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Encarna Cuenca: "La tarea de un buen profesor es ayudar a que el alumno saque lo mejor que tiene dentro"

Encarna Cuenca es la presidenta del Consejo Escolar del Estado. Diplomada en Magisterio y licenciada en Bellas Artes, ha ejercido la docencia en centros educativos de Educación Primaria e Institutos de Educación Secundaria. Entre 2005 y 2012 fue directora del Organismo Autónomo Programas Educativos Europeos (OAPEE), que está adscrito al Ministerio de Educación y cuya misión es gestionar la participación española en el Programa de Aprendizaje Permanente de la Unión Europea.

 

–Llega a Melilla para impartir la conferencia ‘Vidas entretejidas’. ¿Qué temas abordará en ella?

–El diploma trata tres aspectos: la cultura, la educación y las lenguas. He preparado una intervención que tiene que ver en cómo nos constituimos como sociedad. Utilizo una metáfora en la que cada una de las personas somos hilos y entre todos, entretejiéndonos, vamos formando un tapiz más grande y fuerte. Si lo tejemos con hilos de convivencia nos haremos más fuerte. 

–En una ciudad como Melilla, ejemplo de convivencia, sería todavía más fuerte. 

–Todavía más. La imagen que yo planteo está formada por diferentes piezas y cada una de ellas debe encajar con la otra para formar un dibujo hermoso y armonioso. La idea es que debemos educar para sacar lo mejor de cada uno de la sociedad, pero pensando que no son elementos aislados, sino que somos parte de un todo global. ¿Qué es lo bonito de esa multiculturalidad? Que te permite crear un tejido de muchos colores con distintas combinaciones de entrelazar. En el fondo es una fuente de aprendizaje y es bello. 

–Es una concepción algo utópica, ¿no? Siempre va a haber “hilos” que se resisten a encajar. 

–Claro, pero la visión que estás dando es acorde a lo que hemos vivido y hemos sido educados. Lo que yo planteo es que debemos cambiar la mirada que nos permitirá cambiar la concepción. Cuando tú te acercas a otra persona puedes hacerlo desde una posición que es diferente y puedes no encajar, o puedes hacerlo desde la posición de qué me va a aportar algo que yo no tengo y yo le voy a aportar algo a ella que no tiene. Complementariedad, no enfrentamiento. 

–Ahora mismo se destaca la importancia de educar en valores de igualdad y diversidad. Aún así, hay parte de la población que se resigna a ello. ¿Cómo entraría esto a formar parte de este tapiz del que habla?

–Hay temas culturales que deben ser respetados. Y hay hechos que por mucha tradición que tengan, si van contra los derechos humanos, no los debemos admitir y para eso están las leyes. El límite está en los derechos humanos, que son universales. Esa es la línea que no se podría pasar. 

–Y aún así hay gente que sí quiera pasar esa línea. ¿Qué opina sobre ello?

–Pues que tenemos unas normas de convivencia y esas normas, que pueden ser distintas en cada sitio, son las que nos deben servir como guía. Lo que no podemos pretender es cambiarlas a la fuerza. Si no nos gustan, tendremos que ver cómo se negocian y buscar espacios de diálogo para ponernos de acuerdo. No podemos imponer aquello que no contempla una ley. 

–La educación está cambiando y la digitalización se ha metido de lleno en las aulas. Se han destacado multitud de veces los aspectos positivos, pero, ¿cree que puede afectar negativamente al desarrollo de los alumnos?

–Las herramientas digitales son herramientas. Una herramienta por sí misma no es buena o mala, las tenemos para que nos ayuden. Es el uso que hagamos de ellas lo que puede ser perjudicial o no. Un cuchillo te puede ser muy útil en la cocina y puede ser terrible en una pelea, por ejemplo. Las tecnologías están aquí para ayudarnos. Un profesor puede pedir a sus alumnos que busquen videos en Youtube para dar una clase de reproducción celular, por ejemplo. Cada uno en su casa los busca y los lleva al día siguiente. Si haces dos o tres visionados de videos, los alumnos han visto varias veces el mismo tema enfocado de distintas maneras. Ya están aprendiendo. 

No es tanto el instrumento como el uso. El móvil puede ser un elemento de distracción, pero muy útil, por ejemplo. Las tecnologías ya están aquí y han venido para quedarse. Esto no tiene marcha atrás, afortunadamente. Son muy buenas para chicos que tienen trastornos autistas o para el aprendizaje de lenguas. Yo “alucino” cuando mi sobrina ve videos en Youtube y de pronto salta hablando con una frase en inglés. Si somos capaces de utilizarlas como herramientas de aprendizaje son muy válidas. ¿Es necesario que nos formemos sobre ello? También. 

–Durante mucho tiempo las clases consistían en que el profesor explicaba y todos los estudiantes atendían en silencio. Ahora el aula es un espacio interactivo entre profesor y alumno. ¿Por qué cree que ha tardado tanto en cambiar la forma de enseñar?

–Todos los cambios requieren un periodo de adaptación importante. Hay gente que lo hace desde hace tiempo. Yo he trabajado con esas metodologías desde hace años. Un tema muy importante en la educación, y en otros ámbitos, es que nosotros aprendemos de las otras personas. A la hora de dar clase lo que hacemos es enseñar como a nosotros nos han enseñado. Por eso es tan importante que los cursos de formación del profesorado rompan con esos esquemas y utilicen estas metodologías. Si te lo enseñan así, tú después lo que haces es repetir el modelo. 

–Desde la pandemia se está comprobando que evidentemente la inteligencia emocional es clave para la salud mental. En muchas escuelas, sin embargo, continúa estando pendiente. ¿Piensa que debería impartirse como una asignatura más?

–Asignaturas tenemos muchísimas ya. A lo mejor lo que necesitamos es una cosa distinta a la asignatura y es, como te decía antes, enseñar con nuestras propias actitudes. Cada momento hacerlo una forma de aprendizaje. En un momento dado puedes sentir dolor, rabia o tristeza, y en un aula también se dan esas situaciones. Entonces habría que parar la clase y analizar entre todos lo que está ocurriendo. Así lo que se está haciendo es educación emocional en el momento. Es mejor que impartirla a las 8 de la mañana, que a lo mejor todos se están durmiendo y no les interesa, ¿no? (Se ríe) Por llevarlo un poco al extremo. Lo que quiero decir es que cualquier momento es bueno para trabajarlo. Además hay muchos más recursos y maneras, como películas o libros, para abordar ese tema. Incluso de manera discreta porque muchas veces los profesores sabemos cosas que han pasado pero no podemos desvelar cómo nos hemos enterado. 

–Además de Magisterio, también estudió Bellas Artes. ¿Qué opina de que las enseñanzas artísticas siempre estén tan subestimadas?

–Yo creo que el tema de subestimarlas tiene también que ver con la concepción social que tenemos de las cosas. Las enseñanzas artísticas son una manera de canalizar, como los sentimientos, por ejemplo. Las artes son un lenguaje. Hay personas que se expresan perfectamente bien hablando, hay personas que les resulta más fácil dibujando y otras mediante un instrumento. Creo que la importancia que tienen estos lenguajes es muy grande. 

–Hay personas que tienen más destrezas en inteligencia matemática y otros en la artística, por ejemplo.

–Claro. Ahí volvemos al inicio. Todas las piezas son imprescindibles. Todos somos necesarios. Entiendo que la tarea de un buen profesor es ayudar a que el alumno saque lo mejor que tiene dentro y lo ponga al servicio de todos los demás. Muchas veces hay alumnos que tienen muy buena nota en matemáticas y en expresión artística son muy flojitos. Si hay un trabajo en grupo, se buscan siempre esos equilibrios. Nos complementamos. 

–El fracaso y el abandono escolar siguen ocupando un porcentaje importante. ¿Qué se puede hacer para evitarlo?

–Creo que es clave hacer que el alumno se sienta integrado y necesario en el grupo desde el primer momento. He tenido experiencias en clase que al conformar los grupos de trabajo tenían que ser colaborativos y, al final, ellos decían "tiene que haber de todo", es decir, el que sabe de matemáticas, de música... De esa manera es cuando sale el trabajo completo. Esto tiene un efecto maravilloso y es que cuando alguien no viene a clase, al día siguiente sus compañeros le dicen: “¿Por qué no has venido? Te necesitábamos”. Ese efecto llamada es poderosísimo. Sentir que tus iguales te necesitan supone una carga emocional muy grande. Además te demuestras a ti mismo que eres bueno en algo. Si eres bueno en algo, significa que puedes ser bueno en más cosas. Pero si lo único que valoramos son esos conocimientos más tradicionales y no eres bueno para eso ni nadie espera nada de ti, no te sientes motivado. Ahí entra en juego cómo organizamos las clases, los centros, los mensajes… Si el mensaje es bueno y esperan cosas de ti, tú te esfuerzas en que aquello vaya bien. Eso es clave.  

–Para terminar,  ¿cuál cree que es el futuro de la educación en España?

–Tengo que ser positiva. Estamos haciendo muchísimos avances. Tenemos que mejorar, por supuesto que sí. En ese camino estamos y están trabajando los profesores, los colegios, las universidades… Estamos adaptándonos a las recomendaciones internacionales y al trabajo por competencias.

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