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El emotivo encuentro entre el Rocío y el Resucitado culmina la Semana Santa

Los melillenses llenaron un año más la Plaza de España para esperar el encuentro entre Madre e Hijo y disfrutar del broche final a una semana de Pasión llena de grandes momentos

 

El cielo amaneció encapotado y los melillenses temieron a primera hora de la mañana que la lluvia amenazara uno de los momentos más importantes de la Semana Santa local. Sin embargo, finalmente el tiempo respetó y el encuentro entre la Virgen del Rocío y el Resucitado se produjo, según lo previsto, ante los ojos de cientos de personas que se agolpaban en la Plaza de España para ser testigos de una de las estampas más hermosas de la Semana de Pasión.
El recogimiento  y la sobriedad del Viernes Santo, fruto del luto por la muerte de Cristo y el acompañamiento en el dolor de la Virgen, dieron paso a la alegría y la exaltación de la Resurrección. Las mantillas blancas que acompañaron ambos tronos desde su salida a primera hora de la mañana reflejaban que la tristeza había quedado a un lado y había sido sustituida por la celebración de la vuelta a la vida de Jesucristo.
A las 9:15 horas las puertas de la Casa Hermandad de la Cofradía del Cautivo se abrían para ver salir a la Virgen del Rocío. Pocos minutos antes se escuchaban a través del portón los vivas a la Virgen y los gritos de ¡guapa!, que anunciaban que el Rocío estaba a punto de pisar la calle. Así fue, y una vez más los aplausos de las decenas de personas que la esperaban en las inmediaciones del Hospital Comarcal sirvieron de aliento a los portadores que sabían que les quedaba un largo camino por delante.
Minutos después, alrededor de las diez de la mañana, en Batería Jota se repetía una escena similar. Tras el portón de la Casa Hermandad, junto a la iglesia de la Medalla Milagrosa, los portadores gritaban ¡viva el Resucitado!, mientras decenas de personas aguardaban en la calle su salida. La puerta se abrió, los hombres de trono alzaron al Cristo y Jesús, de nuevo vivo, salió a su encuentro con los melillenses. Júbilo y alegría en el barrio para recibir la última salida procesional de la semana.
Ambos tronos comenzaron así su camino hacia un mismo punto, la Plaza de España. Antes de su llegada, el Rocío cumplió con la tradición y, al igual que hizo el Cautivo el Jueves Santo, hizo una parada en la Gota de Leche para encontrarse con los residentes que no pueden salir a la calle a disfrutar de la Semana Santa. Tras este parón, los portadores siguieron su camino.
Alrededor de la una de la tarde los tambores ya se oían en el centro de la ciudad. Por la Avenida de la Democracia aparecía radiante la Virgen del Rocío. Al mismo tiempo, por Ejército Español el Resucitado hacía lo propio. Los nervios ya se notaban en el ambiente. Apenas cabía un alfiler en la zona central de la Plaza de España. Todos aguardaban el momento en el que Madre e Hijo pudieran por fin encontrarse llenos de alegría, tras una semana de penitencia y sufrimiento.
Tal y como estaba previsto, poco antes de las dos de la tarde se produjo el esperado encuentro. El presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, y el delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani, fueron junto a los hermanos mayores de las otras tres cofradías de nuestra ciudad testigos de excepción del emotivo momento.
Los portadores, cansados, pero con ganas de acercarse al otro trono, hicieron un último esfuerzo. “Vamos que es sólo una vez al año”, les decía el capataz. Hasta el sol decidió sumarse a la fiesta y apareció cuando ya nadie lo esperaba. Al ritmo de las marchas de las bandas los tronos se fueron acercando uno al otro para alzarse al cielo cuando apenas quedaban unos metros entre ambos. Vivas al Rocío y al Resucitado y aplausos llenaron de alegría una Plaza de España llena de pétalos de flores que los más pequeños de las cofradías habían ido lanzando.
Como ya es habitual el Rocío se inclinó como  señal de reverencia y respeto ante el Cristo Resucitado, una madre saludando a su hijo con la alegría de verlo vivo después de haberlo visto morir. El cansancio era claro en los rostros de los hombres de trono que llevaban el peso de las tallas sobre sus hombros, pero no impidió que hicieran un esfuerzo más para alzar a la Virgen y a su hijo al cielo. Por cada ‘levantá’, cientos de aplausos conseguían animar a los portadores que repitieron varias veces el gesto antes de colocar los dos tronos en paralelo para adentrarse en la carrera oficial.
La entrada del Rocío y el Resucitado por la Avenida Juan Carlos I se convertía en la segunda más hermosa de la mañana de Domingo. Pocos metros después de entrar en la carrera, los portadores hacían una parada para descansar. Abrazos entre los hombres de trono de una y otra cofradía como muestra de unión y alegría y reconocimiento de los unos a los otros por el esfuerzo realizado.
En la Avenida decenas de personas seguían esperando el paso de los tronos para disfrutar de los últimos minutos de la Semana Santa. Tras los tronos iban quedando las imágenes de siete días de Pasión en las que las cofradías han sentido el calor de los melillenses.
Tras el paso por la carrera oficial y la tribuna, Madre e Hijo se despedían hasta el año que viene. El Resucitado emprendía su camino hacía Batería Jota y el Rocío hacía lo propio hacia el barrio de la Victoria. Por la tarde, las tallas ya descansaban en sus templos y los hermanos del Cautivo y la Flagelación también podían ya reposar todos los sentimientos y sensaciones vividos durante estos días. Emotivo final para una gran semana. Los cofrades comienzan ahora una nueva cuenta atrás. Ya es momento de preparar la próxima Semana Santa.

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