Tras huir de una situación de guerra en su país y del Estado Islámico, los refugiados sirios que intentan llegar a Europa por los pasos fronterizos de Melilla tienen que lidiar con las mafias. Es un auténtico negocio diario.
Hay personas que han gastado hasta 26.000 euros en llegar desde Siria. Muchas familias entran separadas y camufladas como marroquíes desde Nador.
Así lo asegura el informe ‘Sin protección en la frontera. Derechos Humanos en la frontera sur: entre Nador y Melilla’, que se publicó ayer y que está realizado por el Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones de la Universidad Pontificia de Comillas y el Servicio Jesuita a Migrantes. Éste pone de manifiesto las dificultades que sufren las personas que intentan entrar en España por la frontera melillense.
Redes de pasadores
“Traté de pasar a Melilla andando por el puesto fronterizo de Farhana, pero la Policía española me empujó hacia Marruecos. Lo intenté entonces por la zona de los coches. Finalmente pasé corriendo. Antes lo había intentado por Beni-Enzar (tanto con pasaporte marroquí como con pasaporte sirio), ahí fue Marruecos quien no me dejó salir”. Éste es el testimonio de Issa, refugiada siria de 30 años, citado en el estudio.
Según reza en dicho informe sobre la investigación llevada a cabo en diciembre de 2015 “quienes quieren acceder a Melilla tienen que acudir a las redes de pasadores y mafias que, previo pago, facilitan el cruce”. “Muy pocas personas logran cruzar la frontera sin pagar”, señala.
Hasta 26.000 euros
Los pasadores cobran a partir de 1.000 euros por cada adulto y de 400 a 700 euros por niño en el caso de cruzar a pie por el paso fronterizo o escondidos en coche. Les obtienen documentación falsa marroquí y, una vez en España, solicitan asilo con su identidad real.
Issa tuvo que abonar 1.300 euros a los pasadores. Eso no es todo, entre Turquía, Líbano, Argelia y Marruecos lleva gastados más 26.000 euros, una cantidad “desorbitante” dado que la renta media anual en Siria en el año 2011 era de 5.100 dólares americanos, como también recoge este informe. No es únicamente pagar para acceder a Melilla. Amal pagó 400 euros por persona (ella y sus tres hijos) para atravesar la frontera entre Argelia y Marruecos y un total de 4.400 euros para pasar la frontera hispano-marroquí con sus hijos.
El documento revela que en Nador aguardaban desde septiembre de 2015 en torno a 1.500 sirios. En esta localidad marroquí, las personas que intentan entrar en Melilla pasan de seis a siete meses llegando casos de espera hasta de un año.
Métodos de entrada
Además de los refugiados, el informe apunta a la población subsahariana que intenta cruzar a Europa, pero en su caso, por su tono de piel negro, no pueden hacerse pasar por marroquíes y utilizan otras vías como esconderse en coches o usar la vía marítima. En este caso, también previo pago a los pasadores. Los que no se lo pueden permitir son los que finalmente intentan saltar la valla jugándose la vida en la mayoría de los casos.
Hay varios métodos de entrada según el señalado informe: a pie, en coche, vía marítima o salto a la valla. A pie es el método más usado por los refugiados sirios adultos, pero en su mayoría, deben separarse de sus hijos que lo hacen en coche. “En estas ocasiones los pasadores mandan a los menores que simulen estar dormidos o sencillamente les esconden. Habitualmente quedan con las familias de los menores al otro lado, en un puente cercano al CETI de Melilla”, destaca la investigación.
“El hijo de mi hermano pasó la frontera metido en un coche. Le dejaron en la puerta del CETI. Otros tres sobrinos también pasaron en un coche llevado por un pasador. Su madre estaba ya en el centro. Su padre, mi hermano mayor, se quedó en Nador. El coche dejó a los niños en la puerta”, cuenta Fuad, de Siria. Salim, también sirio, explica que primero pasó su mujer andando y solicitó asilo en el paso fronterizo. “A los dos días entraron mis hijos en coche durante el día, les escondieron en el maletero y pidieron asilo en el centro”, relata. Él entró el último, también escondido en un coche, de noche sobre la una de la madrugada.
La valla: última vía
El caso de los subsaharianos es distinto. “Pagan hasta 2.000 euros por camuflarse en dobles fondos o en los salpicaderos, poniendo sus vidas en peligro. Cuando salen, suelen presentar síntomas de extenuación, entumecimiento, malestar generalizado o dolores en las articulaciones”, desvela el informe. Aún así, el método más utilizado por esta población es la vía marítima. Abonan por un viaje en patera de 1.000 a 2.000 euros y poseen únicamente dos intentos, según el estudio. Al tercero deben reunir la misma cifra y volver a empezar.
La última de las vías es el salto a la valla, mayormente recurrido por personas subsaharianas sin recursos económicos. El informe del Servicio Jesuita de Migraciones destaca que en 2015 “disminuyó significativamente el número de entradas” a través de este método. Los motivos que señala son la nueva valla marroquí, la represión de las Fuerzas Auxiliares de Marruecos o la práctica de las ‘devoluciones en caliente’ o rechazos en frontera.
El informe, a modo de conclusión, denuncia esta situación debido a políticas del Estado español y marroquí que impiden el paso normal de refugiados. “Queda claro que el control de la frontera sur española se realiza de manera conjunta con Marruecos”, sentencia.
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