Editorial

El equilibrismo de Marruecos en las relaciones internacionales

Recientemente la CIA estadounidense ha modificado su mapa de Marruecos y le ha añadido la zona correspondiente al Sáhara Occidental, la antigua colonia española.

Se trata de un territorio –el último en todo el continente africano- descolonizado en el año 1976 por España, que, sin embargo, sigue manteniendo el estatus de potencia administradora del territorio aún hoy en día.

Se trata de un territorio muy rico en recursos naturales, con grandes yacimientos en fosfatos, petróleo, gas, pesca y arena, por lo que se entiende de esa forma la querencia de Marruecos por hacerse con su control total.

Y lo cierto es que cada vez lo va teniendo más fácil. Empezó la cosa con el giro copernicano de Pedro Sánchez, que varió la tradicional posición española -partidaria, igual que la ONU, de un referéndum de autodeterminación- a una asunción de que el territorio pertenecería a Marruecos, aunque gozara de una cierta autonomía.

No son pocos los saharauis que vieron en este viraje español una traición, un dejarlos abandonados a su suerte.

Hace poco se supo que Marruecos solicitó que se le cediera el control del espacio aéreo a cambio de desbloquear las aduanas de Melilla y Ceuta y, de momento, no se sabe lo que va a suceder, pero lo que sí está meridianamente claro es que los saharauis no se sienten marroquíes ni tienen que ver con los ciudadanos de este país, que tan sólo ansía hacerse con el territorio para explotar sus inmensos recursos naturales.

Marruecos lo está haciendo muy bien en política internacional, en el sentido de que está sabiendo granjearse las simpatías de unos y otros según convenga a sus intereses. En el Sáhara Occidental cuenta con el apoyo acérrimo de Donald Trump, recién reelegido presidente de los Estados Unidos y que en 2020 el republicano admitiera la soberanía del país alauita sobre ese territorio. Joe Biden no cambió la posición del país norteamericano y, con la vuelta de Trump, no es descartable que el proceso pueda sufrir algún acelerón, con Francia siendo otro gran apoyo.

Aparte de otros fines económicos para desarrollar el Gran Marruecos y, de paso, empequeñecer en la medida de lo posible a Melilla y Ceuta, el país tiene otras alianzas, sobre todo en materia de seguridad, con los Estados Unidos.

Asimismo, en materia de energía, firmó con Rusia un acuerdo en materia de cooperación nuclear con fines pacíficos que podría desembocar en la construcción de una central.

En cualquier caso, lo que está claro es que Marruecos ha logrado en los últimos años establecer potentes alianzas en el exterior con actores tan dispares en función del objetivo que persigue en cada momento. En el caso del Sáhara Occidental, a costa de España.

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