Decía ayer el consejero de Seguridad Ciudadana, José Ronda, que en los primeros quince días de este inicio de año, ya se habían quemado dieciséis contenedores de basuras, ubicados en distintas zonas de Melilla como el Monte María Cristina, Vía Láctea (Cañada de Hidum), barrio del Real y García Cabrelles. No se sabe muy bien a qué se debe el incendio de este mobiliario urbano más allá del hecho de que sea puro vandalismo sin más explicaciones que una evidente falta de educación cívica.
No se incendiaron en protestas ni por reivindicar nada concreto; simplemente se trata del gusto de prender fuego a los contenedores y verlos arder porque sí, quizás porque esa noche no tenían nada mejor que hacer o pretendían matar así el aburrimiento. Intolerable la actitud de estos individuos y también la de aquellos que saben perfectamente quienes son y prefieren callar, ya sea por miedo o por pura cobardía.
El caso es que quemar contenedores supone un importante gasto de recursos públicos porque no solo hay que reponer el recipiente dañado sino que deben actuar los bomberos para sofocar las llamas y el problema es que la situación va in crecendo. No en vano, ya en el año 2024 fue "considerable" el número de contenedores pastos del fuego, según reconocía el propio José Ronda.
La policía trata de controlar esos actos vandálicos pero no es fácil ni identificar a los autores ni, por supuesto, detenerlos. Por eso, Ronda hacía un llamamiento a la colaboración ciudadana para que se pueda parar esta mala deriva, al tiempo que se buscan fórmulas de concienciación cívica, una de las formas más interesantes para lograr educar a estos infractores que, en su inmensa mayoría, son jóvenes poco adaptados y socialmente vulnerables.
Esa es una de las vías para conseguir parar esta tendencia al alza de la quema de contenedores y la otra es la actuación policial. Y en ese sentido, el consejero popular afirma que los agentes locales han intensificado la vigilancia en las zonas especialmente sensibles a este tipo de comportamientos, aunque la verdad es que los ciudadanos se muestran escépticos ante ese tipo de acciones delictivas.
La acción de la Policía Local es clave para acabar con esa lacra y los ciudadanos tienen también mucho que aportar para localizar a quienes llevan a cabo esas acciones contra el patrimonio público. Solo a través de esa conjunción de esfuerzos se podrá alcanzar la meta de parar, o al menos aminorar, tanto vandalismo. Paralelamente es imprescindible que esos jóvenes reciban charlas que les eduquen en valores como la convivencia y el cuidado del entorno.
Hay que recordar, por ejemplo, que hace meses desde que se conoció el último apedreamiento de un autobús de la COA en las inmediaciones de la Cañada de Hidum. En esa ocasión uno de los vecinos, testigo de todo lo que ocurrió, se plantó en la Comandancia de la Guardia Civil y denunció a los presuntos autores de la fechoría. A día de hoy no hay constancia pública de que se haya repetido el apedreamiento, lo cual demuestra que la colaboración ciudadana es de todo punto fundamental para acabar con esas prácticas.
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