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“En esta obra se ve hasta qué punto el ser humano se vende y miente. Es la pura realidad”

El actor Jesús Cabrero asegura que ‘Por los pelos’, la obra que se representa hoy en el Kursaal, encantará a los niños, que no pierden detalle del juego de detectives que se desarrolla en escena. El público melillense decidirá, con sus votaciones, el final de la obra.

 

‘Por los pelos’ es una de esas obras atípicas en las que el público deja de ser espectador para ser uno más de los actores. Esta función es una comedia que se desarrolla en una peluquería, donde se produce un asesinato. El público deberá ayudar al comisario encargado de esta investigación a aclarar este suceso y descubrir qué personaje es el asesino. Los melillenses que estén sentados esta noche y mañana en el teatro Kursaal decidirán quién es el culpable de este crimen. Ellos tendrán la última palabra y definirán el final de esta representación. “Su opinión va a misa”, aseguró a El Faro el actor Jesús Cabrero, que en esta obra representa a López un anticuario de barrio.  
Cabrero es un actor muy conocido por el público gracias a sus intervenciones en series de televisión. Fue Álvaro Iniesta en ‘Amar en tiempos revueltos’ y  estuvo en ‘El Comisario’ y ‘Hospital Central’. Este actor indicó que ‘Por los pelos’ es una obra a la que pueden asistir espectadores de todas las edades. Destacó que los niños  son los mejores a la hora de hacer preguntas a los personajes sobre el asesinato.  
–¿Cómo llego este proyecto a sus manos y qué le hizo apostar por él?
–Me llegó mientras hacía otra función, ‘Confidencias muy íntimas’. El director Cesáreo Estébanez y el productor y actor Marcelo Casas vinieron a verme y me lo ofrecieron.  Fue terminar con una obra y empezar la otra. Pero es que el proyecto es para decir que sí o sí. Es un yogurt de función. Es divertidísima y tiene unos antecedentes muy buenos. Lleva 32 años representándose de forma ininterrumpida en Boston y en otras ciudades de todo el mundo. Es tan divertida que no deja de ser un juego. En realidad, es un juego hasta el punto en que ni nosotros sabemos lo que va a pasar al final. Es de estas obras atípicas. Tras la pausa que se hace en la función es cuando el público determina hacia dónde va la obra. Y éste es un aliciente muy bonito. El no saber qué va a pasar es muy divertido.  
–Su personaje es López, un anticuario, que va a la peluquería donde ocurre el asesinato. ¿Es un personaje huraño o de los que se creen estar por encima del resto?
–Algo tiene de todo eso. Es un anticuario de barrio y al ejercer esta profesión se codea con la jet set. Es un tipo de barrio que quiere ir a más, pero no puede. Por mucho traje que lleve, se ve a leguas que es de barrio, incluso al margen de que se codee con gente de más nivel económico. No deja de ser un chulo de tres al cuarto.  
–¿La obra es una comedia o  un juego para detectives?
–Es que lo tiene todo. Es el ‘Cluedo’ (juego de mesa que consiste en determinar qué personaje es el asesino), pero en 3D. El público participa y opina. Se involucra y acusa a los personajes. Se trata de una obra policiaca porque se dan pautas de este tipo. De hecho, viene mucha gente a verla que es policía. De eso nos damos cuenta por la forma de la preguntar. Si es una pregunta muy rebuscada, es que es de un policía. Hay mucho peluquero que también viene porque todo se desarrolla en una peluquería. No obstante, es una obra adaptada para todos los públicos. Tiene mucha comedia y algo de drama en la parte final, en función del personaje que sea acusado por el público como el asesino. Aunque se termina con humor. Hasta la fecha, la gente sale encantada. Se la recomendaría a los niños, a partir de los diez años, porque es un juego y ellos se quedan con todo lo que ocurre. Los personajes vamos engañando al público. A los mayores se les pasan cosas por alto, pero a los pequeños ni una.  
–Pero, ¿cómo participa el público en esta obra de teatro?
–Cada uno levanta la mano y el comisario (uno de los actores) le dice que haga la pregunta que desee a cualquier personaje. Luego, nosotros tenemos que intentar defendernos como podamos para evitar que nos acusen de ser el asesino. El público es el que decide quién es el que ha cometido el crimen. No hay ni trampa ni cartón. Al final de la obra se levanta la mano para señalar al personaje y el que salga por mayoría es el acusado de asesinato. Más tarde, los personajes llevan el final a lo que ha votado el público.
–Trabajar en teatro es exponerse al público. ¿Nos les da miedo estar tan expuestos en esta obra a la opinión de los espectadores?
–Llevamos muchas representaciones y más que miedo es que estamos expectantes por la sorpresa. Una misma pregunta te la pueden formular de mil maneras y hay que saber salir de la situación tanto si es un niño como si es un adulto quien te está interrogando. El público se ríe de cómo contestamos nosotros y de cómo preguntan ellos. Es el aliciente del riguroso directo. Es la adrenalina a niveles altos cuando te van a preguntar. Esperas a ver de dónde te vienen los comentarios. Mi misión y la del resto de compañeros es defenderme e intentar convencer a los espectadores de que soy inocente. Pero el reto es precioso. Estamos ahí y no sabemos qué va a pasar. Lo que tiene el directo es que te puedes quedar en blanco, verde o rojo y no se tiene que notar.
–Si en una función de teatro ya surgen imprevistos y anécdotas, en esta obra, participando el público aún más.
– Sí, de todo tipo además. Surgen muchas, sobre todo cuando quienes formulan las preguntas son los niños.  No sólo por la pregunta sino la forma de dirigirse a los personajes. La verdad es que a más de uno le dirías que tiene un gran futuro como comisario o policía. No veas cómo los chavales le dan la vuelta al comentario para lanzártelo. De hecho, en más de una ocasión hemos llegado a decir: “¿No tienes que estar en la cama ya niño?” o “¡Vete a hacer los deberes!”.  
–¿Recuerda alguna situación graciosa en especial?
–Es que lo bueno de la función es que cualquier noticia actual puedes intercalarla, a pesar de que el texto tenga unos 30 años. A parte de las que puedan surgir por este motivo, recuerdo las protagonizadas por niños. Hay  un personaje que se llama Mar Serena y más de uno dice que desea preguntar a la señora del Mar en Calma o del Mar Menor. ¡Se oyen muchas burradas! En concreto, este personaje se pasa toda la obra diciendo “¡Oh, por favor!”. Y me acuerdo de una niña que al formular su pregunta dijo que quería hablar con ‘la señora por favor’. Claro está que esto genera una carcajada en tanto en el público como entre los actores. Destacaría la creatividad de los niños a la hora de preguntar. Les cambian los nombres a los personajes y se involucran tanto en el obra que les acaban poniendo motes. Es muy bonito ver que la gente está tan dentro de la obra que te vacilan y se ríen contigo y te tratan como si fueras uno más de la familia.
–Esta obra muestra cómo un mismo hecho tiene varias versiones, pero al contar con el público esta idea aún se hace más compleja.
–Sí es eso. Nosotros mismos no entendemos por qué en unas ocasiones el público vota como asesino a uno y a otros no. Puedes llevar el personaje para que sea lo más borde posible con la idea de que te voten y resulta que ese día no te hacen ni caso.  Nunca sabes el criterio de la gente. Es lo bueno que tiene la función, pues por muy malo que quieras ser tú, el espectador puede pensar que tienes una buena coartada, que no tienes motivos para cometer el asesinato y que hay otras pruebas que indican que el crimen lo cometió otro personaje.  Lo bonito de esta función es que la gente es libre para opinar y su opinión va a misa.   
–¿Tienen un ranking de los personajes que más veces han sido señalados como asesinos?
–Hasta la fecha gana Alicia Martos (interpretada por Eva García-Vacas), que es una peluquera. En segundo lugar voy yo y el tercero es Marcelo Casas, que hace el papel de Tony Luján, el propietario de la peluquería. Pero no le podría decir quien va a salir en Melilla. Si ven la función, cada espectador creerá una cosa, pero luego es la mayoría, a través de una votación, la que decide.  
–¿El final de la obra ni si quiera coincide estando en la misma ciudad?
–Todo depende de lo que diga el público que está sentado esa tarde en el teatro. Se ha dado el caso de que un día ha salido un asesino y al siguiente otro estando en la misma ciudad. De hecho, si una persona desea ir dos días seguidos a ver la representación se puede encontrar con dos finales distintos o arriesgarse a que sea el mismo.  
–¿Hay algo más tras la comedia y la diversión de participar en este juego de detectives?
–Esta función, en primer lugar, es un divertimento puro y duro. Se creó como una terapia por parte de unos psicólogos para ver la reacción de la gente ante diferentes situaciones. Pero se llevaron el experimento a la parte dramática y no funcionó. Sin embargo, cuando lo convirtieron en una comedia, sí. En esta obra puedes ver hasta qué punto el ser humano se vende y miente. Es la pura realidad. En función de las situaciones, cada uno va a reaccionar de una manera.  
–¿Cuáles son sus siguientes proyectos?
–Pues tal y como está el panorama algo hay. A ver si esto da un giro porque la situación es complicada. De momento, vamos a intentar continuar con la función a ver si la podemos mover un poco más. Estoy mirando algún proyecto en teatro y en televisión. Pero nunca hay nada seguro en esta profesión hasta que empiezas.  He estado en los últimos meses en la serie de Canal Sur ‘Arrayan’. Pero se la han quitado del medio. Era una serie con doce años de trayectoria líder de la cadena con máxima audiencia. Está todo el mundo expectante a ver qué pasa. Ya veremos cuáles son los presupuestos de los ayuntamientos para los próximos meses en temas culturales, uno de los aspectos donde más se está atacando. De momento, los proyectos son más de ilusión que de realidad. Hay que tener paciencia y fe. Esto siempre ha sido así, lo que pasa es que la crisis agrava todo. Terminas una cosa y lo mismo te sale otra en el momento que no llega nada en meses. La diferencia es que ahora suena menos el teléfono porque hay menos proyectos.   
–¿Han notado un menor número de espectadores en ‘Por los pelos’ por culpa de la crisis o por la subida del impuesto en los espectáculos culturales?
–Sí se nota. La crisis está haciendo mucho daño. Pero la famosa subida del 21% de IVA no le salpica al espectador, pues son el teatro y la compañía los que asumen este incremento. Lo digo por tranquilizar al espectador. Al público no le va a costar más la entrada porque haya subido el IVA. No obstante, es una burrada. Si queremos ser europeos nos podríamos fijar en los impuestos de otros países de la UE en temas culturales. Grecia es el que tenía este impuesto más alto, sólo pagan un 13%.  No entiendo por qué se subió de un 8 a un 21%,  mientas que en el resto de los países europeos es menor. Tomamos ejemplos de Europa para unas cosas y para otras no. Pero bueno, somos primeros en algo.

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