EL mercadillo del Real ya no es lo que era. El cierre de la aduana y las dificultades para atravesar la frontera han perjudicado seriamente a los comerciantes que tradicionalmente se han reunido en esta zona para vender sus productos.
El habitual comprador marroquí es ahora más escaso que hace unos años y la ventas han caído dramáticamente. Las personas que viven de esta actividad cada vez encuentran más dificultades para salir adelante y el panorama no es nada halagüeño.
Además, algunos se quejan de la falta de una normativa que regule la actividad. Trabajadores que pagan sus impuestos por realizar la actividad se mezclan con otros ‘ilegales’, lo que supone una competencia desleal para aquellos que si cumplen con sus obligaciones.
La situación del mercadillo del Real no es más que un fiel reflejo de la situación del comercio que se vive en toda la ciudad, que languidece en casi todos los barrios de Melilla. Una situación insostenible que necesita una rápida y efectiva respuesta por parte de nuestros responsables políticos.
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