El poblado de chabolas que los inmigrantes habían levantado en el Cerro de Palma Santa y que durante ocho años ha permanecido en pie ya no es más que un amasijo de tablas rotas y plásticos que ayer los empleados del servicio de limpieza se esforzaban por retirar cuanto antes. El objetivo es que ese paraje recupere en el menor espacio de tiempo posible el aspecto que era normal antes de que la inmigración se convirtiera en uno de los problemas de Melilla. Tanto el presidente Juan José Imbroda como el delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani, se mostraban ayer satisfechos porque, después de tediosos trámites en los juzgados, las máquinas al fin habían podido acabar con ese escenario tercermundista que se había hecho habitual en la retina de los melillenses. Especialmente contentos estaban los vecinos de las viviendas más próximas a las chabolas, quienes durante todos estos años han sido obligados testigos de unos hechos que han acabado por convertirles en unas de las principales víctimas de esa situación.
Desaparecidas las chabolas del paisaje de Melilla, llega ahora el momento de preguntarse si el problema ha quedado totalmente resuelto. El poblado surgió y ha venido manteniéndose vivo por diversas circunstancias. Entre ellas tienen un especial peso las prolongadas y excesivas estancias de los inmigrantes en la ciudad hasta su traslado a la península, la dificultad para realizar una vida ‘normal’ en el CETI y la imposibilidad de ocupar el interminable tiempo de espera en desarrollar algún trabajo que permita a sus residentes mantenerse ocupados y al mismo tiempo enviar algún dinero a sus familias.
Las maquinas excavadoras que ayer se presentaron en el Cerro de Palma Santa han ‘extirpado’ las chabolas, pero no está nada claro que hayan quedado erradicados los motivos que hicieron surgir este poblado que ya no existe. Después del logro de su desaparición habrá que tratar de evitar que vuelva a aparecer y para ello, nada mejor que ‘extirpar’ también los motivos por los que empezaron a ser construidas las chabolas hace ocho años y que hoy aún subsisten.