, por ejemplo, si sufre un infarto unos días antes empiece a tener dolor en el pecho, molestias, sensación de cansancio al caminar, o tienes que pararte al hacer un esfuerzo que antes hacías normalmente. El infarto avisa, otra cosa es que no hagas caso del aviso que es lo que suele suceder excepto que sea una anomalía congénita. La mayoría de las cardiopatías avisan y tienen prevención”.

Durante la entrevista con el médico melillense quisimos conocer su opinión acerca de la apertura del nuevo hospital: “creo que se va a abrir, pero por etapas. Empezarán con las consultas externas y, así progresivamente. Faltan muchos médicos porque no se han cubierto las plazas suficientes de las jubilaciones. Y después hay que ofrecer unas condiciones que sean idóneas. Nadie va a venir de Málaga a quedarse en Melilla si van a ganar lo mismo y, por encima, tienen más seguridad en la ciudad andaluza”.

Por otra parte, incide en que los gobernantes “deben cambiar el chip”: “no es sólo una cuestión de dinero sino de ofrecer a los facultativos algo más porque, efectivamente, en un hospital todos somos necesarios, somos engranajes de la misma cadena de producción que es la salud, pero no hay que olvidar que la gente va a consultar a un médico. Entonces hay que intentar traer médicos y fidelizarlos aquí, hacerles una oferta atractiva para que vengan”.

Enrique Crespillo es un médico humano y entregado a su profesión. Su tacto y humanidad le llevan a reconocer que “los médicos nunca nos acostumbramos a la muerte de un paciente. Vamos aprendiendo, conforme pasan los años, a ponernos una coraza porque llegas a tu casa y hablas de  cualquier cosa menos de eso. Por mucho que diga la gente, los médicos nunca nos acostumbramos a la muerte, ni a dar malas noticias a los familiares, pero hay que aprender a informar y eso no se estudia en la carrera”.

De momento, el doctor Enrique Crespillo no piensa en dejar de trabajar: “mientras mi cabeza y mi cuerpo funcionen no me pienso jubilar al cien por cien. A veces he sufrido el síndrome del "médico quemado”, pero soy muy positivo y siempre he visto el vaso medio lleno en vez de medio vacío. Eso me ha permitido seguir adelante”.

Reconoce que la medicina actual es menos “humanista” que la de antes “tal vez porque teníamos menos medios y, hoy en día, a lo mejor se deja de lado la vertiente humana”. Sobre el futuro de la medicina, Crespillo adelanta que “en 20 ó 30 años, la medicina genética sustituirá a la actual”.

Mientras tanto, el doctor Enrique Crespillo continúa atendiendo a sus pacientes con las últimas tecnologías, pero con esa dosis extra de sensibilidad que los enfermos precisan porque medicina y humanidad deben caminar de la mano.