Imagen: El Faro.
Este domingo, niños y adolescentes, desde los seis hasta los dieciséis años de edad, tomaron parte en el bautismo solidario que se celebra en la piscina del colegio La Salle.
El Club de Actividades Subacuáticas Ánfora junto a los Scouts de Melilla han sido los encargados de organizar este bautismo solidario a través del cual todos los niños de Melilla tendrán esta Navidad un juguete bajo el árbol.
Marina Avilés, miembro de los Scouts de Melilla, nos cuenta en qué consiste esta iniciativa: “nosotros, en colaboración con el Club de Actividades Subacuáticas de Melilla, y La Salle, que nos ha dejado la piscina, llevamos a cabo este bautismo solidario. Los niños traen un juguete y a cambio el Club Ánfora se encarga de sumergirlos en el agua con los equipos de buceo adecuados a su edad. De esta forma, les enseñan a manejarse con las botellas de oxígeno y el equipamiento de buceo. Es una actividad muy chula y diferente con la que ayudar a muchas familias”.
Desde las 09:00 horas y hasta las 13:00 horas decenas de personas se acercaron hasta estas instalaciones para aportar su granito de arena: “desde primera hora de la mañana ya había gente esperando en la puerta. La acogida está siendo muy buena, y lo que más nos importa es que los niños tengan un juguete estas navidades”.
Tras recoger los juguetes, los Scouts los entregarán a una asociación de la ciudad y desde esa entidad se encargan de llevar los juguetes a las familias más necesitadas.
Ya en la piscina hablamos con Lucía Bernáldez del Club Ánfora quien nos explica el motivo de este proyecto: “nosotros trabajamos durante todo el año con diversas actividades y, entre ellas, la pasada semana, organizamos un taller arqueológico y este domingo vamos a hacer que ningún niño se quede sin juguete”.
Y para lograr este reto, nada mejor que un bautismo solidario: “normalmente el bautismo de buceo se hace en el mar, pero para los peques es mejor en esta piscina que nos ha prestado La Salle. Es una actividad muy buena y una forma diferente de colaborar con la población más vulnerable".
Dicho bautizo tuvo una duración cercana a los 15 minutos y aunque, en principio, estaba pensada para los pequeños de la casa algunos adultos se animaron a tomar parte en el mismo: “los niños vienen con sus papás y a estos les pica la curiosidad y quieren probar el bautismo de mar porque no es algo típico en Melilla. Es cierto que tenemos mucha costa, pero no es una práctica que se vea habitualmente”.
Esta propuesta ha tenido tanto éxito que incluso varios universitarios optaron por acercarse a primera hora de la mañana a donar un juguete.
Melilla ha demostrado, una vez más, que a solidaria no le gana nadie.
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