El Pleno de la Asamblea debatirá el próximo lunes los presupuestos generales de la Ciudad Autónoma para este año 2024, que superan los 364 millones de euros y representan un 3% más que los de 2023. Las partidas que más aumentan su dotación son la de Educación, Juventud y Deporte con un 24,11%, Cultura, Patrimonio Cultural y el Mayor con un 10,5%, y un 8,6% en Economía, Comercio, Innovación Tecnológica, Turismo y Fomento. Aparte, traen bajo el brazo tres medidas novedosas e inéditas en Melilla: el copago farmacéutico para los mayores, 600 euros de subvención para el alquiler de los médicos que quieran venir a la ciudad y la contratación de enfermería para todos los centros educativos.
Se puede decir sin temor a equivocarse que esos presupuestos van a salir adelante. El PP dispone de una amplia mayoría en la Asamblea que hará imposible que los grupos de la oposición, que durante toda la semana han ido expresando sus críticas contra el proyecto económico del Gobierno, puedan introducir cambio alguno. Ese presupuesto se aprobará inicialmente con los 14 votos a favor del grupo mayoritario y a partir de ahí se pondrá en marcha la maquinaria procedimental para llegar a su aprobación definitiva y consiguiente puesta en vigor. Posiblemente estemos hablando de finales de febrero o principios de marzo.
Lo importante es que ese diseño presupuestario realmente contribuya a iniciar la transformación de la ciudad que el PP prometió en la campaña electoral. Hay muchos frentes abiertos y la recuperación económica de la ciudad es una prioridad incontestable, lo que hará que las áreas que gestiona el vicepresidente primero y consejero Miguel Marín se conviertan en esenciales para el desarrollo socioeconómico melillense. Marín tiene sobre sus hombros dos de las tres líneas estratégicas sobre las que los populares pretenden asentar esa “mirada al norte” como nuevo modelo productivo. Como ya se ha dicho en más de una ocasión se trata de la innovación tecnológica y del turismo, puesto que la cuestión universitaria está en manos del diputado Jesús Romero.
Por ahora, los ciudadanos están un poco escépticos ante el futuro que se le plantea a Melilla. De ahí que otra de las grandes batallas que debe librar el Gobierno es conseguir ilusionar, dar esperanzas y hacer que la población sienta que, efectivamente, hay garantías de mejora. Se trata de lavar la cara a la ciudad, de la limpieza, de un tráfico menos violento, de incrementar las zonas verdes, de arreglar de una vez el Parque Lobera, de que no haya cortes inesperados de agua, que vengan médicos nuevos y un sinfín de cuestiones que haga pensar a los melillenses que quedarse aquí merece la pena.
La ciudad debe salir de la decadencia y mostrar una imagen mucho más dinámica y ajustada a la actualidad, verse más moderna y atractiva. Y ahí los presupuestos tienen mucho que decir si efectivamente se dirigen o no a esos objetivos junto con la puesta en marcha del protocolo de colaboración con la Junta de Andalucía que, según decía ayer la diputada nacional del PP, Sofía Acedo, presenta hasta 20 áreas en las que puede emprenderse una política conjunta.
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