Sociedad melillense

“El low cost ha fomentado el consumismo exagerado”

No sabemos qué ponernos, pero tenemos el armario lleno de ropa barata. La ropa, hoy día, la usamos poco y la tiramos rápidamente. Vemos a personas idénticamente vestidas en muy diferentes lugares del planeta. Hasta hace no tanto tiempo, la ropa era cara, se confeccionaba para que durase, se remendaba, heredaba o revendía. El estudio de la moda nos lleva a la conclusión de que estamos ante un fenómeno sociológico de gran magnitud y a muy diversos niveles, desde el económico al político.

Entrevista a Bárbara Rosillo para quien la búsqueda de la belleza en la moda le parece esencial. Es doctora en Historia del Arte, investigadora de la Moda en la Edad Moderna. Autora del libro La Moda en la sociedad sevillana del siglo XVIII y del blog Arte y demás Historias (barbararosillo.com).

-¿Qué es la moda, en qué consisten sus bases y cuáles son las ideas más importantes?

-El Diccionario de Autoridades (1734) define “moda” de la siguiente manera: “Uso, modo o costumbre. Tómase regularmente por el que es nuevamente introducido y con especialidad en los trajes y modos de vestir”. La moda, generalmente, se asocia al vestido aunque abarca un espectro inmenso. La moda es difícil de definir, ya que es arbitraria y, en ocasiones, no sigue unos códigos que podamos entender fácilmente. La imitación juega un papel esencial, hoy se imita a las influencers, antes a las estrellas de cine y siempre a las reinas y princesas. El poder, sea o no económico, ejerce una atracción irresistible. Muchas veces las prendas son incómodas, absurdas o directamente horribles. Si nos paramos a pensar, en ocasiones, no siguen una serie de criterios objetivos que nos ayuden a entender el fenómeno, pero no por ello dejan de tener éxito y legión de seguidores.

-Explique el cambio que se produce con la llegada de la moda low cost, un modelo de negocio que se basa en reducir costes y bajada de precio de venta. La fast fashion está íntimamente vinculada con este concepto y muy lejos de la slow fashion que involucra a artesanos locales .

-La moda “low cost” ha supuesto una auténtica revolución, ya que podemos vestir las últimas tendencias a precios asequibles. Por otro lado, ha fomentado un consumismo exagerado, los armarios están repletos, la gente compra y compra y ya no sabe ni lo que tiene. La ropa se usa poco y se tira rápido, a lo que no cuesta mucho no se le da un gran valor.

-Vestimos todos de forma muy igual...

-El fenómeno low cost también ha producido cierta homogenización, de tal manera que vemos a personas idénticamente vestidas en muy diferentes lugares del planeta, por lo que es probable que se hayan eliminado muchos localismos. Hasta hace no tanto tiempo la ropa era cara, se confeccionaba para que durase, se remendaba, heredaba o revendía, es decir, tenía muchas vidas. De hecho, una parte muy significativa, e incluso, la más costosa, la de los ajuares femeninos, estaba formada por la ropa de la novia, tanto la interior, como vestidos y complementos. El estudio de la moda nos lleva a la conclusión de que estamos ante un fenómeno sociológico de gran magnitud y a muy diversos niveles desde el económico al político.

-Usted ha estudiado la moda en siglos pasados. ¿Qué pasa y qué permanece?

-La moda es mutación constante, pero está sujeta a una serie de conceptos permanentes tales como el ideal de belleza, el deseo de proyección personal, el afán de distinguirse o la pertenencia a un determinado grupo, entre otros muchos factores. Los criterios son los mismos y cada época los adapta a la mentalidad predominante. La moda es tirana y caprichosa, dictándonos los pasos a seguir en cada momento. El traje es un lenguaje sin palabras, un mecanismo mediante el cual los individuos establecen su papel en la sociedad, un medio para ser identificados, igual hoy en día que hace trescientos años. El ser humano se muestra como quiere ser reconocido, lo mismo los elegantes caballeros retratados por el Greco, Velázquez, Rembrandt o Van Dyck, que imágenes actuales de ciertos ídolos del pop o del deporte que aparecen con atuendos estrafalarios y llenos de tatuajes, todos pretenden a través de su indumentaria lanzar un mensaje.

-La reina Letizia nos ofrece unos looks que no pasan inadvertidos y está considerada como una de las royals europeas mejor vestidas. Ella confía en casas de moda clásica como Carolina Herrera, Manuel Pertegaz o Felipe Varela y Hugo Boss o Massimo Dutti para looks de día. ¿Cuál sería el papel de la mujer en la moda para mostrar la dignidad real?

-A lo largo de la historia, la indumentaria ha ejercido un papel clave en el concepto de majestad. La moda surgió en la Baja Edad Media y las cortes fueron su primer escenario, el despliegue de lujo fue no solamente una prerrogativa sino una obligación por parte de la monarquía y las élites. Ese concepto de dignidad se ha manifestado a través de los siglos por medio de los tejidos más ricos, suntuosas joyas y complejos atuendos. La majestad se exhibía mediante unos estudiados rituales en los cuales la indumentaria jugaba un papel protagonista. En el siglo XXI estas consideraciones han evolucionado, ya que las monarquías pretenden mostrarse más cercanas, pero es un hecho que los atuendos que lucen reinas o princesas tienen un amplio eco en los medios de comunicación y las redes sociales. Ellas representan a sus países e instituciones, y tanto para ocasiones menos formales como para las especialmente solemnes, su puesta en escena es significativa. Desde principios del siglo XIX la moda femenina cogió las riendas de la fantasía y la invención, mientras que los hombres fueron conducidos a un discreto segundo plano… en el que permanecen pasados doscientos años. Las mujeres son las depositarias de una serie de atributos y cualidades, ya lo dijo el rey Francisco I de Francia: “Una corte sin mujeres es como un jardín sin flores”.

-¿Qué hay de antiguo en las colecciones? ¿Qué ideas rescatan los diseñadores de alta moda del pasado?

-Siempre se dice que todo vuelve y, en parte, es verdad. Las modas pasadas son fuente de inspiración y revisión para muchos diseñadores, todo va muy rápido e innovar constantemente no es tarea fácil. Sabemos que grandes modistas como Mariano Fortuny, Cristóbal Balenciaga o Christian Dior estudiaron diseños muy antiguos. Fortuny rescató los chitones de la antigua Grecia para crear el vestido Delfos, considerado una obra de arte que ha trascendido convirtiéndose en un símbolo de elegancia y atemporalidad. Balenciaga se inspiró en grandes pintores del Barroco tratando de jugar con su colorido y formas, recordemos su colección “Infanta” inspirada en Velázquez y presentada en 1939, y los abullonados que partían de algunas santas de Zurbarán. Por su parte, Dior, en su primera colección, presentada en 1947 y bautizada como “New look” vistió a la mujer con chaquetas armadas, cinturas de avispa y grandes faldas; una versión contemporánea de la moda de siglos atrás en la que la mujer se encontraba literalmente embutida dentro de los corsés y los grandes ahuecadores de faldas, como si estuviera en un estuche, por tanto ese “New Look” en realidad era un “Old Look” actualizado. La Alta Costura es un legado de siglos de confección y creación.

-Usted es historiadora y, por ello, seguimos con las preguntas enraizadas en el pasado. ¿Qué sugerencias daría usted a los diseñadores actuales para rescatar ideas de otros tiempos? Me pregunto si la moda más agradable, más fina, más humana.

Hay multitud de cosas del pasado que se podrían revisar para ofrecer prendas cómodas, pero también elegantes y atemporales. El traje de chaqueta femenino es todo un clásico, nació en la Inglaterra del siglo XIX y hoy en día es un básico que se sigue diseñando y reinterpretando de mil maneras, al igual que el pequeño vestido negro creado por Coco Chanel. La moda debe adecuarse a las necesidades de la vida actual, pero no por ello perder la elegancia o el estilo.

Como historiadora del arte, la búsqueda de la belleza me parece esencial. Esa idea de belleza también ha ido evolucionando pero tiene una relación intrínseca con la proporción y el equilibrio, de tal manera que hay clásicos que siempre nos seducen porque han conseguido traspasar sus épocas.

-¿Qué personaje real del pasado le fascina por su modo de vestirse?

-Ha habido mujeres y hombres especialmente elegantes o atractivos cuyos físicos han establecido una conexión muy especial con la ropa. Fred Astaire parecía haber nacido con el frac puesto, mientras que Audrey Hepburn desplegó gusto y delicadeza, no solamente por sus magníficos modelos de Givenchy, sino envejeciendo con una elegancia extrema. En cuanto a la realeza, sabemos que María Antonieta tuvo uno de los guardarropas más lujosos y refinados de la historia, además de un gran encanto personal que impresionó hasta a sus más acérrimos enemigos…y en cuanto a los hombres el papel de Eduardo VIII, un dandi absoluto, ha sido determinante en el concepto de la elegancia masculina en el siglo XX.

 

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