Rubén y Francisco trabajan en el servicio Búho de la Policía Nacional de 23.00 a 6:00 horas. Armados y vestidos de paisano evitan robos e intervienen en casos de maltrato.
Rubén y Francisco son policías nacionales de Melilla y trabajan en el turno de noche, vestidos de paisano y con pistola. Los dos son treintañeros, patrullan en un coche camuflado y pertenecen al servicio Búho del Cuerpo Nacional de Policía, que en la última semana ha detenido a un ladrón de retrovisores en el momento en que se ensañaba con el espejo izquierdo de una furgoneta estacionada en el Hipódromo y a otro que intentaba desvalijar un parking comunitario.
Los dos agentes pasarían desapercibidos para el común de los mortales, que no repararía en un vehículo de gama media que se pasea por las calles de Melilla entre las once de la noche y las seis de la mañana, pero los cacos ya les conocen. Más que nada “porque en la ciudad delinquen siempre los mismos”, explica Rubén. También porque tanto él como Francisco, su compañero de patrulla, van siempre en el mismo vehículo y llevan varios años destinados a las labores de prevención del servicio Búho de la Policía Nacional en Melilla.
Lo hacen por toda la ciudad, porque en Melilla “ninguna zona se libra de la delincuencia porque el que roba este mes en esta zona, al mes siguiente se va a la otra”. Y es normal, Melilla tiene poco más de 12 kilómetros cuadrados y es más pequeña que cualquier distrito de Madrid, según explican desde el Cuerpo. “Al ser todo tan pequeño, todos los barrios son susceptibles de registrar robos de poca monta. En siete años que llevo aquí nunca he visto que hayan atracado una joyería”, apunta Rubén.
“Básicamente, prevención”
El servicio de Búho de la Policía Nacional es “básicamente prevención”, explica Rubén. Por eso lo primero que hace nada más entrar por la puerta de la Jefatura Superior es mirar los partes de atestados que se han hecho esa semana, para ponerse al día porque él trabaja entre 10 y 12 noches al mes.
“Reviso los informes para saber en qué sitio de la ciudad se han cometido delitos y qué tipo de hechos delictivos se repiten. Por ejemplo, últimamente están en auge los robos de retrovisores, sobre todo en coches que tienen ya unos años porque no tienen alarma”, aclara.
Una vez revisados los partes en la Jefatura, Rubén sube al coche con su compañero Francisco y comienzan la ronda.
Como ya llevan tiempo haciendo este trabajo, sus ojos funcionan como un detector de metales. En cuanto ven a alguien que intenta quitarse un poco de la vista cuando pasa el coche o muestra algún tipo de comportamiento extraño, suenan las alarmas y le identifican. No estamos hablando de que paren, por ejemplo, sólo porque sientan olor a porro. “No somos sabuesos. De noche no se ve mucha gente caminando por ahí y fumando. Cuando registras un coche es frecuente encontrar trocitos de hachís. Lo da la tierra. Qué le vamos a hacer”, comenta Rubén.
Regularmente el coche del servicio Búho de la Policía Nacional controla las naves del polígono. “Hay que tener en cuenta que nadie va por el medio de la carretera cuando quiere robar”, por eso su trabajo es detectar quién anda a esas horas por donde no debe.
Los casos que da la noche
Los ‘búhos’ de la Policía Nacional se ocupan, sobre todo, de accidentes, puñaladas o casos de malos tratos, “porque los da la noche”, sentencia Rubén.
Con la crisis, los fines de semana se han recortado bastante. Antes eran viernes y sábado y ahora casi siempre de sábado para domingo. “Pero eso no quiere decir que el resto de la semana vaya a ir tranquilo”, aclara Rubén.
Ahora abundan mucho los casos de malos tratos, que atienden los ‘búhos’ porque su presencia, vestidos de paisano, ayuda a calmar los ánimos, más que la sirenas de las patrullas en medio de la pelea.
La calle les ha enseñado a Rubén y a Francisco que Melilla no tiene una delincuencia especializada. “Nos limitamos a pequeños hurtos y robos en el interior de vehículos. Lo que más quitan es radiocasettes, altavoces o lo que esté a la vista, aunque los hay que cargan hasta con las bombillas y los CD”.
En la ciudad habría menos delitos, concluye Rubén, si hubiera más participación ciudadana. “Cuando me tocan lo mío, llamo la Policía, pero si tocan lo del vecino, cierro la persiana y no llamo. Una llamada a tiempo, evita un robo”.
El robo de retrovisores, en alza por la salida que tiene el botín
Últimamente está en alza el robo de espejos retrovisores en la ciudad. Ocurre, sobre todo, en las zonas de Melilla cercanas a la frontera de Beni Enzar, como el Hipódromo o El Real y en el centro. Eso no quita, aclara Rubén, uno de los agentes destinados al servicio Búho de la Policía Nacional, que no ocurra en otros barrios. Los ladrones de retrovisores son, sobre todo, magrebíes y los sustraen porque saben que pueden vender el botín en Marruecos porque si se aparecieran con un retrovisor en un taller de Melilla, les denunciarían. Delitos como éstos son los que atiende el Búho de la Policía Nacional, que está formado por agentes de paisano, que hacen rondas en coches camuflados. Cada ciudad le da un nombre a este servicio que, por ejemplo, se conoce en Madrid como Centauro. La ventaja del servicio Búho, explican desde la Jefatura Superior de Policía, es que te da la discreción que se pierde con un vehículo uniformado.
“Siempre que hay luna llena, en la ciudad hay movida”
En la Jefatura Superior de la Policía Nacional de Melilla lo tienen visto y comprobado. “Siempre que hay luna llena, en Melilla hay movida seguro”, comenta Rubén, uno de los seis agentes destinados al servicio Búho de la ciudad. Puede que parezca una tontería, se explica, pero con la luna llena “el personal está alterado. Hay más partes (de atestados), más peleas y la gente con problemas de la cabeza está un poco más revuelta”, añade Rubén. Ni él ni su compañero de patrulla, Francisco, son capaces de hacer un cálculo de cuántas peleas, accidentes, robos o decomisos de drogas o armas blancas pueden atender de media cada noche. “Trabajamos con personas. Si fueran cajas podríamos saber cuántas tenemos cada noche”, aclara Rubén, que desde que está en el servicio Búho ha recibido 28 felicitaciones policiales, al igual que Francisco. Los dos han sido condecorados con la medalla de la Policía Local de Melilla.
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