Ya estamos inmersos de lleno en la campaña electoral. Han pasado sólo unos días de cierto relax tras la Semana Santa –no exenta de sobresaltos políticos en lo que a Melilla respecta- y nos adentramos por completo en la cuenta atrás hasta el 22-M.
Ayer, el propio presidente de la Ciudad y también del PP, amén de cabeza de lista en la candidatura por este partido, expresaba en el acto con el portavoz nacional de los populares, González Pons, su deseo de que esta campaña pase pronto. El deseo de Imbroda, creo, es compartido por muchos ciudadanos y, especialmente, por muchos melillenses. Y lo es, pienso, porque estamos del todo cansados de las conocidas letanías, de las luchas entre buenos y malos, de los reproches continuos y de la política tan falta de ideas y tan repleta de alusiones personales.
González Pons, durante su intervención anoche en el Tryp Melilla Puerto, con ocasión de una singular Junta directiva regional del PP local, dio las claves de cuál será el discurso de su formación política para las presentes elecciones
Para los populares, está claro: estos comicios, autonómicos en la mayoría de las comunidades y en nuestras dos ciudades autónomas, además de municipales en todos los ayuntamientos, deben servir a juicio del PP para mandar un “recado” expreso al PSOE y, en especial, al presidente del Gobierno central, Rodríguez Zapatero.
El razonamiento es el siguiente: “Por muy bien que pueda irles a los españoles en comunidades gobernadas por el PP, a ninguno le irá bien finalmente si Zapatero sigue gobernando”. Por eso, en opinión del PP, sólo votando a los populares se vota por echar a Zapatero, mientras que el voto al resto de candidaturas supone, de algún modo, un apoyo indirecto al mismo PSOE y al presidente del Ejecutivo central.
Los populares saben que, en cierta medida, estas elecciones son un plebiscito para el denostado ZP. Su penoso saldo como presidente del Gobierno nacional, coronado por la abultada tasa de paro, muestra un corolario difícil de negar y mucho menos de excusar con el argumento de la crisis económica, dado el ritmo de destrucción de empleos en nuestro país. Por eso, para el PP estas elecciones deben ser un anticipo de las Generales del próximo año. Un termómetro que vaticine los resultados y si fuera posible que contribuyese incluso a adelantar los comicios nacionales.
En Melilla, todos sabemos que las elecciones locales o autonómicas nunca tienen el mismo registro que las Generales, aunque en los últimos comicios se comenzara a romper la antigua tendencia del electorado local de votar en las convocatorias nacionales el mismo color político con posibilidades de obtener mayoría en todo el país. De hecho, desde el año 96 nuestro diputado en el Congreso es del PP.
Tampoco es lo mismo enfrentarse a unas elecciones tras ocho años largos de Gobierno local, como sucede en Melilla, que hacerlo desde la oposición.
No obstante, el discurso general del Partido Popular y su intención de convertirlo en un auténtico plebiscito a Zapatero, también tiene sentido para los melillenses, aunque con sus ‘peros’. El principal, en cuanto a los inconvenientes que objetar, es que en esta ciudad el poder principal que se percibe no es el del Gobierno nacional sino el de la Ciudad Autónoma y, por tanto, no es por el cambio sino por el continuismo por lo que el PP apuesta en Melilla.
Aún así, como digo, el discurso general es válido, porque también es cierto que aquí el PP es la única opción frente al PSOE y su bloque o trípode, que junto a CpM y el nuevo PPL de Velázquez sólo tiene en común la derrota de Imbroda o, lo que es lo mismo y a sensu contrario, la victoria del PSOE y sus aliados.
En esta campaña, como siempre, en lo que a Melilla respecta, las líneas a seguir por los partidos nacionales exigen de patrones especiales, que cuando menos permitan adaptar al máximo los discursos generales a nuestras particulares circunstancias.
Hoy la campaña continúa con la visita en apoyo a la candidatura del PSOE del ministro de Administraciones Territoriales, Manuel Chaves. Teniendo en cuenta la trama de corrupción, enchufismo y despilfarro publico que su legado ha dejado en Andalucía, no resulta fácil imaginar como el expresidente de la Junta andaluza va a defender su discurso en las presentes elecciones. Y es que, en verdad, los socialistas lo tienen tan crudo, que ni siquiera el recurso del bloque anti-Imbroda promete ningún tipo de sorpresas sino más bien al contrario.
En Melilla el cambio no es previsible mientras Imbroda y el PP tengan en frente a sus actuales adversarios. Guste o no guste, el PP y sus presidente podrán ser mejorables, pero ni CpM, ni PSOE ni PPL tienen mimbres para prometer nada mejor. He ahí el principal capital de Imbroda y resto de candidatos populares, con independencia de que estas elecciones también estén llamadas a ser un inevitable plebiscito para el presidente Zapatero y, por extensión, para las siglas del PSOE.
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