Encajonado entre los barrios Falda de Camellos y Victoria, el Tesorillo es una encrucijada de calles que llevan nombres de clara influencia militar como General Pinto o Regimiento de Málaga. Se respira en el barrio esa sensación de villa intraurbana en la que se entremezclan comercios tradicionales como una ferretería o panadería con nuevos cafés, terrazas y supermercados.
Con el paso de los años el barrio ha crecido de forma vertiginosa, debido, sobre todo, al ladrillo. Si lo que antes se estilaba era la tradicional casa mata, ahora las edificaciones apuntan al cielo y en la zona predominan claramente los bloques de pisos.
Precisamente ese cambio de imagen genera fieles seguidores y críticos acérrimos. A Miguel Belmonte, propietario de puertas Belmonte, por ejemplo, no le importaría retroceder en el tiempo. “Antes vivíamos muy tranquilos, en las puertas de las casas y nos reuníamos a diario para charlar”, explica con tono nostálgico. Pero lo que más echa en falta de las nuevas generaciones es la unión entre vecinos.
Fue él junto a otros compañeros, quien en 1978 fundó la primera asociación de vecinos del Tesorillo. “Antes de crear la comunidad disponíamos de un casino, pero cuando se nos brindó la posibilidad de formar una propia asociación, nos pasamos por las casas para proponer a los vecinos la posibilidad de formar parte de una comunidad y no tardamos ni dos días en encontrar decenas de socios. Se trataba de una asociación con fundamento”. explica y añade: “Hace muchos años, la gente apoyaba más a las asociaciones”. Tanto se volcaba Belmonte en el devenir de la comunidad que hasta organizaba una propia feria para el Tesorillo. “Nos lo pasábamos tan bien, bailábamos como trompos”, dice mientras se le ilumina la cara.
Parte de aquel esplendor vuelve a brillar hoy. La zona ha multiplicado sus habitantes y se han cambiado las amplias casas por bloques de pisos, pero igual que entonces, la vida parece discurrir tranquila pese a hallarse muy cerca del centro de la ciudad.
Desde la actual asociación ponen todo su empeño para mantener ese aspecto. Según informa el tesorero de la comunidad, Francisco Díaz, se han organizado una serie de cursos para no solo ganar nuevos adeptos, sino sobre todo atender a las demandas de los residentes. De este modo, todo aquel que lo desee podrá participar en cursos de baile, hipergrabado, informática, estética o punto y croché.
Altavoz de los vecinos
No todo es diversión. Las conversaciones en la sede de la asociación también han servido para dar paso a una corriente de apoyo que ha venido a sustituir la falta de auxilio de las administraciones. “Nos han llegado varias quejas porque en ocasiones los coches pasan a toda velocidad por las calles”, explica Juan Artero, actual presidente de la asociación del Tesorillo. Desde la comunidad no han tardado en poner cartas en el asunto y ya han recibido una respuesta del Ayuntamiento. “Nos han afirmado que en la zona se instalarán una serie de badenes para contribuir a la reducción de la velocidad”, indica Artero. Además, han remitido un segundo escrito para solicitar la limpieza del monte Camellos. Aunque de momento no hayan recibido respuesta, confían en que ese problema también sea solucionado.
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