El concierto de Èlia Bastida Quartet pone el broche de oro a las XXVII Jornadas de Jazz ‘Claudio Cifuentes’ que organiza la Uned de Melilla desde hace casi treinta años en la ciudad. Un evento que se ha convertido ya en todo un referente para muchos ciudadanos.
La pasión de Èlia Bastida (Barcelona, 1995) por el violín surgió muy temprano. “Empecé con cuatro años”, cuenta. Cuando era muy pequeña, su madre, también música, la apuntó en un coro infantil. Pero ella, aunque confiesa que le encanta cantar, quería aprender violín porque el sonido que emite este instrumento la cautivó.
“Creo que los niños tienen cierta sensibilidad con este tipo de cosas y se enamoran sin prejuicios. Creo que a mí me ocurrió esto. Hay gente a la que le pasa con dieciocho años. A mí me pasó con cuatro”, explica la joven.
Sus padres al principio se mostraron reticentes a que Élia, que no alcanzaba ni un lustro, empezase a estudiar violín. Sin embargo, la pequeña tenía tal obsesión con este instrumento que al final consiguió su propósito y ya lleva más de dos décadas tocándolo.
Desde entonces aprendió junto a Pablo Cortés y estuvo cursando música clásica en Barcelona. Pero todo cambió cuando a los diecisiete años entró a formar parte de la Sant Andreu Jazz Band dirigida por Joan Chamorro. Descubrir el jazz de esa manera marcó un antes y un después en su vida.
“Cuando me encontré con el Jazz fue perfecto”, confiesa. La improvisación y la libertad que le ofrecía este estilo de música fueron los factores decisivos para que Èlia se sumergiera en este mundo hasta entonces desconocido para ella.
Toda su vida había hecho música clásica, por lo que tuvo que cambiar su forma de estudiar. Una experiencia que fue muy bonita, pero también muy exigente. El jazz le permitía encontrar ese estilo que le daba más libertad, ya que como artista necesitaba poder crear y ser libre en el escenario. “El jazz es mi lenguaje, mi modo de expresión”, afirma.
Las técnicas que había aprendido estudiando música clásica le sirvieron para aplicarlas a este género. El jazz, explica, es una melodía, pero a partir de ahí hay que crear. “La técnica es necesaria. A veces me lo preguntan y siempre digo lo mismo: cuanta más técnica tengas, más podrás volar con el instrumento”.
Tras descubrir el jazz, estuvo muchos años en la Sant Andreu Jazz Band e hizo la carrera de interpretación de violín jazz. “El violín no es un instrumento muy común en el jazz. Crecer y aprender dentro de una big band me ha permitido sentirme como uno más”, cuenta.
Desde entonces ha grabado más de cuarenta CDs, con cinco de ellos a su nombre: ‘Joan Chamorro presenta Èlia Bastida’, ‘The magic Sound of the Violin’, ‘Meraki’, ‘Èlia Bastida meets Scott Hamilton’ y ‘Tribute to Stéphane Grappelli’. Algunas de sus influencias musicales son Scott Hamilton, Dexter Gordon o Sarah Vaughan.
Y aunque son muchos los discos que ha grabado, asegura que es incapaz de elegir a su favorito porque cada uno de ellos es su “hijito”. Está muy contenta con todos los que ha hecho, pero cuando vuelve a escucharlos nota lo que ha evolucionado y lo distintos que son unos de otros.
Sin embargo, hay un arreglo que hizo para ‘The Magic Sound of the Violin’, que también tocará en Melilla, que es muy especial para ella. “No es un tema propio, pero el arreglo sí. A la gente le gusta y siempre me lo pide, por eso diría que es el más especial”, admite.
Actualmente compagina su vida por los escenarios con la docencia. Y es que con todo lo que ha aprendido en estos años, Èlia decidió que quería compartir sus conocimientos con otras personas. Tiene alumnos semanales (los que le permiten sus conciertos) a los que da clase, ha hecho algunas MasterClass y también ha publicado un libro que recoge su experiencia. “Me encanta poder difundir lo que he aprendido”, dice.
Las Jornadas de Jazz que se celebran en Melilla desde hace casi tres décadas le parece una iniciativa preciosa y manda sus felicitaciones a los organizadores. “La gente necesita que la música se viva de esta manera, que esté en las calles y se vea. Espero que no acaben estos eventos”.