Antonio Ferrer, casi maestro, decidió un día poner punto y final a su presencia en Melilla y estudiar arte, canto y show en la capital de España.
Conocido por los empresarios madrileños, tiene sitio seguro y diario en la sala de música en directo 'El Búho', allá se gana dignamente la vida y es un valor musical al alza. Pero Antonio, de vez en cuando, regresa a Melilla porque aquí tiene a su familia y a sus mejores amigos y aquí se le presentan algunas oportunidades a las que no puede decir que no; por ejemplo, la zarzuela que se va a presentar en el Kursaal Nacional, 'La canción del olvido', estará sobre tablas los días 13 y 14 de mayo y las colas para comprar entradas son casi eternas. Todo lo que Antonio hace está presidido por la expectación.
Su nombre está umbilicalmente asociado a Bombalurina, la agrupación musical melillense, que mejor haya interpretado el género de los musicales. Ferrer, hasta Cabaret, era fijo en escena. Luego se perdió 'El Mago de Oz' y 'Mamma Mia', pero sus compañeros y amigos siempre le han echado en falta porque Antonio canta, baila, interpreta...se mete de una forma en el papel que parece escrito para él, sólo para Antonio Ferrer. Lo mismo le da Bombalurina que la Tuna de Empresariales, que algún bolo por el Puerto Deportivo en base a 'Tributo a Sabina' o sus duetos a base de guitarras heavy con uno de los mejores solistas de guitarra de Melilla, Berenguer.
Es decirle 'música' y presentarse voluntario para lo que sea. Arranca su trayectoria histórica del mismo sitio donde arrancaron tantas trayectorias artísticas melillenses, en la Agrupación Teatral Tallaví que dirigió con sabia mano el recordado y admirado César Jiménez Segura. Con él se fue hasta Elche para representar en 1997 un papel estelar en 'La Corte del Faraón' y, desde entonces, sólo quiere dedicarse al arte con mayúsculas. Y es que sirve lo mismo para un roto que para un descosido, sobre todo por la variedad de sus registros y por su implicada forma de representar. ¿Zarzuela?, pues claro que sí, lo que sea y cuando sea; porque el muchacho está perfectamente preparado y porque disfruta cantando o interpretando, es lo suyo.
Andamos un poco locos por verle sobre las tablas del Kursaal por una sencilla razón: Nos sorprendió en 'La tienda de los horrores', nos cautivó en 'Jesucristo Superstar' y nos colmó como maestro de ceremonias en 'Cabaret', insuperable, dueño del público. El libreto de 'La canción del olvido' le ha reservado un monólogo que le va a quitar media vida. Se lo toma con mucha calma y mucho estudio en su aula preferida: una mesa de 'El puente del Mineral', sobre la que se le sirve un café con leche que acaba más frío que una gaseosa de verano.
Bienvenido a casa, señor Ferrer y enhorabuena por anticipado porque quienes tengan la suerte de disfrutar de dos horas a base de arte pleno, se lo agradecerán como le agradecen esa sempiterna sonrisa con la que inicia sus jornadas y hace descansar en su cama, resueltos todos los problemas del día.
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