Sociedad

El Magisterio Primario en Melilla, nueve décadas formando a docentes

El próximo 14 de enero se cumplirán 90 años de la creación de la Escuela Normal del Magisterio Primario en Melilla. La creación de esta institución supuso el principal de los hitos de la larga trayectoria de lo que es hoy en día la Facultad de Ciencias de la Educación y del Deporte de Melilla, y por ende también de lo que es el mundo académico universitario en la ciudad. Para celebrar este nonagésimo aniversario, desde el equipo decanal de la facultad se han anticipado para preparar un sinfín de actividades a fin de que toda la ciudadanía pueda ser partícipe de la conmemoración de esta efeméride tan importante para la comunidad universitaria de Melilla.

Será en el 2022 cuando se cumplan 90 años de esa Escuela Normal de Magisterio Primario, pero la génesis de lo que es la institución universitaria tuvo lugar hace cien años, con la creación del Instituto General y Técnico el 14 de junio de 1921, según cuentan De la Fuente, González, Perpén y Serrano (2007) en ’75 años de formación en Melilla’. La creación del Instituto General y Técnico, que poco después se institucionaliza pasa a ser la Escuela General y Técnica, coincide con un periodo de desarrollo económico y social de la ciudad, cuya población también se vio acrecentada con el fenómeno migratorio de diversas provincias españolas y la llegada de militares para las sucesivas campañas militares en el Norte de África. No se puede pasar por alto tampoco que una de las más conocidas fue la de Melilla en 1921, que este año cumple su centenario también.

Apenas transcurridos algunos, meses del funcionamiento del Instituto, y a pesar de su extensa problemática de falta de espacios y recursos materiales, se solicitó al Ministerio de Instrucción Pública de entonces, la creación de asignaturas especiales como Pedagogía, Historia de la Pedagogía y Labores con el objetivo de poder impartir también el Magisterio primario en la ciudad. Asimismo, sus responsables también consiguieron hacer ver a las autoridades la necesidad de que este Instituto sea considerado regional y se puedan impartir otras materias como el árabe y el chelja. Esto se hace con el ánimo de empezar a formar a profesionales que ejercerían su trabajo en el Protectorado en un futuro.

De hecho, y así consta en los documentos del libro de Actas de Claustro del Instituto de Segunda Enseñanza del curso 1921-1922, el 2 de febrero de 1922, se crea una comisión de profesores del centro para elaborar un proyecto sobre las posibles enseñanzas que podrían impartirse en Melilla con la creación de la Escuela General y Técnica, para el que aprovecharían todos los recursos humanos del Bachillerato para crear “una pequeña universidad de primer grado” que “irradiara a los estudiantes españoles, moros y hebreos en el norte de África”, e incluso a los españoles de Argelia. Es la primera vez que se menciona el concepto ‘universidad’ y donde también se denota la intención de mantener y seguir cultivando la interculturalidad.

Costó encontrar la infraestructura adecuada y fueron muchos años para adaptar el Plan de Magisterio, sobre todo aquel que debía darse en las zonas del Protectorado. Según De la Fuente, González, Perpén y Serrano (2007), muchas asignaturas pasaron a tener carácter voluntario y complementario para la preparación de los docentes que ejercerían en las escuelas del Protectorado. Y a pesar del la dureza de los planes de estudios, “el interés por el árabe y la cultura musulmana no desapareció durante la República incluso en los años de la autarquía franquista, como nos muestran los libros de las actas de claustro”.

14 de enero de 1932

Finalmente el 14 de enero de 1932 se crea la Escuela Normal del Magisterio Primaria en Melilla, y el nacimiento de esta institución es el hito más importante de la Melilla de 1932. Se hizo realidad gracias los esfuerzos de las instituciones políticas, sociales y culturales, de la ciudad, pero también de la lucha personal de dos mujeres progresistas y muy comprometidas con la cultura: Obdulia Guerrero bueno y Aurelia Gutiérrez-Cueto Blanchard.

La primera, Obdulia Guerrero Bueno, presidenta de la Sección Femenina de la Unión Republicana, consiguió que una Comisión local fuese recibida en Madrid por el ministro de Instrucción Pública; y la segunda, Aurelia Gutiérrez-Cueto Blanchard, fue la primera directora de la Escuela Normal de Magisterio Primario de Melilla. Estuvo en ese puesto del 18 de abril de 1932 hasta el 31 de agosto 1933, y junto a Cándido López Castillejos, como secretario administrativo del centro. Juntos formaron el primer equipo directivo de la Normal.

De la Fuente, González, Perpén y Serrano (2007) señalan que “la ideología que inspiró la política educativa republicana –laicismo, educación, libertad científica y pedagogía– promovió una reforma que colocó a las normales españolas en una posición de vanguardia, por delante de la mayoría de los países europeos y a la altura de las innovaciones alemanas”. De esta forma, el impulso de la Escuela Normal en España y del plan profesional de 1931 supuso “el primer intento digno de destacar para dar a los estudios de Magisterio una marcada tendencia profesional universitaria”.

Aurelia Gutiérrez-Cueto

Gutiérrez-Cueto, natural de Santander, recibió en 1911 una cátedra en la Escuela Normal de Granada, y en 1925, tras pasar unos años en Almería, llega a Melilla donde imparte clases de Pedagogía en el Instituto General y Técnico, hasta la constitución de la Escuela Normal de Magisterio Primario y su nombramiento como directora de la misma. Fue asesinada al comienzo de la guerra civil en Valladolid, donde había sido también directora de la Escuela Normal.

En la edición de El Telegrama del Rif del 25 de abril de 1921, medio en el que solía colaborar, la describen como una “mujer de gran talento y cultura, con un talante humano y luchador, siempre próxima al más necesitado y comprometida en hacer de la enseñanza un escenario de igualdad humana y social, fue una adelantada a sus tiempos una de las mujeres más relevantes de la historia de la cultura de Melilla”.

Y con la guerra, cambios

En julio de 1936 llegó la guerra civil. En los primeros meses la Escuela Normal de Magisterio de Melilla trató de dar muestras de normalidad ante la delicada situación que se estaba viviendo y mantuvo sus puertas abiertas el curso 1936-37. Aunque no fue suficiente, ya que el estallido de la guerra provocó la ausencia de un buen número de profesores que no pudieron incorporarse al nuevo curso, “unos por alejamiento geográfico, otros por cuestiones de la teología política, ya que el Magisterio como grupo de élite cultural y del pensamiento liberal y democrático de la sociedad española, sufrió también en Melilla la represión franquista”.

Con la guerra, la Escuela Normal de Magisterio Primario de Melilla pierde el protagonismo cultural y social que tuvo desde su creación durante el periodo republicano, y el discurso del resto de instituciones y organizaciones implicadas en la enseñanza estará impregnado de un carácter propagandístico incuestionable.

Recuperación, 1939-1970

De la Fuente, González, Perpén y Serrano (2007) indican que tras el fin de la guerra civil, en lo que concierne a la enseñanza y a la Escuela Normal, se iban a experimentar nuevas transformaciones como reflejo de los cambios acaecidos. Para las enseñanzas de Magisterio se asume un estado de provisionalidad y de precariedad que desembocó en una formación mediocre, una situación que se mantendrá hasta los años 60.

Por lo que desde 1939, se lleva a cabo una reforma en la formación de maestros t maestras que se caracteriza por su empobrecimiento absoluto, marcado por un fuerte carácter adoctrinador. En el curso de 1947-18, se llevó a cabo la separación entre Escuelas de Magisterio masculina y femenina, algo que al parecer tampoco fue bien recibido entre el colectivo normalista que solicitó alguna que otra vez la reunificación.

Poco a poco la Escuela Normal fue recobrando el dinamismo cultural que le caracterizaba durante el periodo republicano, algo que volvió a consolidarse a partir de los años 50.

Posteriormente, el aperturismo que se empezaba a dar en los años 60 ayudó en muchos aspectos, ya no solo en la mejora de las nóminas d los docentes y la equiparación de sueldos de las cátedras de la Enseñanza Media, sino que también supuso una relajación del control que el nacional-catolicismo ejercía en estas instituciones.

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