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El mal tiempo no impidió que la Divina Pastora saliera en procesión

La misa por la Patrona de El Pueblo fue ofrecida por el vicario episcopal, Roberto Rojo, y el último fray capuchino de la ciudad, Fernando Linares · Unas 40 mujeres portaron el trono.

El sábado se levantó enmarañado y las nubes negras rondaron toda la tarde, pero finalmente, el tiempo dio un respiro y la Hermandad de la Virgen de la Divina Pastora pudo sacar en procesión a esta imagen tan querida por los vecinos de El Pueblo. Su Patrona se lució un año más por las calles de Melilla La Vieja rodeada de cohetes, tracas sonoras y la banda de la Cofradía del Flagelado, que siempre acude a la llamada de la Divina Pastora para embellecer aún más sus pasos por las calles de la parte más antigua de la ciudad.
Para otro año se dejará el proyecto de procesionar con la imagen actual con otra más grande que alberga la Purísima Concepción, tal y como indicó su hermano mayor, Antonio González. Así, destacó que será para el centenario de la llegada de la Divina Pastora a Melilla, en 2019, cuando tratarán de procesionar la imagen más grande.
En los últimos años y mientras que llega esta fecha, esta hermandad sale con una talla que trajo el anterior hermano mayor, José Vaca. Ésta es más ligera, por lo que se decidió que fueran las mujeres jóvenes las que portaran a la Divina Pastora. Esta tradición se continuó este año, ya que tan sólo las mujeres portaron a esta Virgen por las calles de El Pueblo. Alrededor de unas 40 valientes de todas las edades cogieron en hombros a la Señora y demostraron su fe en esta madre divina.
No obstante, desde hace varios días, los devotos de la Divina Pastora llevan preparándose para esta manifestación de su fe. El miércoles, jueves y viernes se realizó un triduo, que tuvo su final con la misa que ayer se celebró en la Purísima Concepción.  

Una humilde cuidadora

La Eucaristía fue ofrecida por el vicario episcopal, Roberto Rojo, y el último fray capuchino que se fue de Melilla y que está de visita en la ciudad, Fernando Linares. A esta misa acudieron un gran número de autoridades de la Ciudad, como el presidente, Juan José Imbroda.
El vicario de Melilla destacó durante su discurso cómo en estos tiempos difíciles necesitamos estar más cerca de la Madre de Dios. Rojo indicó que para curar las heridas del alma era necesario contar con mucho cariño, un amor que ofrece la Virgen a todos sus devotos.
También indicó que podemos ver a la Divina Pastora como una enfermera, es decir, una mujer que cuidad de que todos estén atendidos, que se conoce a todos sus pacientes y que además informa e intercede por ellos ante el médico, Jesús, quien cura las heridas.
Rojo definió a María como la pastora que lleva hasta el gran pastor las dolencias del alma de sus hijos. Así, insistió en la humildad y la sencillez de esta mujer que es de admirar por sus silencios y su compasión, ya que siempre interviene por los cristianos ante Dios.
El vicario episcopal apuntó que en esta etapa de Pascua en la que los cristianos están reforzados con la esperanza de la vida eterna, también encuentran cosas que impiden disfrutar de esta alegría, que fue la resurección de Jesús. Además, explicó que es la Divina Pastora la que con su humildad lleva a Jesús a todos los fieles como si fuera una pastora que guía también a su rebaño. De forma que aseguró que éstas fueron las características por las cuáles las órdenes franciscanas eligieron a esta Virgen como guía en su camino. Rojo destacó que es la oración la que puede ayudar a sanar el alma.
El siguente punto destacado de esta eucaristía fue la ofrenda floral que realizaron diferentes instituciones, como la Ciudad, de la mano del presidente Juan José Imbroda; la Fundación Melilla Monumental, la Federación de Fútbol y de la Asociación de Vecinos de El Pueblo.
El hermano mayor de esta cofradía explicó que no todas las federaciones podían asistir a esta misa en reconocimiento de su patrona, como por ejemplo la asociación de exfutbolistas de la Unión Deportiva Melilla que tuvo un partido ayer por la tarde.

18 nuevos componentes

Antes de dar por finalizada la misa, se bendijo la imagen que iba a procesionar y se entregaron 18 medallas de esta cofradía a los nuevos componentes de esta entidad. Entre ellos, dos pastoras y un pastorcillo de pocos años, un niño que fue animoso también a recibir su medalla y un bebé, que estará protegido por esta Virgen para toda su vida.
El trono que ayer portaba a la Divina Pastora es nuevo y lo han diseñado y construído en la ciudad, según indicó González. Fue llevado con naturalidad y emoción por los brazos y hombros  de las melillenses, que vestidas de blanco, aguantaron el viento frío que se levantó nada más salir de la Purísima Concepción.
Todas estas mujeres mecieron a la Virgen por las callejuelas de Melilla La Vieja, continuando con una bella tradición. A pesar de la ‘mala’ experiencia, la mayor parte de estas melillenses volverán a ofrecerse el próximo año y vivirán desde lo más profundo de su alma qué significa portar a la Patrona de El Pueblo.

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