El Melilla naufragó en el tercer partido de la serie ante el Carramimbre Valladolid. Con la eliminatoria empatada, los locales volvieron a mostrar su mejor cara ante un rival muy desacertado en el lanzamiento y que nunca tuvo opciones de llevarse el partido. Los de Paco García en una nueva exhibición de intensidad baloncestística se volvieron a poner por delante con la segunda victoria del playoff ante un rival más complicado que lo que mostró anoche en Pisuerga (85-64).
De inicio, el Decano saltó al parque de Pisuerga con las ideas claras. Y es que los de Alejandro Alcoba llegaban a Valladolid con la idea de recuperar el factor cancha, pero pronto sus intentos se desvanecieron sobre la pista. En un arranque arrollador de los locales, el Carramimbre salió mucho más intenso en defensa y fueron capaces de llevar el partido al terreno que más les convenía.
De hecho, los de Paco García se pusieron por delante en un abrir y cerrar de ojos gracias a un gran parcial de 10-0 que les permitió afrontar el choque con mayor tranquilidad. Un buen hacer vallisoletano que unido al desacierto en el lanzamiento de los jugadores del Melilla, con un porcentaje del 31% y cinco canastas de dieciséis intentos, provocó la clara victoria parcial para los locales en la primera manga.
Tras el parón, la tónica del partido apenas sufrió variaciones y los jugadores azulinos parecía no encontrar el buen camino ante los locales. Tanto es así, que los visitantes incluso empeoraron sus estadísticas en el lanzamiento ante un Carramimbre que estaba de dulce en ataque con más del 70% de acierto desde el perímetro. Números que allanaban la labor a los vallisoletanos y que ponían contra las cuerdas al Melilla en un segundo cuarto que acababa once puntos abajo.
Tras el paso por vestuarios, los de Alcoba volvieron al parquet más enchufados buscando neutralizar la velocidad de los contragolpes locales. No obstante, el Carramimbre no perdía la cara al partido en ningún momento y plantaba cara a un Melilla con toda la plantilla disponible y una rotación mucho más larga que la vallisoletana.
Pese a todo, los locales se mantuvieron fieles a su habitual estilo y sin renunciar a nada trataron de hacer valer el factor cancha ante un equipo que no daba con la tecla adecuada para desconectar a su rival. Con catorce puntos de desventaja en el electrónico, el técnico del Melilla se vio obligado a pedir un nuevo tiempo muerto pero ni con esas consiguió devolver el ánimo a un equipo condenado por unas estadísticas nefastas en tiros libres.
Tampoco mejoraron las cosas en el último cuarto para el Melilla. Los jugadores azulones vieron como su rival seguía a lo suyo y como si fuera un martillo pilón golpeaba una y otra vez en la línea de flotación del Decano con un juego más intenso y llevado en volandas por la afición de Pisuerga.
En el tramo final del partido, lo del Melilla fue en querer y no poder. Buscaban una y otra vez el aro vallisoletano pero sin demasiado éxito. La historia se repetía cada vez que los tiradores azulones encaraban la canasta local con constantes errores y con un Carramimbre muy poderoso en el rebote, a pesar de jugar muy debilitado en ese puesto tras la salida del club de Hayes hace varias semanas. Un momento clave de la temporada en el que Paco García reinventó a su equipo y en el que ha conseguido sacar petróleo de una plantilla más que desgastada en el aspecto físico desde hace meses.