ESTE sábado escribíamos un artículo en el que nos mostrábamos preocupados por el escrito enviado por el PP de Melilla pidiendo al juez del Caso Voto por Correo que Mustafa Aberchán cumpla entre rejas los dos años de cárcel a los que ha sido condenado, pese a que no tiene antecedentes penales; a que ya ha dimitido de su escaño en la Asamblea tras ser inhabilitado para cargo público y a que ya ha pagado la multa de cerca de 15.000 euros que le impusieron.
A última hora de la noche, el PP de Melilla sacó una reacción que yo me cojo para mí por aquello de que a quien le sirva el sayo, que se lo ponga. Y, sinceramente, creo que el escrito era pertinente. De haber sido redactado con agilidad, quizás hubiera entrado en las noticias más importantes del día. Pero hay quien no se da cuenta de que cuando se está en la oposición hay que andarse ágil porque si no, no sales en la prensa.
Dejo para otros damnificados el tuit de Daniel Conesa tachando de manipuladores e indocumentados a quienes criticaron la decisión del PP de pedir 2 años de cárcel a Aberchán. Podríamos debatir sobre quién es el indocumentado, si quien opina o quien envía al juez un documento incluyendo datos erróneos, pero en estos momentos no quiero distraerme en estas menudeces. Este tipo de manifestaciones son más bien, parte de la escenografía de las palmas y el jaleo legítimo en las formaciones políticas.
No es tiempo de entretenerse con debates estériles ni con ‘cadáveres’ políticos. Prefiero reparar más bien en un tuit muy acertado de Julio Liarte, en el que abordó un tema que no me atreví a tocar en el artículo “El odio contra Aberchán” y que ahora intentaré desarrollar en esta segunda parte.
Liarte venía a decir que no merece la pena incendiar Melilla por el interés de unos pocos. Y creo que eso es lo primero en lo que pensamos todos. Para nadie es un secreto que si Aberchán entra en prisión a cumplir 2 años de cárcel (una sanción que la mayoría de delincuentes comunes no cumplen si carecen de antecedentes penales), previsiblemente se caldearán mucho (muchísimo) los ánimos en esta ciudad y tendremos a la gente en la calle.
Imbroda defiende que él se presenta de nuevo a la Presidencia del PP de la ciudad porque entiende que en el momento tan difícil que vivimos él es la persona adecuada para poner paz y sacarnos del bache. Estoy segura de que es sincero y lo dice con la certeza de que es el único líder posible para este momento histórico.
Pues bien, debería saber también que las crisis económicas traen aparejados estallidos sociales y cualquier incidente puede convertirse en detonante. ¿Puede convertirse el encarcelamiento de Aberchán en esa chispa? ¿Es eso lo que quiere para Melilla?
Señores, cuando la gente no tiene qué comer, mejor no le toque las narices. A menos que el PP se crea que los datos de paro de Sabrina Moh son tan buenos como ella dice. A este ritmo, en cualquier momento nos anuncia que hemos alcanzado el pleno empleo. Me recuerda a la propaganda de Cuba, donde los comunistas no hacen más que sobrecumplir planes de producción y prometer que sí, que ahora sí que van a construir el socialismo. Pero en la calle, en la vida real, no hay ni comida ni derechos. Como dijo Eduardo Galeano, si Napoléon hubiera tenido el periódico Granma (órgano oficial del Partido Comunista de Cuba), nadie se habría enterado de que perdió en Waterloo.
Personalmente agradezco a Imbroda que mostrara su desaprobación a la foto de Aberchán en una cárcel de Israel. El tratamiento de la imagen es lamentable no sólo porque tergiversa la realidad sino por todo el discurso de odio que lleva implícito. Mal van las cosas cuando una misma publicación produce una sonrisa entre los radicales y una mueca de rabia contenida entre los ofendidos.
Es muy peligroso enarbolar el discurso del odio en una sociedad como la nuestra en la que convivimos personas de diversas culturas sin grandes roces, es verdad, pero con nuestras grandes diferencias. Esto no es el paraíso y hay serios problemas de integración y de discriminación que tenemos que resolver. Negarlos no ayuda a buscar una salida, pero tampoco podemos ignorar la realidad: hasta el día de hoy vivimos en paz.
Sin embargo, la paz, como el amor, es muy frágil. No podemos permitir que la revienten los radicales; que nos dinamiten la convivencia con el discurso del odio. No vamos a permitirlo. Aquí hay que pensar en lo mejor para Melilla y mucho me temo que eso es lo último que se han preguntado algunos.
Creo que la solicitud presentada por el PP es legítima. Tienen todo el derecho de presentar su escrito y a los demás nos asiste el derecho a manifestarnos a favor o en contra. En mi opinión, la entrada de Aberchán en la cárcel no debe verse sólo como un escarmiento a un político condenado por trapicheos con votos. Debe verse, en términos de estabilidad política y convivencia pacífica. Me extraña que no lo hayan visto tan claro quienes se dan golpes de pecho en nombre de Melilla.
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