El Nazareno sabía que anoche se enfrentaba a un rival complicado, la final de la Copa del Rey entre el Barça y el Real Madrid. Eran conscientes de que iba a ser difícil que la gente respondiera tanto como el Lunes. Sin embargo, los melillenses volvieron a demostrar que las procesiones tienen futuro y tienen presente en nuestra ciudad. Hubo menos gente, es cierto, pero fueron decenas las personas que se acercaron a la Plaza de Toros para ver la salida del Cristo del Nazareno y la Virgen de las Lágrimas.
Poco después de las 20:30 horas las puertas del coso taurino se abrían y el trono del Cristo asomaba ante la expectación de decenas de personas. Los cofrades miraban al cielo tranquilos. Este año la lluvia no iba a aparecer, como sí ocurrió el pasado Miércoles Santo. El capataz echó un vistazo a la plaza y comprobó que la gente sí había respondido.
El cofrade comenzó entonces a guiar a los portadores para que bajaran las escaleras que conducían a la calle, donde se encontraron con la multitud. Había huecos en el trono, eso sí, porque algunos costaleros habían faltado a su cita. A pesar de ello, pudieron salir y cumplir con el recorrido.
Minutos antes de salir, por los pasillos del interior de la plaza, los nervios de los cofrades ya afloraban. Tras un año de preparación, los hermanos querían que todo estuviera perfecto para no defraudar a los melillenses. Hubo dificultades, pero las salvaron con devoción y trabajo.
Tras el Cristo, por el portón trasero del coso taurino asomaba la talla de Nuestra Señora de los Dolores, la Virgen de las Lágrimas. La imagen de la escuela sevillana, del siglo XVII, que hace años era la Esperanza del Peñón de Alhucemas, tocó la calle, conducida por los costaleros, con el inconfundible ritmo y balanceo del paso sevillano.
La banda acompañaba y guiaba con sus marchas a los hombres que bajo el trono iban conduciendo a la Virgen en dirección al centro de la ciudad. El movimiento, que mecía el palio de Nuestra Señora de los Dolores dulcemente, y las paradas para luego alzarla al grito de “al cielo con ella” del capataz, despertaron la admiración de los melillenses.
El Tercio Gran Capitán de la Legión escoltó, como es habitual, a la procesión en su recorrido, que finalizó con el regreso a la Plaza de Toros bien entrada la medianoche.
Los cofrades se mostraron satisfechos con la acogida de la ciudad. Ya lo dijo el martes la hermana mayor de la cofradía más antigua de Melilla, Francisca Muñoz: “Con que sólo haya una persona en la calle, nosotros estaremos ahí”. Y no fue sólo una, fueron muchos los que quisieron llevan ‘en volandas’ a los costaleros y portadores, que aguantaron el cansancio como pudieron para completar el recorrido.
La de ayer fue la segunda salida procesional de la hermandad en esta Semana Santa, tras la procesión de La Sentencia del Lunes Santo. Mañana los cofrades volverán a la calle, en su último paso por la carrera oficial de este año.
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