La dura derrota en el Príncipe Felipe ante el Cacereño obliga a los azulinos a ganar los dos partidos que restan y esperar a que sus rivales directos fallen.
Soñar no cuesta nada y en ello estábamos hasta que el Cacereño nos despertó propinándonos tres sopapos de los que hacen daño. La cruda realidad es la que es, porque para aspirar a disputar las eliminatorias de ascenso a la división de plata del fútbol español hacen falta argumentos de mayor peso que los mostrado hasta ahora por el equipo azulino al que no le queda otra cosa que ganar los dos partidos que restan y esperar que sus rivales más directos no lo hagan.
No hay que restarle méritos al equipo. Al César lo que es del César. Después de una temporada llena de altibajos hay que agradecer al grupo de jugadores que dirige Fernando Currás que haya llegado a la recta final del curso con opciones de conseguir algo impensable al principio del ejercicio, y por ende ilusionar a una afición que empezaba a despertar de su letargo. Lo malo es que cada vez que el equipo unionista ha tenido al alcance la posibilidad de acercarse a la zona noble de la clasificación, los resultados no han sido los esperados.
Cacereño y Melilla jugaban el domingo un encuentro desigual en el que peleaban por objetivos distintos, y en el que al final la necesidad de sobrevivir se impuso a la de pelear por algo que no entraba de principio en los planes. El conjunto extremeño salió mucho más enchufado que el norteafricano que, lejos de jugar con la ansiedad de su rival, lo engrandeció a base de errores y con una propuesta en la que el juego brilló por su ausencia.
Los inquilinos del Príncipe Felipe, que solo habían conseguido perforar la meta adversaria en cuatro ocasiones en los nueve partidos precedentes, se entretuvieron en hacer tres goles a un Melilla que se había mostrado rocoso y solidario en tareas defensivas en sus últimas comparecencias. Las ausencias, importantes en ambos bandos, no pueden tomarse como excusa.
Calendario complicado
Estaba claro que el calendario de los unionistas en este tramo final de la temporada era algo más complicado que el de algunos de los equipos implicados en la pugna por acabar en puestos de playoff. Los azulinos no dependían de sí mismos, pero, tras encadenar seis jornadas sin perder, buena parte de las ilusiones estaban puestas en el encuentro de Cáceres. Ahora toca intentar sumar los seis puntos que quedan en juego y esperar que se produzca una carambola más que improbable. En cualquier caso, a los azulinos les queda el consuelo de conseguir la clasificación para participar en la próxima edición de la Copa de El Rey. Logro que también habría que valorar en buena medida.
La UD Melilla se medirá el domingo a partir de las 12:00 horas al Sevilla Atlético. Un equipo que también necesita el triunfo para dar un paso de gigante de cara a la permanencia, ya que tan solo le separan tres puntos de la zona de descenso directo. Los azulinos también se juegan la posibilidad de volver a acortar la distancia con la zona noble y llegar a la última jornada con mínimas opciones, aunque a expensas de que el Villanovense, la Balompédica Linense y el Granada B sean incapaces de sacar adelante algunos de sus compromisos.
La jornada, además de la derrota de la UD Melilla, arrojó resultados para todos los gustos. Llama sobremanera los tropiezos en casa del FC Cartagena y del CD El Palo. Descalabros que podrían tener menos consecuencias de las esperadas debido a que el resto de equipos implicados en el descenso tampoco fueron capaces de ganar. Cacereño y Sevilla Atlético fueron los únicos de la zona de abajo que sacaron rendimiento a una jornada no apta para cardíacos.
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