Difícil, por no decir imposible, que quien pasara el viernes a media tarde por el Parque Hernández no los viera. O, mejor dicho, no los escuchara. Y es que los tambores, o para ser más exactos los surdos, repiques y una caixa, resonaban con sus rítmicos sonidos y cual flautista de Hamelin incitaban a más de uno a acercarse y probar. Se trataba de la escuela BatuCañada, que realizó un ensayo abierto desde las seis de la tarde con el fin de dar a conocer su proyecto y también seguir acercando a todos los melillenses la música afro brasileira con toques rifeños.
“La vibración de estos instrumentos es muy diferente a cualquier otro. Enseguida suena, es como algo que tenemos dentro, es algo ancestral que tenemos en el cuerpo. Es vibración”, explica Lucía Villatoro, trabajadora en el AMPA del León Solá y quien llevó a cabo este ensayo. Efectivamente, la mayoría de los participantes, sobre todo niños y algunos muy pequeños, nunca habían participado en una batucada. Pero se animaron a probar con un ritmo sencillo, un funky, acompañado de juegos muy diversos y divertidos. Además, y porque no se trata ni mucho menos de tan solo aporrear un instrumento, también se trabajaron con los participantes valores como la importancia de la cooperación grupal, la coordinación, la escucha y el compañerismo.
Este año la escuela de BatuCañada se plantea profundizar en el enfoque de una batucada inclusiva, dentro de un proyecto a nivel estatal llamado Bloco SuCa. “Queremos que se sumen más personas a la energía positiva que se desprende de esta particular expresión musical, a través de un proyecto social que tiene como base la inclusión, la superación de dificultades y la normalización y la visibilidad de las personas, independientemente de sus capacidades”, apuntan. Así, en un futuro cercano, y con el fin de trabajar la inclusión, quieren involucrar en esta iniciativa a colectivos muy diferentes de la ciudad.