El renovado y gran Teatro Kursaal es ya una realidad tras dos años de obras, conforme a las previsiones y plazos finales previstos para la obra por la adjudicataria de su rehabilitación
La recuperación del Gran Teatro Kursaal, desde poco después del Alzamiento Nacional renombrado como ‘Cine Nacional’, es uno de los compromisos electorales del Ejecutivo melillense. La adquisición del edificio, mediante leasing contratado al BBVA, por una cuantía aproximada a los 3 millones de euros, se llevó a cabo hace aproximadamente cinco años. En el presente mandato electoral, el Gobierno de la Ciudad retomó su promesa y ha completado el círculo hasta dotar a la ciudad de un gran teatro.
No hace falta tener mucha memoria para recordar que la operación de compra del ‘Cine Nacional’ a la empresa de José Pérez Hernández no estuvo exenta de polémica. Desde la fórmula empleada, el leasing o arrendamiento bajo opción de compra por un período determinado, hasta el precio que se pagó por el edificio, muy superior al que sería su valor en el mercado según sostuvieron los grupos de PSOE y CpM, dieron mucho que hablar en los mentideros y corrillos melillenses.
La compra también tuvo su contestación por parte de los grupos locales de teatro, que de forma unánime apostaban en mayor medida por la adquisición del ‘Perelló’, dada la menor cuantía de la oferta de venta de sus propietarios, las mejores condiciones del inmueble y la menor inversión a realizar para su rehabilitación. Además, alegaban los grupos que el ‘Perelló’ reunía mejores condiciones acústicas y contaba con instalaciones complementarias, como sus semisótanos, muy aprovechables para convertirlo en un gran teatro capaz de cubrir todas las necesidades culturales de Melilla.
Las contrapropuestas de los aficionados al teatro, las críticas de la oposición, las denuncias sobre presuntas ‘operaciones inmobiliarias’ jamás precisadas pero suficientes para crear un clima en contra de la compra del ‘Cine Nacional’, no hicieron cejar al Gobierno Imbroda de una empresa que también se enfrentó a otras denuncias del Partido Socialista y Colegio de Arquitectos de Melilla por una supuesta destrucción del patrimonio histórico de Melilla.
Al final, como explicó el pasado miércoles el consejero de Fomento, Rafael Marín, ninguna de esas denuncias prosperaron. Hoy, la recuperación del Kursaal es ya una realidad, que va más allá del fin principal de dotar a Melilla de un gran teatro; representa el rescate de un edificio emblemático, obra de Enrique Nieto y gran valor artístico, que nos vincula a la propia expansión y crecimiento de la ciudad en el siglo pasado; al florecimiento de una ciudad sumida en las llamadas campañas de Marruecos que, en el cine, encontró un motivo de diversión a pesar de las penurias y las crisis. De ello da fe el historiador Saro Gandarillas cuando subraya en sus escritos lo ‘sorprendente’ de la existencia de hasta nueve cines para una población de apenas 60.000 habitantes durante la efímera República.
El Teatro Kursaal tuvo su antecedente en un Salón del mismo nombre que, en forma de gran pabellón de madera, ocupaba el mismo solar en el que hoy se levanta el edificio de Nieto.
Resulta indudable que forma parte de esa historia nuestra que no podemos dejar morir. Pero su rehabilitación no es la única que precisa nuestro ingente patrimonio. Algún día habrá que ocuparse también del Perelló, igualmente obra de Enrique Nieto, que como el ‘Kursaal’ no podrá tener otro destino que pasar a formar parte del patrimonio público de nuestra ciudad.
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