En busca y captura por el asesinato de Emin y Pisly

EL juez de la Audiencia Nacional José Luis Calama ha decretado una orden internacional de busca y captura para el comandante Mounir Tisman y los sargentos Aziz El Mals y Mouhein Brioul de la Marina Real Marroquí, acusados de matar a Emin y Pisly. El magistrado del ‘caso Banco Popular’ considera a los tres altos mandos marroquíes responsables del tiroteo que acabó en 2013 con la vida de los dos jóvenes melillenses, cuando ambos navegaban a bordo de una embarcación con bandera española, por aguas marroquíes cercanas a Melilla. Han pasado ya siete años desde que el crimen de Punta Negri sacudió a esta ciudad. Si hoy estamos celebrando una decisión judicial tan esperada es, sin dudas, por la perseverancia de los padres de dos niños que, con sus muertes, sacaron a la calle a miles de melillenses de todas las culturas para denunciar el horror, pero también para reivindicar la españolidad de esta tierra. Abdeselam Ahmed y Driss Mohamed, los padres de Emin y Pisly, se han convertido en los héroes de esta historia. Ellos han movido cielo y tierra hasta conseguir que el bufete de abogados del exjuez Baltasar Garzón se encargue de esta causa sin cobrar un duro por considerar que lo que se defiende es el bien público. No estamos hablando sólo del asesinato de dos melillenses sino de cómo Marruecos hace y deshace en aguas del Estrecho y el Mar de Alborán, tomándose la justicia por su cuenta, como si todavía estuviéramos en la Edad Media. Estamos hablando de lo poco que nos respeta Rabat como españoles y como europeos y de que en democracia la impunidad no puede tener cabida. Si de algo ha servido esta lucha durante siete años es para comprobar lo poco que valen nuestros políticos. Todos, de todos los partidos, han prometido hacer gestiones para abrir en el Congreso de los Diputados una investigación que saque a la luz las gestiones que ha hecho España para intentar que Marruecos investigue el asesinato de los dos jóvenes melillenses. Siete años después sólo tenemos un saco lleno de promesas incumplidas y un caso cerrado en Rabat. Nadie quería buscarle las cosquillas a Mohamed VI porque, al parecer, entendían que no merece la pena enemistarse con el socio comercial número uno y con un aliado en temas de terrorismo e inmigración por la muerte de dos jóvenes españoles. Aquí en Melilla todos sabemos que no hablamos sólo de dos muertes. Hay padres y madres de esta ciudad que han perdido a sus hijos en aguas de Marruecos y no saben qué pasó; desconocen si están vivos o muertos. Podemos fingir que no ha pasado o podemos denunciarlo. Cada uno es libre de tomar su camino. Volviendo a la decisión del juez José Luis Calama, nos ha sorprendido, como no puede ser de otra manera, que en el caso de Emin y Pisly la Fiscalía de la Audiencia Nacional pida el archivo de la causa por considerar que no existen pruebas suficientes para acusar a los tres militares, que iban a bordo de la embarcación de la Marina Real Marroquí que interceptó el 27 de octubre de 2013 una lancha en la que viajaban los dos melillenses. Los detuvieron vivos y los enviaron cadáver a la morgue de Nador. Cuesta entender los motivos que llevan al Ministerio público a pedir que se dé carpetazo a una causa que mantiene en vilo a una ciudad de 85.000 habitantes. Su interpretación coincide con los resultados de la supuesta investigación llevada a cabo y cerrada en Marruecos. Tenemos dos muertos y están identificados los militares que iban en la lancha que los detuvo vivos. ¿Qué necesita el fiscal? ¿Un vídeo de lo ocurrido ese día en Punta Negri? ¿No le vale una orden de detención y captura para someter a la justicia de nuestro país a los ocupantes de la lancha de la Marina Real Marroquí? Esta pequeña victoria judicial es un primer paso, pero no es el último. Aún queda tiempo por delante y tendremos que armarnos de paciencia. Con suerte nos alcanzará la vida para ver a los asesinos de Emin y Pisly sentados en el banquillo. Esta ciudad necesita que se haga justicia. Ya basta de hacer la vista gorda y de mirar para otro lado. Nunca es buen momento para dar el callo. Nunca es buen momento para enemistarse. Nunca es buen momento para nada. Hay que salir de la zona de confort, como han hecho los padres de Emin y Pisly, y marcarse unos objetivos claros: hacer justicia. Nada les devolverá a sus hijos, pero un padre y una madre no duermen tranquilos sabiendo que los asesinos que han destrozado sus vidas siguen viviendo, riendo y disfrutando de una libertad que no merecen. Los tres altos mandos marroquíes están, de momento, condenados a no salir de Marruecos. En cuanto pisen suelo internacional, pueden ser detenidos y entregados a la justicia española, si la Fiscalía nos lo permite. Hay que confiar en nuestro sistema judicial.

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