Hoy es el llamado viernes de los dolores, pero ayer los hermanos de la Cofradía del Flagelado sintieron el Mayor Dolor al no poder sacar a su Virgen.
Las sucesivas llamadas de los cofrades a los ciudadanos allí congregados a sumarse a la procesión sólo pudieron arrancar a una decena de voluntarios. Pero hacían falta más. Hacían falta, al menos, 40 personas que en su día fueron a recoger la túnica para participar en la procesión. Ayer no acudieron a la cita. Los miembros de la cofradía no podían determinar qué pudo ocurrirles a 40 personas para ‘perderse’ el día grande de la hermandad.
No había consuelo suficiente para paliar el dolor de los portadores y todos los allí congregados. El Cristo Flagelado recorrió en solitario las calles de Melilla, sin la compañía de su Madre.
La falta de portadores es algo sistémico en la Semana Santa local y ninguna cofradía está exenta de esta preocupación. Es por ello que, muchos ciudadanos, independientemente de la hermandad a la que pertenezcan, no dudan en arrimar el hombro y participar en varias procesiones. El Jueves Santo y el Viernes Santo son los días en los que más tronos salen a la calle. Ello implica un esfuerzo adicional para que todos culminen con éxito sus recorridos.
La falta de portadores es un ‘enemigo’ más al que hay que sumar la climatología en estas fechas. La lluvia y el viento son, hasta el momento, los factores clave para decidir si un paso sale o no de la casa hermandad. La falta de portadores no impide en exceso la salida del trono a no ser que, como en el caso de ayer, el número de faltas sea palmario.
Dado los tiempos que corren actualmente, la devoción no es una de las cualidades que suela prodigarse y más difícilmente entre ciertos sectores de la juventud. En este sentido, en el seno de las cofradías y de la agrupación que las representa, deberían analizar qué ocurre y cómo solventar esta cuestión. Deberían plantearse cómo volver a conectar con el ciudadano y abrirse más a los jóvenes que son los que, irremediablemente, heredarán las tradiciones, como la Semana Santa.
No se puede obviar tampoco en esta cuestión, que la Semana Santa es tomada por muchos ciudadanos como unas ‘minivacaciones’. El éxodo que se produce en estos días también se palpa en las calles. Tal vez en este aspecto poco se pueda hacer, pues nadie puede obligar a nadie a quedarse en la ciudad estos días.
Pero sí podrían plantearse otras alternativas. Los mayores problemas de portadores se dan en los días de mayor intensidad de tronos en la calle. Tal vez sea una oportunidad para que la Agrupación de Cofradías pudiera sopesar una reorganización horaria de la salida de los pasos de cada hermandad, especialmente el Jueves y el Viernes Santo.
Por mucho esfuerzo que se ponga es casi imposible cumplir los horarios previstos y siempre se producen retrasos. Es lógico. Sin embargo, simultanear procesiones no ayuda.
Las cofradías tienen un gran reto por delante una vez termine la Semana Santa. Tienen que analizar su relación no sólo con sus cofrades sino también su ‘conexión’ con los herederos de esta tradición: Los jóvenes.
En cuestiones de índole más operativa, podría haber lugar a introducir procesiones en horario de mañana, por ejemplo, en estos dos días cruciales como es el Jueves y el Viernes Santo.
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